CIRO CASTILLO
Es entendible que el gobierno mexicano ande buscando recursos hasta por debajo de las piedras, pues la crisis económica azuzada por la pandemia del COVID_19 es de un tamaño incalculable.
Algunos analistas, llámeles pesimistas, estiman que el decrecimiento económico de este fatídico 2020 podría ser de hasta un 12 por ciento.
Otros, más optimistas, incluidos algunos funcionarios del gobierno como Alfonso Romo, coordinador de Gabinete, consideran que podría ser de un ocho por ciento.
Como sea, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador necesita recursos y por nada del mundo, al menos hasta que pasen las elecciones, aumentará o creará impuestos, incrementará los precios de las gasolinas y mucho menos, recortará programas sociales.
Reiteramos, es entendible que la 4T busque acercarse recursos y así lo ha demostrado con el “correteo” a los que debían impuestos y a los que siempre pagan.
Ahora bien, lo criticable y no entendible, es que de la noche a la mañana pretendan desaparecer 109 fideicomisos de distintas áreas de la administración pública.
Pretenden desaparecer fideicomisos para la ciencia, para el deporte, para promover el poco cine mexicano que se hace (aunque algunas cintas sean chafas) y hasta para el Fonden, el cual es un colchoncito que se tiene listo para utilizar cuando hay una tragedia provocada por asuntos, en su mayoría naturales.
Reiteramos, es comprensible que el Presidente de México quiera hacerse de recursos, como sea y de dónde sea, pero no es posible que sus asesores no le indiquen el camino menos pedregoso a seguir, cuando su intención había quedado manifiesta desde hace meses.
A pesar de que el proceso para desaparecer estos 109 fideicomisos no está concluido en la Cámara de Diputados, ¿qué no tiene asesores el Presidente? ¿Qué él tiene que hacer todas las tareas y capotear todas los pelotazos que le llegan?
Es cierto que él mismo ha dicho que hay temas que no le gusta delegar, pero eso de hacer recortes requiere un ejercicio de precisión y con bisturí. No es con machete…
UN FLORERO
Queda claro que no es lo mismo cantar que gritar. Y algo así le ha pasado al secretario de Salud federal, Jorge Alcocer Varela, quien pese a ser considerado un gran académico no ha resultado ser un gran administrador.
Al funcionario federal le tundieron este miércoles durante su comparecencia ante el Senado de la República, donde le recriminaron problemas como el desabasto de medicinas para niños con cáncer y, claro, la atención de la pandemia que ha dejado más de 77 mil muertos.
Aunque hubo quién le defendió, le llovieron acusaciones hasta de ser un “florero” y peticiones de renuncia.
Jorge Alcocer habla poco y a pesar de que eso no quiere decir que no sea un experto en su materia, no es lo mismo cantar que gritar…
PREGUNTA CON GRILLA
¿Será que Carlos Morales Vázquez es el más “lavadito” de los presidentes municipales que llegaron al cargo, cobijados por Morena?
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