El día cero: Ensalada de grillos

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Ciro Castillo

Cuando usted lea estas líneas seguramente ya será primero de diciembre. El cambio de poderes está por ocurrir o ya ocurrió.
En los últimos días todo era un ir y venir en el Congreso de la Unión. Pusieron “de rechupete” el salón de plenos donde este sábado Enrique Peña Nieto entregará la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador. Por cierto que este listón emblemático ya tendrá los colores en orden: verde, blanco y rojo, como la bandera.
El tabasqueño, quien antes de recibir las riendas del poder se fue a su rancho “La Chingada”, en Palenque, Chiapas, cumplió aquel viejo adagio de que “la tercera es la vencida”.
De aquí pa’ adelante, ya no hay vuelta atrás. Es lo que la mayoría de los mexicanos eligió el primero de julio, cuando dieron un portazo en las narices al PRI que nunca aprendió la lección.
Son otras formas de gobernar. Son otras gentes. Hoy es el día cero.
NO SERÁ FÁCIL
Hoy todo es miel sobre hojuelas. Unos creen que ganaron la partida y lo están disfrutando. Incluso hay a quienes se les pasa la mano y le ponen sal a la herida. Unos hasta han metido la pata y resbalado porque “ya llegaron”.
Lo cierto es que a partir de ahora nada será sencillo. Andrés Manuel López Obrador tardó tres sexenios para conseguir llegar a Los Pinos, que a partir de hoy será un museo.
El gran rival puede ser él mismo. Ha generado tal expectativa de cambio que la gente espera lo mejor.
La ventaja de Obrador es que tiene un “largo colmillo” en la política y no se espanta con los primeros cohetones.
La desventaja puede ser que la gente puso todas sus esperanzas en él que, en caso de que no se cumpla lo prometido vendrá tremendo desencanto.
El problema sería que ya no hay para dónde hacerse. El PRI tuvo 70 años en el poder y solo se sirvieron con la cuchara grande. Se olvidaron del hambre de más de 50 millones de mexicanos.
El PAN fue “pan con lo mismo”. Salvo en temas macro económicos que casi nadie entiende, la situación de miseria continúo igual o peor. Ni se diga de la inseguridad y la delincuencia organizada.
Fox creó igual o casi la misma expectativa que AMLO, y al final se quedó en pura palabrería.
Calderón tenía empuje, se le veía con ganas de hacer las cosas bien pero no le alcanzó para mucho. Su peor problema fue el combate al narcotráfico; convirtió a México en un tremendo panteón y un charcote de sangre.
Peña Nieto nos divirtió varias veces. Tuvo varios resbalones que nos hicieron gozar con memes y bromas, pero en la realidad no pasamos de ahí.
Le consumieron escándalos de corrupción y casos tan terribles como Ayotzinapa, que prácticamente le enterraron.
A partir de que sus reformas fueron aprobadas, por improbable que parecían, se acabó todo para el oriundo del Estado de México.
La gente le pasó la factura al PAN y al PRI el primero de julio. No había de otra: Morena. La votación tenía que ser copiosa para que no quedara duda. Y así fue.
Hoy es el final de una etapa y el comienzo de otra. Andrés Manuel toma las riendas de una nación con hambre de trabajo, de educación, de salud, pero principalmente de seguridad. Hay lugares donde ya no se aguanta más. Es el día cero.
EL MUNDO AL REVÉS
De aquí en adelante no se extrañe que el mundo de la política mexicana les parezca al revés.
Los que antes se quejaban ahora estarán en el gobierno y los que antes ejercían el poder ahora serán oposición.
Los que antes lanzaban loas al Presidente ahora intentarán cuestionarle y ponerle piedras en el camino.
Los que eran oposición ahora serán los que echen porras. Así de cambiada estará la política mexicana.

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