Cartucho encendido: La Feria

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Sr. López

Tío Óscar ganó mucho como artificiero. Era experto en explosivos y se encargaba de las voladuras del gobierno y de algunas compañías mineras. Se retiró joven y cada año iba a Autlán a las fiestas de Nuestra Señora del Rosario, y el mero 1 de octubre, él mismo lanzaba los fuegos artificiales, hasta que un día llegó la noticia de que tío Óscar había volado junto con algunos mirones sin dejar mucho rastro. La abuela Elena comentó: -Pero decía que para él, que manejaba dinamita, los cuetes eran juego de niños… y no quedó ni qué enterrar -hizo confianza.
Por lustros quien hoy es Presidente de México, exigió el regreso de las tropas a los cuarteles y cuando llegó al cargo, reforzó su presencia en labores de seguridad pública y dispuso su intervención en tareas de carácter civil: terminación de 32 hospitales; edificación del Parque Ecológico Lago de Texcoco; construcción del aeropuerto Felipe Ángeles y del de Tulum, de tramos del Tren Maya y de 2,700 sucursales del Banco del Bienestar; aparte, distribución de libros escolares, medicamentos y gasolinas; contención de migrantes; custodia y administración de puertos y aeropuertos; y participación en programas como Sembrando Vida.
Nunca en la historia del país las Fuerzas Armadas han tenido mayor influencia en nuestra vida pública, ni en tiempos virreinales, ni en el porfiriato ni en tiempos de la post Revolución. Y su peso político se los quitó de un plumazo Lázaro Cárdenas.
En su mañanera de ayer, ante la pregunta de ¿por qué tanta protección y poder al ejército, por qué no se toca en este gobierno al ejército?, el Presidente respondió tal vez sin medir la trascendencia de sus palabras:
“Se protege al ejército por qué es una institución fundamental para el Estado mexicano (…)”, y añadió que además del respaldo de los ciudadanos, el Ejército y la Marina son las instituciones clave para poder concretar su proyecto de gobierno. Haberlo dicho antes.
Dijo “fundamental” y fundamental es lo principal de algo, lo más importante y también es lo esencial, lo que hace que algo sea lo que es. Si el ejército es fundamental para el Estado mexicano como el Presidente ha dicho, quiere decir que es lo principal, lo más importante para el país, que eso es el Estado a menos que él confunda Estado con gobierno, con lo que vendría a ser lo más importante del gobierno, de su gobierno… haberlo dicho antes… y si es esencial, quiere decir que los militares hacen a México ser México… se insiste: haberlo dicho antes.
Más serio es lo que añadió, que las fuerzas armadas son las instituciones clave para poder concretar su proyecto de gobierno. Esto es grave. Las fuerzas armadas no son parte de las instituciones que permiten concretar un proyecto de gobierno, no: junto al respaldo que da la elección democrática, un gobierno concreta sus proyectos con eficiencia en sus actos, con la premisa de que respeta la ley y la hace respetar.
Es grave su afirmación porque el ejército es pieza clave solo para los gobiernos de líderes solitarios, de caudillos, de autócratas o dictadores. Nuestro Presidente hasta hoy no es un dictador, ni de lejos, ni un autócrata por más que sea mandoncito, pero sí es clara su vocación al caudillato en su carácter de solitario del poder que solo él ejerce sin tomar parecer nunca a su gabinete y quejoso permanente de los actos propios de los poderes Legislativo y Judicial y de las atribuciones de los órganos autónomos. Si hay algo que lo irrita es toparse con cualquier obstáculo a su autoridad que cree absoluta y no es.
En las democracias, el poder militar está siempre bajo la autoridad civil; por eso nuestro Presidente es Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, solo por eso y por lo mismo es el único facultado para disponer de ellas, supeditado a la Constitución que bien delimita sus facultades.
No se puede negar la militarización de la vida pública y del propio gobierno. El caso México ya llama la atención entre expertos de otros países como el prestigiado politólogo Günther Maihold, subdirector del Instituto para Asuntos Internacionales y de Seguridad de Alemania, quien en mayo del 2020, declaró en entrevista a la Deutsche Welle (la emisora internacional de Alemania de periodismo independiente que emite noticias en 30 idiomas, por si no la conoce), declaró, repito, que lo que hace el Presidente “Es construir el Estado desde el Ejército, lo que el Presidente conecta en su discurso con las enseñanzas históricas que profesa pero que no está a la altura de una sociedad democrática hoy en día”. No es un socio de la mafia del poder, es un estudioso alemán al que a fin de cuentas le importa un pito lo que pase acá.
Don Maihold en esa entrevista afirma que “la gestión del presidente -López Obrador- es guiada por su instinto político, no logra deshacerse de sus convicciones personales sobre quienes considera amigos y enemigos. Lo que necesitaría justamente, es un gobierno integral en donde se discutan las posiciones básicas y no obedezca a las enseñanzas de las mañaneras”.
Remata este Maihold diciendo que los efectos de los recortes presupuestales en el gasto corriente afectarán gravemente a las instituciones del país: “Tendrán un efecto devastador para la cohesión de la gestión gubernamental”.
Esa falta de cohesión de sus acciones de gobierno es muy visible, los secretarios de su gabinete están para obedecerlo sin posibilidad de asistirlo y esto se agrava por la falta de un partido político estructurado y actuante que lo respaldara, sí, pero que limitara sus decisiones.
Tal vez no se dé cuenta el Presidente, pero ha jugado con fuego y ya es rehén de las fuerzas armadas. Si lo duda recuerde como de un día para otro, pasó de apoyar la detención del general Cienfuegos en los EUA, a reclamar con todo su peso político que lo devolvieran a México, como fue y no para juzgarlo sino para declararlo inocente haciendo pública su dependencia de los militares.
Quien sea que lo suceda va a recibir junto con la banda presidencial, un cartucho encendido.

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