Testamento: La Feria

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Sr. López

Le conté hace mucho de tía Elena -del lado materno-toluqueño, las católicas en grado mocho-, a la que dejó el marido y luego se casó con otro (escandalazo, fue boda civil nada más y para las pulgas católicas de las señoras de la familia, eso era inaceptable). La dejó el segundo y regresó la tía al seno de la Santa Madre Iglesia, pero al poco la atrajo más el regazo de un tercer marido (ni la caída del Imperio Romano de Occidente causó más revuelo)… y tercera abandonada. Total, la tía detuvo su carrera en el quinto esposo. Mucho después, en una sobremesa, otra tía dijo que “Elenita había tenido mala suerte con los hombres” y el abuelo Armando, que era de poco hablar, comentó levantándose: – Es ella, algo anda mal con Elena, no hay mujer a la que le salgan malos cinco maridos -pues sí.
Se vino el tiempo encima. En cinco meses y medio, en septiembre, inicia el calendario electoral 23-24 y las precampañas serán del 18 de noviembre de este año al 16 de enero del próximo (si no reaccionan los partidos de oposición, van a ser espectadores); luego, del 15 al 22 de febrero del 2024, será el registro de candidatos a la presidencia (y los miles de cargos que serán elegidos). Las campañas electorales iniciarán tan pronto como el 1 de marzo próximo y terminarán el 29 de mayo para que se celebren las elecciones el 2 de junio del 24. ¡Y abur, adiós, chao, bye bye… hasta nunca!
Mientras el Presidente organiza formas de adoración masiva a su persona, para ratificar él ante él mismo, su divina naturaleza de prócer viviente, Morena tiene que encontrar la manera de resolver las consecuencias de la nominación de su candidata a la presidencia de la república (o candidato en caso de emergencia), después de que el señor de Palacio diga quién debe ganar las encuestas y ser la abanderada (abanderado), de él para cumplir las tareas que él le indicará, para que él siga ejerciendo de faro y guía nacional. Tienen el tiempo encima, de aquí a noviembre es un suspiro.
Pensándolo bien, las consecuencias que enfrentará Morena al definir su corcholata designada, se resumen en una: su desmembramiento.
Se les va a dislocar su movimiento. Aparte de tener en su ADN el instinto tribal propio de su genética perredista, enfrentarán su realidad: son un muégano de tirios y troyanos, tribus y clanes, radicales y oportunistas, decentes y barbajanes, que no se hizo partido porque su fundador no lo permitió, para que dependiera de él y solo de él.
Ya definida la candidata (candidato), a la presidencia habrá quienes abjuren de Morena por pertenecer a las huestes de alguna otra corcholata, pero la mayoría se mantendrán disciplinados hasta ver el resultado de las elecciones y ya ganadas, el reparto de las cuotas del poder. Si ganan como todo apunta que sucederá (aunque en estas cosas lo imposible a veces resulta que sucede), aún así vendrá la desbandada de aquellos que no resulten agraciados con una rebanada de poder; y si pierden la presidencia, no le cuento.
La diáspora morenista es previsible porque a la mayoría no los aglutina la convicción sino la disciplina que obliga a bienquistarse con el poder presidencial, para no echar por la ventana la propia carrera política. Y a otros, al menos a algunos de ellos, los hace morenistas la rapiña.
No espere nadie un derrumbamiento súbito de Morena, no, en política la inercia da para años. Vea usted nada más el lento hundimiento del otrora poderosísimo e invencible PRI, hoy ruina, sombra de lo que antes fue. Pero que para allá va Morena es de no dudarlo, sin López Obrador no saben qué son y son nada.
De hecho y contra las habituales costumbres de supervivencia política en México, a este Presidente se le han salido del huacal estando en la plenitud de su poder, algunos cercanos a él o al menos, destacados simpatizantes de las causas que pregona.
No es poca cosa la defección de Porfirio Muñoz Ledo ni los varios deslindes de Cuauhtémoc Cárdenas o el alejamiento de Ifigenia Martínez Navarrete para no mencionar cuadros como Gibrán Ramírez Reyes que de candidato a la dirigencia nacional de Morena y apasionado amloísta pasó a acerbo crítico: “(AMLO) se ha convertido en el gran locutor de un público fiel. Y hemos tenido en este país grandes locutores, pero esos no transforman realidades (su gobierno) es un fracaso total”.
Sin mencionar los que han dejado su gabinete, para ser severos jueces de sus acciones (Carlos Urzúa por ejemplo), sin contar la salida el viernes pasado de Lázaro Cárdenas Batel, coordinador de asesores de la presidencia de la república, que le renunció el día anterior a la magna manifestación del sábado, en honor del Presidente con la excusa de conmemorar la expropiación petrolera que hizo su abuelito Lázaro.
Y no es intrascendente la crítica del izquierdista, muy destacado sociólogo, antropólogo, académico y escritor, Roger Bartra, que en su libro ‘Regreso a la jaula’, afirma que el proyecto político de López Obrador, fracasó y en el corto plazo puede ser peligroso para el destino de México.
Algo anda mal, no es común que a un Presidente en funciones le volteen la espalda sus cercanos ni los que se supone comulgan con sus ideas. Y tome en cuenta que parte del proyecto político del Presidente, era asumir el liderazgo de América Latina y el Caribe, mal asunto visto el fracaso rotundo que significó la elección del Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a la que AMLO propuso un candidato que quedó en último lugar y no recibió el apoyo de esa llamada “izquierda latinoamericana” que él pretende liderar: con excepción de Nicaragua (y otro país centroamericano), ningún país respaldó a López Obrador, Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, ninguno.
Morena acelerará su descomposición aún ganando la elección presidencial, cuando empiecen los jaloneos entre un expresidente López Obrador que se conducirá como siempre, denostando a cualquiera que esté en La Silla, porque no se va a dejar mangonear por él.
Nunca sale dictar a favor de uno mismo su testamento.

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