Trepadores y oportunistas: La Feria

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Sr. López

Hace mucho se lo conté: allá en Toluca, tía Mariquita se casó tres veces… con el mismo señor. En su cuarto divorcio, del mismo señor, tía Victoria le dijo: -No vuelvas a decir que es el hombre de tu vida, tú eres su bruta –se enojó.
Con tranquila desfachatez, los mismos que son parte del gobierno que ha puesto al país como está, se presentan ante el público con cara de circunstancia, proponiendo seguir otro sexenio haciendo lo mismo que no da resultados.
Con risible vehemencia, los que fueron una lánguida oposición los primeros cinco años de este gobierno y ayudaron a fortalecer al movimiento-partido en el poder, dan su diagnóstico de los males que nos aquejan y ofrecen la solución.
México no necesita otro diagnóstico de sus problemas, elaborado por los creadores de sus problemas. México no necesita otro paquete de soluciones propuestas que solo son discurso de circunstancia electoral.
El real diagnóstico es que los políticos, estos políticos, no son la solución, son el problema.
Si le parece extremosa la afirmación, dígase qué funciona bien manejado por los políticos. En México ni el petróleo es negocio, porque el gobierno se lo quedó para exclusivo beneficio de los políticos de turno y su fétido sindicato, que eso de que el petróleo es del pueblo es un pregón de vendedor de pócimas milagrosas. O piense en la electricidad, ¿cómo se puede perder dinero teniendo de clientela cautiva a 130 millones de personas y todas las empresas del país?… cobrando las tarifas que les da la gana porque no hay competidores.
Si no se ha aburrido, revise qué pasa en esa compañía de seguro médico, el IMSS, con 28 millones de clientes cautivos que pagan puntualmente la cuota que se les impone sin explicaciones, y no reciben a cambio los servicios contratados, ni les surten las recetas (en 2019 fueron 5 millones de recetas sin surtir, en 2021 la cifra subió a 15.9 millones), ni los atienden con servicios de calidad porque como denuncia su personal médico, carecen de medicamentos, material de curación y otros insumos, por lo que sus clientes tienen que comprarlos por su cuenta, sin recuperación posible y obligados a seguir pagando sus cuotas.
Como último ejemplo de la bárbara ineficacia de los políticos, recapacite en esa inmensa empresa inmobiliaria e hipotecaria que es el Infonavit, con más de 56 millones de clientes cautivos que aportan la cuota que se les pone (en 2020 sumó 9,204 millones de dólares de ingresos), y en toda su historia de 1972 a la fecha, ha entregado 12 millones de viviendas o créditos… ¿y los otros 44 millones de clientes, qué, nomás les toca pagar?, sí, y pagan o pagan.
En resumen, lo único que les funciona a los políticos son sus partidos políticos, como empresas productivas que a cambio de no producir nada, tienen asegurados sus ingresos que desde el gobierno se entregan a sí mismos, tomando el dinero de nuestros bolsillos, eso sí: nosotros los mantenemos (bien) y ellos no tienen ninguna obligación con nadie. Y para que le arda, se le recuerda que este año, los partidos reciben del erario la bonita suma de 6 mil millones de pesos, y en 2021, como hubo campañas, les tocaron 14 mil millones de pesos… y no pagan un centavo de impuestos.
Ahora, contraste ese universo de mediocridades, fiascos y dispendios oficiales, con los 500 mil millones de dólares anuales que los empresarios de este país exportan, produciendo contra viento y marea, capoteando arbitrariedades de funcionarios, hasta conseguir que México sea el principal socio comercial de los EUA por encima de China y Canadá. Se dice fácil.
Así, mientras el gobierno se las ingenió para producir cuatro millones más de pobres, las empresas privadas son fuente de ingreso para 28 millones de familias; y aparte y por su cuenta, hay otros 32 millones de ciudadanos de a pie que se autoemplean y mantienen honradamente sus hogares, sin seguridad social y afrontando igual que las empresas formales, los peligros de la delincuencia organizada que los extorsiona, porque el gobierno ya dejó claro que no van a “reprimir”, como si imponer el respeto a la ley fuera represión. Así estamos.
La pregunta es cómo siendo así las cosas, los políticos pueden seguir haciendo de las suyas. Pues porque son inevitables. Los países no se conducen a su aire, sin estructuras de gobierno, el anarquismo es quimera. Alguien tiene que atender la cosa pública, pero no así. Como estamos, los políticos y la política son lastre y causa de muchos males. La gente poco a poco se da cuenta que es la pasividad cívica la que les permite ser cada vez peores y que ellos son los que necesitan de la población, no al revés: no hay gobierno por poderoso que sea que soporte una huelga general de impuestos o una huelga general de empresarios, no se puede multar a toda la población adulta ni meterla a la cárcel.
El régimen está agotado y el numerito bufo de las campañas políticas y las elecciones como hasta ahora las conocemos, no cuenta con la credibilidad general. El partido-gobierno desde hace dos años inició ilegalmente su campaña para el 2024, sin que se moviera la hoja del árbol. La ciudadanía es indiferente al mismo espectáculo con los mismos actores.
La efervescencia que provocó Fox, igual que la de López Obrador, resultaron de la imagen que proyectaron de personajes ajenos a status de la política habitual. Ahora se repite el estallido de entusiasmo con Xóchitl Gálvez, por la misma razón pero con la inmensa ventaja de que ella sí es ajena a las desvencijadas organizaciones partidistas y muy descaradamente claridosa con los políticos. Los ataques presidenciales a ella confirman que es la candidata correcta de la oposición.
Si los políticos opositores de verdad quieren derrotar al actual Presidente, su candidata (o) y su movimiento-partido, deberían aplicar todos sus oficios a apoyar a Xóchitl Gálvez y dejar que ella se arregle con Dante Delgado, que acabará uniéndose porque es uno más de nuestros políticos tradicionales, de esos trepadores y oportunistas.

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