Sí, pero no: Ensalada de Grillos

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CIRO CASTILLO

Quiero decirles que si yo fuese Presidente de México, sería autoritario. 

Haría obligatorio el uso del cubrebocas, la aplicación de la vacuna anti COVID19 y, en una de esas, también ordenaría el regreso a clases presenciales o, al menos, en modalidad mixta.

El asunto es que ni a mi ni a muchos mexicanos que seguramente estamos de acuerdo en que a veces resulta necesario aplicar ciertas medidas coercitivas, pues de lo contrario, un sector de la población hace lo que quiere, nos toca tomar esa decisión…

Entre la espada y la pared

No es la primera vez que el gobierno de la Cuarta Transformación tiene que tomar decisiones difíciles e impopulares.

Sucedió con la reacción ante el tremendo incendio en un ducto de Pemex, en Tlahuelilpan, Hidalgo, al inicio del sexenio.

Le pasó lo mismo cuando Donald Trump empezó a presionar porque quería que México desplegara al Ejército y la Guardia Nacional en la Frontera Sur para contener las oleadas de migrantes.

También, cuando, aparentemente, sin un plan previo, fuerzas castrenses habían detenido a uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, pero tuvieron que dejarle en libertad por miedo a un derramamiento de sangre.

Incluso cuando comenzó la pandemia, la 4T tuvo que decidir entre aplicar medidas coercitivas como cerrar las fronteras, los aeropuertos, así como bares, hoteles, playas y hacer obligatoria la mascarilla.

Con la bandera que nada es por la fuerza, sino por la razón y el derecho, AMLO ha optado por evitar estas medidas, que podrían ser interpretadas como “autoritarias”, sino también, impopulares.

Ahora, cuando el gobierno federal tiene en frente una gran decisión, clases presenciales, híbridas o en línea, parece que optará por el mismo “capoteo”: un sí pero no…

No somos iguales

Cuando empezó este debate de regresar a clases presenciales o no, en medio de una pandemia del COVID19 que vive su tercera oleada, con picos de hasta 24 mil casos nuevos registrados en un día, el Presidente soltó en una de sus mañaneras: “llueva, truene o relampaguee” se volverá a las escuelas.

La expresión, si bien fue tomada como autoritaria por quienes no simpatizan con su proyecto y capitalizada por los medios de comunicación, pareció ser decisiva. Ahora sí, creímos, el mandatario ha dado un manazo sobre la mesa y tomó una decisión.

Al paso de las semanas y, precisamente por la amenaza que significa la variante Delta, más contagiosa y con mayor presencia en niños, el discurso ha tenido que virar un poco, aunque sea a regañadientes.

Igual que el Presidente, hay convencidos de que urge que los alumnos, especialmente los de educación básica, tengan clases presenciales. 

El encierro en casa ha disparado problemas de ansiedad, de estrés, depresión y los ha sujetado más al celular y los videojuegos por largas horas.

El asunto es que tomar una decisión a la ligera y sin las medidas necesarias, podría ocasionar un disparo de contagios en las escuelas, y “tocamos madera”, decesos. Entonces sí habría un gran problema para la autoridad, de todos los niveles.

La instrucción escolar es fundamental para el desarrollo intelectual y emocional de un niño; sin embargo, y es la lógica de la mayoría de los padres que se oponen a las clases presenciales: prefiero que pierda un año escolar a que pierda la vida.

“Y aclarar también que nada es por la fuerza, todo por la razón y el derecho. No somos como ellos, no somos autoritarios. Los conservadores son muy dados a la aplicación de la mano dura, todo lo imponen, quisieran que todo se resolviera por la fuerza; nosotros tenemos una formación distinta”, dijo AMLO el viernes 13, firme y contundente, pero con un discurso más acotado. Él sabe que su administración está entre la espada y la pared…

Delfina y Cepeda

Los que fueron ridiculizados y atacados con toda clase de memes y caricaturas, algunas de ellas, en efecto, crudas, porque se refieren al riesgo de que los menores vuelvan a clases presenciales, son Delfina Gómez y Alfonso Cepeda, la secretaria de educación y el dirigente del SNTE.

La ex candidata de Morena al gobierno del Estado de México parece estar en la cuerda floja, después de que Obrador puso en ella sus esperanzas, pues, se creyó que, por el hecho de ser maestra de profesión, entendería mejor al gremio.

En medio de una situación crítica y polémica, como el intento de regresar a clases presenciales, tras más de un año de escuelas cerradas, Delfina Gómez no ha mostrado tener un plan concreto.

El jueves presentó una especie de decálogo, con acciones que deberán tomarse para reabrir los salones de clases; sin embargo, la funcionaria dejó muchas dudas.

La medida que más críticas ha generado es una carta responsiva que los padres de familia tendrían que firmar para enviar a sus hijos a las aulas, pues fue vista como una especie de “lavado de manos” de parte de la autoridad. 

Tantito peor le fue a Alfonso Cepeda, el actual dirigente del SNTE, quien a nombre de “todo” el magisterio entregó al Presidente un documento en el que, se supone, los maestros aceptan volver a las actividades presenciales.

Vinieron los cuestionamientos: ¿Realmente representa Cepeda a todos los maestros del país? ¿Hubo, como él dijo, un consenso entre las bases? De inmediato, otras expresiones sindicales cuestionaron su actuar y le recordaron a la 4T que fue él mismo quien apoyó la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto y le alzó la mano a José Antonio Meade, candidato del PRI en los comicios de 2018. ¿Tan rápido se les olvidó…?

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