Perfecta dictadura: La Feria

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Sr. López

Tío Juan de Dios, ave rara del lado paterno-autleco de este menda, no fue charro ni violento ni de armas tomar, era un hombre de letras, abogado, filósofo, catedrático; señor caballeroso, amable, gentil, estimado… y aburridísimo. Vivía en la Ciudad de México con su esposa, tía Clara, que lo quería con el alma y otras cosas (nueve hijos lo probaban), y tanto lo quería que siempre decía a sus invitados, antes de que llegara el tío: -Por favor, acuérdense, hagan como que le hacen caso –así de mucho lo quería.
Oficialmente, según nuestra barroca ley electoral, ayer terminaron las precampañas, que fueron campañas, y se inicia la intercampaña, de hoy hasta el 29 de febrero, lapso raro en el que -sin contar al señor Álvarez de Movimiento Ciudadano, seamos serios-, las candidatas pueden decir solo cosas informativas sin pedir el voto ni decir que son candidatas, como si hiciera falta.
En fin, en marzo y hasta el 29 de mayo, serán las compañas formales, luego el tenochca simplex reflexionará su voto, para emitirlo el domingo 2 de junio y decidir si deja rodar al país o lo rescata. Viene al pelo la frase atribuida a Beto Camus (cita imposible de encontrar, dicen que dijo, ha de ser): La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas. Ese domingo, no faltemos, no le fallemos a México.
Lo que no se puede impedir es que el Presidente siga haciendo ilegalmente campaña, es lo que le gusta, las campañas y lo ilegal, por eso no dejó de hacerlo durante todo su gobierno, en vez de gobernar al país. Y lo hizo al amparo de sus dos principales principios: “¡Al diablo con sus instituciones!”, y “no me vengan con que la ley es la ley”.
Pero a él no tenemos por qué hacer como que le hacemos caso, porque es la personificación de esa política infame que disfraza el interés personal de interés general y el exacto opuesto de algo que parece sí dijo Napoleón Bonaparte: “En política hay que sanar los males, jamás vengarlos”, y él es un vengativo que llegó al poder a eso, a vengar la afrenta imperdonable de no haber llegado antes al poder, dividiendo de inmediato a los mexicanos en dos grupos: no chairos y fifís, no, instrumentos y enemigos (parafraseando a Nietzsche, si es cierto que lo dijo, vaya usted a saber). Los que no se dejan usar, los que no son útiles a sus deseos, son sus enemigos. Tiene muchos.
Su texto servidor no está en plan de retar a ‘Funes el memorioso’ (¡Borges lo guarde!), pero tal vez por algún desarreglo estomacal le vienen a la mente frases que ha ido pescando al vuelo por ahí, en sus desordenadas lecturas. Disculpe las molestias que esto le ocasiona.
Ahí le va otra, atribuida a Ted Kennedy (imposible certificar su autenticidad): En política sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal. Piénselo… verá que es cierto, sea de quien sea la frase. La política, una política, al menos en su planteamiento, tiene que ser correcta, puede estar equivocada pero debe ser decente, de recta intención.
Este Presidente cumple a cabalidad con eso que sí dijo Marx (Groucho): “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Es que parece que don Groucho tuvo el presagio preciso del gobierno que padecemos. Nada más recuerde que este Presidente se ha dedicado a la permanente búsqueda o invención de problemas, a analizarlos mal o no analizarlos y a no resolverlos, sino a empeorarlos (caso de estudio 1: el sector salud entero).
El pregón infatigable del Presidente de que el principal problema de México es la corrupción, lo perseguirá implacable a partir del día en que entregue el poder, porque no son filtraciones o versiones de fuentes que piden el anonimato, sino videos y documentos que exhiben la inmensa corrupción que él tolera y corroe la estructura misma de su gobierno. Nunca, nunca, nunca en la historia nacional habíamos visto corrupción en esta escala (caso de estudio 2: Segalmex; 3: Tren Maya; 4: Dos Bocas)… y falta cada día menos para que nos enteremos qué disparó a cifras siderales el costo de sus obras favoritas, imposibles de amortizar. Eso no lo sortea doña Sheinbaum, porque le significaría cargar a sus espaldas con pecados ajenos y pagar ella el costo político… y doña Xóchitl, menos, faltaba más. Está atrapado y contra toda esperanza espera que su declaratoria de seguridad nacional de esos gastos, impida que se ventile la verdad, como sucederá.
Hay un científico alemán que aparte escribía sátiras muy filosas, Georg Lichtenberg (1742-1799), quien acuñó esto: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. No hay misterio, Presidente. No son los conservadores (se solicita información), los que lo emboscan para faltarle al respeto, razón por la que dejó de viajar en aviones de línea, razón por la que prefiere ir en helicóptero, razón por la que no ha puesto un pie en Acapulco, no señor, es usted quien al alardear desvergonzadamente de sus otros datos y negar la realidad, provocó que el pueblo bueno, se lo tome en el mejor caso a pitorreo y en el peor, lo increpe. A ver, señor Presidente, explíquele a la gente por qué sí va a Badiraguato y no con los damnificados. A ver.
(Última cita de esta Feria, se lo juro; esta, dirigida a doña Sheinbaum): “Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento”; Abraham Lincoln. En los tiempos que corren, se dice “ninguna persona”, está bien, da lo mismo.
Si doña Sheinbaum está confiando en que el aparato nacional de mapacherías del Presidente, las carretadas de dinero y las encuestas a modo le aseguran el triunfo, se le recuerda que el priismo imperial murió para siempre y que eso que hoy tienen en marcha es la coartada de las modernas dictaduras que manipulando votaciones se hacen con el poder y lo conservan, con el inconveniente de que la gente prefiere la más imperfecta democracia que una perfecta dictadura.

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