Ay, mamá Chonita: Ensalada de grillos

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CIRO CASTILLO

La última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), elaborada por el INEGI, demuestra nuevamente que el “coco”, el dolor de cabeza de la población, sigue siendo la inseguridad.

De acuerdo con los resultados del “sondeo”, el 73.7% de la población de 18 años y más, considera que vivir en su ciudad es inseguro.

Aunque la encuesta se basa en un análisis de las zonas urbanas, la cosa no ha de estar tan lejos en las áreas rurales del país, donde tampoco cantan mal las rancheras. Ahí hay otros problemas, igual o más graves. La gente dejó el campo y le ha entrado a otros negocios, quizá no tan lícitos, pero les dejan para vivir.

Hay en ciertos lugares “hambre” de sobrevivir, en ocasiones, a costa de lo que sea. Dicen que el hambre es como la gana de ir al baño.

Quizá esto explica la rapiña sucedida hace unos días en Veracruz, cuando un tráiler cargado con ganado, de Chiapas, por cierto, chocó con otra unidad. La gente se abalanzó contra el ganado y, sin exagerar, destazaron vivas a las reses; otros, más “decentes”, los treparon en camionetas y se los llevaron.

Por eso los llamados del presidente, Andrés Manuel López Obrador, a que la gente se porte bien, a que no le entre al “huachicoleo”, no necesariamente darán resultados.

Ni con programas sociales podría haber una respuesta positiva a estos llamados que, si bien se hacen de buena fe, es posible que no hagan eco entre el pueblo. ¡Ay, mamá Chonita!

LOS FREGADOS Y LOS FREGONES

Las ciudades con mayor sensación de inseguridad fueron Reynosa, Chilpancingo de los Bravo, Puebla de Zaragoza, Coatzacoalcos, Ecatepec de Morelos y Villahermosa. Mmmm, habría qué preguntarle a sus autoridades actuales o recientes.

Otro dato clave es la percepción de inseguridad para las mujeres; ésta es del 78%, mientras que para los hombres fue de 68.6 por ciento.

Afortunados los que viven en las ciudades con menor percepción de inseguridad: San Pedro Garza García, Mérida, Saltillo, Puerto Vallarta, Durango y Los Cabos , con 23.1, 28.8, 30.5, 38.7, 39.5 y 42.3%, respectivamente.

Si le rascamos un poquito, seguro que encontraremos que en estos mismos lugares hay más trabajo. Esa es una razón para que la gente no se incline por enrolarse en las filas de la delincuencia; sin opciones, como decía el gran José Alfredo Jiménez: “no vale nada la vida”.

CHIAPAS, TOQUEMOS MADERA

Si de algo ha presumido Chiapas en los últimos sexenios es de la seguridad.

A pesar de que compartimos una frontera porosa con Centroamérica, los índices delictivos han sido de los más bajos en el país, al menos en los llamados delitos graves.

No se puede negar el miedo que hay en las colonias, para no ir lejos, de Tuxtla Gutiérrez, donde la gente coloca hasta mantas para advertir a los delincuentes que, si los agarran “los encueran”.

Sin embargo, a pesar de ello, los problemas de delincuencia organizada que se reportan en otros estados del país no se ven aquí.

Se ha criticado al fiscal general del Estado, Jorge Llaven Abarca, porque después de ser Secretario de Seguridad en el sexenio pasado ahora fue elegido Fiscal General por nueve años. Pensemos al contrario, por qué pasó la barrera sexenal y por qué el nuevo gobernador, Rutilio Escandón Cadenas, le brindó la confianza. Algo ha hecho bien, seguramente. No es de a gratis.

Por otro lado, no podemos echar las campanas al vuelo y toquemos madera.

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