Certificado de defunción: La Feria

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SR. LÓPEZ

Siete hermanos heredaron a partes iguales las tierras de su padre, allá cerca de Toluca. ‘Tierras’ en aquellos tiempos previos a la Revolución, eran miles y miles de hectáreas (y mucho ganado). El hermano mayor y cabeza de todos, se llamaba Emilio, tío abuelo del abuelo materno, Armando (o sea: tío tatarabuelo de este menda). Contaba el abuelo que una tempestad de rayos en seco, desató un feroz incendio en las montañas que duró semanas, fue bajando y arrasó siembras, graneros y con mucho ganado. Sobró mucho pero en comparación de lo de antes, muy poco.Apagadas que fueron las llamas, porque ya no quedaba qué se quemara, no por otra cosa, el tal Emilio juntó a sus seis hermanos y les dijo que para ‘levantar’ todo otra vez: entre los seis tenían que aportar el dinero y el trabajo de su gente para limpiar las tierras, comprar aperos, semillas, vaquillas y sementales, para reconstruir canales, bodegas, galpones, trojas, corrales y hórreos. Cuando los seis le preguntaron que ponía él, les dijo que nada, porque lo que se había salvado era lo suyo, que él les iba a cobrar ‘simbólicamente’ por dirigirlos y administrarlos… y así fue que dividieron todo entre siete y del tío Emilio ya nunca se volvió a hablar.

Nuestro gobierno ayer decretó, muy justificadamente, la Emergencia Sanitaria Nacional (no, no por la elección de 2018, no sea así, por lo del Covid 19).

Dicha Emergencia es por el periodo de antier 30 de marzo al último de abril (si la realidad no manda otra cosa).

Básicamente consiste en que con salario completo, nos quedemos encerrados en nuestras casas todos los que podamos (con las excepciones lógicas: personal de salud, policíaco, militar, de abasto alimentario, etc…). El gobierno por su parte, se encargará de comprar lo necesario y organizarse para cuando reviente la ola.

En palabras de Marcelotzin Ebrard, Canciller de México: “Vamos a tener un mes difícil, pero si no nos concentramos va a ser, quizás, más de un año el impacto económico. Es escoger qué queremos hacer: concentramos todo nuestro esfuerzo este mes o tenemos un año, cuando menos, de una dificultad económica enorme. ¿Qué sucedería? Aumentaría la pobreza muchísimo más”.

Lo de la Emergencia Sanitaria Nacional se puede decir de otra manera: 

Al peladaje nacional nos toca obedecer y salir los menos que se pueda a la calle, hay que atajar la ‘infectadera’; es por nuestro bien. A los patrones les toca perder (es por nuestro bien); a los que viven al día vendiendo chicles, les toca perder (y no comer… al fin que son poquitos, taaan poquitos).

Al gobierno le toca hacer su trabajo (es por nuestro bien). El gobierno ya va a usar nuestro dinero (el Presupuesto de Egresos), en cuidarnos; el gobierno no pone nada, por eso le importa tanto que sigamos pagando impuestos; lástima que con la economía casi parada, van a cobrar muy poquito.

Por supuesto tenemos que acatar estas disposiciones, pero por supuesto tenemos derecho a preguntarnos qué va a hacer el gobierno aparte de lo normal (dar recomendaciones y atender enfermos… mientras no lo rebase el tsunami de contagiados).

El gobierno no quiere aceptar la realidad y sostiene que la epidemia empezó el 27 de febrero. Tal vez sea la fecha ‘oficial’, pero China avisó desde el 30 de diciembre y la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde Ginebra, Suiza, en voz de Michael Ryan, jefe del Programa de Emergencias de la OMS, URGIÓ el 29 de enero a gobiernos en el mundo entero, incluso a los que no habían registrado casos del nuevo coronavirus, a “estar alerta” y a “actuar” para prevenir el contagio. “El mundo entero tiene que actuar”, dijo; luego, la OMS emitió un memorando de diez páginas el 16 de febrero, sobre el manejo de viajeros enfermos en aeropuertos, puertos y pasos fronterizos terrestres.

En México nuestras autoridades sanitarias se lo tomaron en serio pero con calma y el 28 de febrero, un mes después de la alerta de la OMS, empezó la campaña de no darse la mano, no besarse, estornudar sin salpicar, pero nuestro Presidente no, él es de otra pasta, qué digo pasta: él es de bronce, del que se usa para estatua de héroe. Todavía el 12 de marzo (casi seis semanas después de la alerta de la OMS), desde Palacio en su mañanera, dijo: “Hay quien dice que por lo de coronavirus no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse, no pasa nada…”

Luego, el 19 de marzo, en otra de sus mañaneras, respondió la pregunta de cómo se cuida del contagio y fue el trepidante momento histórico, de esos inolvidables, cuando presentó a sus ‘guardaespaldas contra el coronavirus’: unas estampitas religiosas, diciendo: -“Nuestra protección es la honestidad y… miren -redoble de tambores, extracción de cartera y estampas-, detente enemigo, que el Corazón de Jesús está conmigo” (lagrimeo de reporteros, suspiros de emoción de las damas presentes, gabinete de rodillas)-y luego sacó otra imagen del sacro órgano circulatorio; un trébol de cuatro hojas; un billete de un dólar americano. ¡Ya la hicimos!

Luego, el 6 de marzo (un mes y siete días después), la Secretaría de Salud informó que “(…) en el Consejo Nacional de Salud, sí se aprobó la idea de que tengamos una compra consolidada de insumos para coronavirus, para la respuesta, y que busquemos crear un fondo solidario”. ¡Qué bien!

Caballeros del quirófano redondo: ¡no se necesita aprobación de nadie!, la ley de salud prevé estos casos: se compra lo necesario y ya, en pleno incendio nadie se reúne para decidir si sería buena idea llamar a los bomberos, si se aconseja su intervención, ni pide presupuesto de agua.

La verdad es que el Presidente está aplicando criterios políticos a una emergencia de salud, buscando cómo hacer creíble que los ‘conservadores’, están de fiesta por esto, que lo quieren ‘aislar’; y los médicos del gobierno están tratando de combatir la epidemia sin molestar al Presidente, sin quitar un peso a sus programas y proyectos, sin decirle que la 4T, por alta concentración de babas en el cerebro, ya tiene certificado de defunción.

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