Lo romántico del zapatismo: Ensalada de grillos

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CIRO CASTILLO

Nadie puede negar que aquel primero de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) sacudió conciencias.

A muchos mexicanos, aquel grupo de encapuchados liderados por un personaje que luego se volvería famoso por sus cartas, nos hizo creer que quizá era el momento de otra revolución. Pensábamos que algo pasaría en Chiapas y en México.

En las comunidades cercanas al área de influencia zapatista hubo campesinos que se fueron a “enlistar” porque les dijeron que habría reparto de tierras cuando ganaran.

Tiempo después, incluso antes de que se diera la “irrupción armada”, dejaron las filas zapatistas porque no tenían ni para comer. Al contrario de ganar, estaban perdiendo lo poco que les quedaba.

Al paso de los años, poco se habla de los muertos de aquellos pocos días que duró “el enfrentamiento”.

Al paso de los años, aquel 1 de enero de 1994 y aquel grupo guerrillero que sigue ahí, solo parece algo romántico…

A 25 AÑOS DEL ALZAMIENTO

En 25 años de zapatismo nada o casi nada ha pasado en los pueblos indígenas. Tienen ahora mayor reconocimiento, pero no tanto.

La marginación a la que han sido sometidos sigue siendo la misma de siempre. Los siguen usando igual que antes.

Quizá, lo que cambió fue que muchas organizaciones de indígenas se dieron cuenta que había formas de ser escuchados, y radicalizaron sus posturas. Quizá también, y de ello pocos hablan, hubo una gran penetración del crimen organizado.

Por lo demás, la mayoría de los indígenas siguen estando muy atrasados con respecto al resto de la sociedad mexicana, sin olvidar que no hay que ser indígena para vivir en la pobreza y extrema pobreza.

El acto para conmemorar el 25 aniversario del surgimiento del EZLN, encabezado por el sub comandante Moisés, ahora que a Marcos no se le mira, más bien pareció un acto desesperado.

Pareció como si a los líderes del grupo guerrillero se les acabara el discurso ante la salida de un PRI y de un PAN, a cuyos gobernantes acusaron siempre de pertenecer a la oligarquía.

El Tren Maya, obra que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pretende dejar como su sello sexenal, parece ser el pretexto perfecto para que los zapatistas tengan otra vez discurso y vuelvan a salir a la luz pública.

AMLO-MARCOS, VIEJOS CONOCIDOS

Se “viralizó” una imagen del Sub Marcos y Andrés Manuel López Obrador saludándose. Eran otras épocas y otro el contexto social y político.

Marcos era más delgado y AMLO mucho, pero mucho más joven.

Ahora las posturas de ambos, obvio, no son las mismas de entonces.

Andrés Manuel, después de tres intentos, llega a la Presidencia de la República, aunque para lograrlo echó mano de aliados que otrora parecían impensables.

El tabasqueño conoce bien el pensamiento y las ideas del grupo guerrillero y el grupo guerrillero conoce bien al ahora Presidente.

Ambos saben que tienen un discurso del que no se pueden salir y deben mantener una postura que no pueden cambiar.

Obrador hizo promesas que intentará cumplir a costa de lo que sea y los líderes zapatistas no pueden abandonar ahora las banderas que enarbolaron en aquel, aparentemente lejano 1 de enero de 1994.

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