Vamos a ciegas: La Feria

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Sr. López

Médicamente no hay relación entre el embarazo de una señora y la pérdida de la dentadura de un pariente cercano, pero así fue con Chucho, un primo de este menda, que tuvo dientes postizos desde adolescente, pues cuando Alicia su hermana menor salió con su domingo siete, Alicia mamá, vencida, a ella no dijo nada pero a él, su eterno chaperón, se lo recriminó amargamente y Chucho contestó que él cuidaba a su hermana, sí, pero no iba a andar espiándola, que eso no era de caballeros, que fue cuando la tía, con habilidades insospechables en ella tan señora de su casa, lo prendió con un recto a la mandíbula que ni el Mantequilla Nápoles (o el Canelo si es usted muy joven). Pues sí.

Le tengo una mala noticia: el gobierno mexicano no espía. Palabra presidencial.

El martes pasado, en su madrugadora, ante el reclamo de una reportera por el supuesto espionaje de la Sedena a un activista de derechos humanos y dos periodistas, el Presidente, enfático, lo negó:“No es cierto que se espíe a periodistas o a opositores. (…) No es cierto. Yo hice el compromiso de que nadie iba a ser espiado (…) el Ejército no se mete a hacer espionaje (…)”. Y añadió pedagógico como es él: “Ellos (los militares) tienen labores de inteligencia que llevan a cabo, que no de espionaje, que es distinto”. ¡Ah, caray!Insiste este tecladista en que por el amor del dios en que crean sus colaboradores, ya se apiaden de este pobre hombre. Que alguien le explique, despacito, ténganle paciencia:Espionaje e inteligencia, son correlatos, van de la mano. Espionaje es el cúmulo de prácticas secretas, legales e ilegales, para obtener información. Inteligencia es la evaluación y procesamiento de esa información para verificar sea cierta y transformarla en datos útiles que sirvan para tomar decisiones. Estamos refiriéndonos al espionaje e inteligencia de los gobiernos, no al espionaje industrial ni al señor que contrata detectives para ratificar que porta cuernos, eso es otra cosa. Se entiende.

El paquete espionaje-inteligencia, es imprescindible para los gobiernos, sus resultados permiten prever escenarios, evitar incertidumbre, reducir o neutralizar peligros para el Estado-nación, provenientes de otros países o del interior del propio respecto de la seguridad pública. Un cuerpo de gobernanza, policiaco o de procuración de justicia, sin espionaje e inteligencia, es inútil.

Dada la naturaleza no raramente ilícita del espionaje y en general de los medios de obtención de información, todos los países niegan practicarlo, sabiendo todos que todos mienten y todos se espían.Los EUA por ejemplo, reconocen contar con 16 diferentes agencias de “inteligencia”, a las órdenes de un Director Nacional que responde directamente al Presidente de su país. No se crea que la CIA es la más importante… ni la mejor. Y las llaman de “inteligencia” porque “espionaje” se oye fatal.

Rusia no canta mal las rancheras y cuenta con el muy poderoso Servicio de Inteligencia Exterior, el SVR (Sluzhba Vnéshney Razvedki, claro), con oficinas en todo el mundo y que resultó de la fusión en 1991 de la conocida KGB y el Servicio Central de Inteligencia de la entonces URSS.

Por cierto, los rusos no se andan con trapitos calientes y abiertamente aceptan que la SVR, cuenta con la “Oficina S”, dedicada a la “inteligencia” ilegal, así, a lo pelón. Entre varias agencias más, como la de sus fuerzas armadas, tiene el FSB (Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia), para la seguridad interna, bajo el mando directo de don Putin.

El espionaje entre naciones es asunto peliagudo y controvertido; por un lado hay quienes sostienen que es perfectamente válido y ante la ausencia de tratados internacionales que lo prohíban, la falta de algún principio general de Derecho o de carácter consuetudinario (de costumbre, que también es fuente de Derecho), los gobiernos pueden espiar en defensa de su soberanía y su interés nacional; pero hay quienes invocan la Carta de las Naciones Unidas, que plantea la no intervención en los asuntos internos de los países y la Resolución 2625 de la ONU, que sostiene que ningún Estado podrá andar de metiche en los asuntos de otro, argumento muy guango, cuando se espía para saber qué travesuras planea hacer el vecino. En fin: igual todos espían.

Asunto muy diferente cuando se revisa el espionaje interno, que debe sujetarse en teoría a las leyes propias de cada país, para impedir violaciones a los derechos humanos (¡otra vez!).

En México tenemos leyes que regulan la intervención del gobierno en los asuntos de cada uno. Muy bien. Pero si quiere usted dormir tranquilo, ojalá el gobierno espíe, mientras dedique sus afanes a los delincuentes y a los loquitos que nunca faltan y pueden provocar tragedias.

Por supuesto lo deseable es que nunca se espíe a políticos, activistas, líderes sociales, periodistas y todo lo que se le ocurra mientras sea una actividad lícita… pero lo han hecho siempre, lo hacen y lo seguirán haciendo. ¿Está mal?… sí… ¿y qué?Le cuento una de la vida real: hace muchos años un querido amigo trabajaba para un político muy cercano al Presidente de la república de entonces. Sin saberlo y por lo que ya no importa, fue señalado de formar parte de un grupo secreto de intenciones por determinar (todas graves). No se movió la hoja de un árbol: el político ese informó a Gobernación, de la que dependía la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional (luego Cisen), que el mismo día, entregó la carpeta en que constaban vida y milagros del amigo que le cuento, con una breve nota que desacreditaba la acusación.

El político mostró al señalado la carpeta en la que había cosas que según ese querido amigo, era imposible que supieran, pero las sabían. En ese caso al menos, le ayudó, mucho, que el gobierno lo hubiera espiado. Bueno, eran tiempos en que el gobierno tenía oficio de gobierno.

Pero de regreso a la realidad: si no vamos a dudar de la palabra presidencial: ya no se espía. Ojalá fuera mentira porque si es cierto, vamos a ciegas.

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