CRÓNICA: A flor de piel, la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo

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CIRO CASTILLO

EDG INFO

Uno no comprende por qué razón un pueblo entero se paraliza por completo en el mes de enero, hasta que lo vive a flor de piel.

El roce de los zarapes ásperos, el chinchineo, el olor a ixtle de las monteras, el zapateado, el griterío en honor a San Sebastián y los demás santos que cuidan a este lugar heroico, colonial y mágico.

Uno no entiende el valor de la Comida Grande (pepita con tasajo), hasta que camina por un rato junto a los parachicos y las chiapanecas que lucen orgullosas sus vestidos, y ya tienes hambre.

De repente un hombre, completamente desconocido, al que nunca has visto y quizás nunca más volverás a ver, te invita a pasar a comer. Te llama hermano.

Comes de pie, junto a otro grupo de desconocidos, que te miran con cierto recelo, pero al mismo tiempo con mucha familiaridad.

No hay platos desechables ni lujosos, simplemente un tazón de barro y un “rimero” de tortillas, con las que cuchareas la comida.

Miles de conocidos y desconocidos se han postrado ante la imagen de San Sebastián, quien les mira en silencio, sin inmutarse.

En las calles de la mítica ciudad de Chiapa de Corzo, donde todo es grande, es 20 de enero y hay fiesta por todas partes.

Cada calle, principalmente las del centro, tiene su propia fiesta.

Hay tecladistas que sacan su mejor repertorio y sus mejores vestimentas para la ocasión.  Otros simplemente sacan las bocinas y ponen música, para darle duro al zapateado con música de marimba.

Hay comida y bebida por todas partes. No falta al que se le pasaron los tragos y camina por las calles y avenidas como perdido, pero evidentemente feliz.

La fiesta comienza muy temprano y entrada la noche, la algarabía no termina. Una esplendorosa luna llena que se prepara para el eclipse enmarca esta festividad y alumbra al Río Grande, quien ya duerme…

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