Desvergüenza: La Feria

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Sr. López

Tío Celso sabía que sus días estaban contados. Mandó por el Notario, quien a su esposa y sus hijos, les leyó el testamento y la cosa fue larga porque después de casi 40 años de ser líder sindical algo había ahorrado, se entiende. Pero con una condición para heredar: no avisar a nadie de su muerte, que lo velaran en su casa y de ahí, directo al cementerio. Años después preguntó este menda a la feliz viuda, tía Catarina, el por qué y sin pensarlo dijo: -Sus agremiados iban a llevar músicos y rumberas a su velorio y al sepelio, lo odiaban -¡ah, bueno!
Confiesa este menda que con mala intención, se reservó cualquier comentario sobre la muerte de Porfirio Muñoz Ledo (Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, que era su nombre completo), a fin de observar la reacción de nuestra mal llamada clase política, que de política poco tiene y de clase, ninguna (con las excepciones que da pena lo sean pero, en fin, con las singularidades de los presentables que aún nos quedan).
Como usted sabe, el domingo pasado, 9 de julio, a días de celebrar su 90 cumpleaños, falleció. Aparte de las condolencias sinceras de muchos, hubo la habitual catarata de declaraciones de ocasión políticamente correctas, de funcionarios, legisladores y líderes de partidos políticos, todos lamentando la “irreparable pérdida” (frase tonta si las hay, los muertos no están perdidos), y todos enalteciendo a quien sin duda es una de las últimas personalidades de talla histórica de nuestra vida pública, personaje de amplia cultura, constitucionalista destacado, bueno para todo: político de gran calado pero campeón de baile, pero campeón de box, pero infatigable tenorio, pero bebedor, pero magnífico tribuno, pero fumador, pero invencible polemista, pero orador de esos que merecen y deben oírse, y cosa rara, pensador, poco dicho siendo lo más trascendente, Porfirio pensaba, sí, y no se tiene registro de que en su vida haya dicho una babosada.
La Cámara de Diputados organizó un homenaje de cuerpo presente. Allá fue llevado su ataúd y después de penosos 20 minutos de espera en el vestíbulo del recinto, fue colocado al pie de la tribuna, cubierto con la bandera nacional, flanqueado por dos retratos de él. Minuto de silencio, Himno Nacional, minuto de aplausos y variopintos discursos olvidables de oradores, también olvidables, de cada partido.
Destacó el trago gordo que pasó Nachito Mier (Porfirio ‘dixit’), coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, quien dijo: “Más allá de diferencias, de coyunturas y de intereses, el Congreso representa la pluralidad y diversidad de nuestro pueblo. Nadie como Porfirio entendió esta circunstancia y actuó en consecuencia”.
Bueno, algo tenía que decir, pero no fueron “diferencias”, “coyunturas” ni “intereses”, no, fueron denuncias que en cualquier otro país hubieran provocado un terremoto político, porque Porfirio Muñoz Ledo, después de las elecciones del 2021, acusó a este gobierno y al Presidente, de tener pactos con el narcotráfico.
Luego, en su participación en la XL Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), el más importante y amplio foro de partidos políticos de América, del que forman parte 69 partidos de 30 países de nuestro continente, más la participación de otros 700 partidos de Asia y África, Muñoz Ledo se refirió a López Obrador diciendo:
“Hay un paquete de poder y ese paquete es una alianza entre el narco y el gobierno (…) debe entender Andrés Manuel López Obrador que su contubernio o alianza con el narco no es heredable, no es heredable, porque éstos, como lo han hecho siempre y en todas partes, en todas las plazas políticas, se entienden con el que va llegar, ya no va necesitar el narco del Presidente (…) México vive una intervención despiadada del narcotráfico y ese monstruoso conflicto de intereses, el que la autoridad y el crimen tienen, es el fin de cualquier moral pública y de cualquier gobierno legítimo”.
Y dijo más: “(…) desde hace dos o tres años México dejó la transición democrática y está iniciando una reversión autoritaria con un nuevo rey de la selva que es el narco, porque potencia en dimensiones nunca soñadas, nunca imaginadas, el uso del dinero en los procesos políticos (…) yo le llamo narco-Estado, yo le llamo narco-gobierno, que es algo que debe ser denunciado”.
A esa acusación tan inmensamente grave viniendo de quien vino, el Presidente respondió diciendo que era “un corriente y vulgar” y ¡listo!
Porfirio Muñoz Ledo repitió su acusación en varias y no pocas entrevistas con los periodistas más destacados del país y en tal vez la última que dio, a Adela Micha, insistió que el problema de México es el narco Estado y que el próximo gobierno va a enfrentar un reto inmenso y agregó que tenía las pruebas de sus dichos en una bóveda bancaria, lo que era su “seguro”. Ha de ser y si no es, igual dejó comprometidos a sus hijos. Ya ni modo.
De regreso al homenaje en la Cámara de Diputados. La señorita Secretaria de Gobernación estuvo presente en representación del Presidente de la república, quien como buen coleccionista de agravios, no perdona nunca ni siquiera ante la muerte. Y mostró su desprecio, presentando sus condolencias con un tuitazo de 39 palabras: “Lamento el fallecimiento de Porfirio Muñoz Ledo, con quien por mucho tiempo tuve coincidencias. Las discrepancias recientes no borran los buenos y largos momentos de amistad y compañerismo; mucho menos su legado político. Abrazo a sus familiares y amigos”. Sí, ha de estar muy lamentoso… y no fueron discrepancias, fueron acusaciones gravísimas.
Y por si no lo supo, la ceremonia en la Cámara fue una puesta en escena. La mayoría de los presentes no eran diputados sino personal técnico y administrativo de la Cámara, lo que es una novedad, la ceremonia luctuosa con acarreados, pero sin plañideras, esas cobran y estos nomás lo hicieron por cumplir. Qué desvergüenza.

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