Un rincón cerca del cielo: La Feria

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Sr. López
Tía Tota se llamaba Carlota y era prima hermana de la abuela Elena. Una, López Gascón-López Michel y la otra, López Michel-López Gascón. Sus familias por generaciones, se habían casado entre ellas, robado tierras y tenido velorios imprevistos. El esposo de tía Tota, un abogado de Guadalajara, una vez le dijo que si quería demandaba a los Michel por un rancho que hacía décadas se habían quedado nomás por sus pistolas (literal, a punta de pistola). Tía Tota, de aire, le contestó: -No te conviene, porque me tocaría poner parte de la indemnización y la pones tú, por metiche –y le advirtió: -No revuelvas lodos viejos que en una de esas acabo presa –tema olvidado.
El viernes pasado, el Presidente perdonó a los indígenas de Tenochtitlán. Lo dijo clarito: “Recordamos la caída de la gran Tenochtitlán y ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe (…)”. No pidió perdón, ofreció perdón. ¡Vaya!
Él y algunos de sus cercanos, han querido poner lo de la conquista en un destacado plano como si fuera de trepidante actualidad la derrota de los aztecas hace 500 años (que no eran aztecas sino mexicas), a manos de más de 100 mil indios de varias tribus acompañados por 1,200 o menos españoles (que no eran españoles porque España no existía), sin percatarse que no es una de las primeras mil preocupaciones ni demandas del pueblo, envuelto en una vorágine de violencia y sangre, de enfermedad y muerte, con pobreza creciente, esperanzas fallidas, trabajos injustos y penas inmerecidas (con perdón de Nervo).
Conviene aclarar que “indígena” es el originario del país de que se trate (dice el diccionario). O sea, tan indígena es el Presidente, nieto de españoles; su señora esposa, descendiente de alemanes; doña Sheinbaum, de búlgaros; como Axayácatl Ixtlilxóchitl, descendiente puro de mexicas. Todo originario de esta tierra voz de la guitarra mía, es indígena; prieto, negro, rubio, alto o chaparro, todos mexicanos y los que se nacionalizan, hasta más, que lo son por gusto.
Cosa muy distinta es si nos referimos a los mexicanos que son indios, limpio adjetivo que no es grosería y no se usa por la más boba corrección política condescendiente: indios son los descendientes de los pobladores de por acá, anteriores a la llegada de los castellanos (los españoles, pues); y no son pocos, casi 12 millones según el censo 2020.
Bueno, pues los indios mexicanos de hoy están confrontados con el Presidente. Firmemente. En varios asuntos. Algunos ejemplos:
El más importante, la reforma constitucional emprendida por el Presidente que según los documentos oficiales “tiene por objeto establecer los principios y las normas constitucionales para el reconocimiento integral de los derechos de los pueblos indígenas y afromexicano, a la luz de sus legítimas reivindicaciones y aspiraciones de vida, y como un elemento esencial en la construcción de la Cuarta Transformación de la República”.
“Elemento esencial en la construcción de la Cuarta Transformación”… mmm… no vaya a ser que se estén usando sus reclamos justos y correctos, solo para abonar a favor de la 4T. Y ya se verá si no causa la división entre mexicanos de dos clases. Asunto complejo y peligroso, para ellos, los indios y afromexicanos (no dicen “negros” porque hay africanos blancos, ha de ser eso), y para los que no pertenecemos a esa minoría, porque minoría es.
El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), informó haber elaborado la iniciativa de reforma constitucional, después de una Consulta Nacional del 21 de junio al 4 de agosto de 2019 (54 Foros Regiones y mesas de trabajo en 27 estados), un Foro con migrantes en los EUA y un Foro Nacional (del 6 al 8 de agosto de 2019). ¿Sí?, pues no:
En noviembre de 2019, pobladores de la Sierra de Negra de Puebla, solicitaron y se les concedió amparo contra de esa iniciativa de reforma, porque no los consultaron ni se tradujo la iniciativa a las más de 60 lenguas indígenas que existen en el país, cosa que la ley ordena. Luego, el 9 de agosto de este año, la Alianza por la Libre Determinación y la Autonomía (ALDEA), exigió al Presidente López Obrador, “avanzar resueltamente en impulsar la Reforma Constitucional a la cual se comprometió pero que a medio sexenio sigue aún sin concretarse”. Este asunto no ha salido en las mañaneras, ni en los ‘quién es quién en las mentiras’.
Y por cierto, como dato curioso, la iniciativa de reforma define que “afromexicanos” son solo los que llegaron de África a la fuerza en la colonia. Ni un negro más.
En otras cosas en que están muy molestos con el Presidente, es con algunas de sus obras consentidas. El Concejo Indígena Mexicano y el Congreso Nacional Indígena anunciaron el 28 de enero de 2021, que combatirán las megaobras que impulsa el Presidente en el centro y sur del país, como el Tren Maya, el Corredor Transístmico y el Parque Ecológico Lago de Texcoco, donde antes se iba a construir el aeropuerto. Y estos señores se llevan fuertecito, declararon:
“Las palabras mentirosas de López Obrador y su llamada Cuarta Transformación, pretenden crear un muro que oculte la guerra que se arrecia contra los pueblos y la vida de la madre tierra, queriendo aislarnos y presentarnos como los opositores al progreso”. Se pasa de tueste esto, en serio. Pero eso se gana quien no negocia muy a las derechas con los indios que no tienen un pelo de tontos y sí siglos de experiencia con el método del atole con el dedo.
No piense que este menda cree en ese indigenismo a marro, que plantean algunos líderes indígenas, reclamando su pleno autogobierno, el control de “sus” territorios como ajenos al país y la aplicación de sus propios sistemas de justicia que arrasan con los derechos de las mujeres y significan regresar a la barbarie. Sí, barbarie.
Lo bueno es que el Presidente el viernes nos aclaró que la conquista española fue un “rotundo fracaso”. Lo dijo en español el señor que vive en el Palacio de los Virreyes. ¡Qué bonito es lo bonito!: “Si nos dejan, buscamos un rincón cerca del cielo…”

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