Pecados ajenos: La Feria

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Sr. López

Tía Lucha era señora sosegada y nada tonta. Tío Fernando su marido, era un pillo de siete suelas. Ella no se metía en sus asuntos. Pero una vez sí le dijo que ya le pagara a su hermano (de ella), que andaba urgido y le debía mucho. Y el tío contestó: -Ahora menos, si nos quiere poner a pelear a nosotros, menos –fue la gota que derramó el vaso: lo dejó.
Sería faltarle al respeto a usted, decirle que el exministro y expresidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar y algunos de sus colaboradores, están denunciados por ilícitos muy gordos cometidos al ejercer sus cargos en el Poder Judicial; básicamente por influir a la mala a jueces y magistrados para sesgar resoluciones judiciales en favor de proyectos del Presidente de la república y de particulares que buscaban justicia costara lo que costara (no era barato, dicen).
Sin violar la presunción de inocencia, la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura, han abierto la investigación de los hechos. Por cierto, las denuncias anónimas son legales (párrafo segundo del artículo 91 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas).
Don Zaldívar ha aparecido en los medios de comunicación negando todo e insistiendo en que la denuncia carece de pruebas. Entonces que ni se preocupe. Ya desecharán las acusaciones y él que se ponga su estrellita dorada en la frente.
Es mucha la insistencia de don Zaldívar en que se trata de una sola denuncia. Bueno, pues no. Hay otra en su contra de la magistrada del Tercer Circuito Elba Sánchez Pozos. Otra más presentada desde febrero de este año, por el abogado Miguel Alfonso Meza, por tráfico de influencias, abuso de funciones y violaciones a la independencia judicial. Aparte de la denuncia en medios de la periodista Yohali Reséndiz, con información conseguida mediante el programa de espionaje Pegasus (lo que permite dudar… o no).
Y no se le vaya a olvidar que el periodista y cuatrotero de cepa, Hernán Gómez Bruera, en junio del 2023, publicó su libro “Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4T”, con 80 testimonios que describen la corrupción, extorsión y tráfico de influencias en la Corte, comandada por don Zaldívar y sus paniaguados, según don Gómez. Sin mencionar porque sería rudeza innecesaria que en la denuncia anónima que reventó este escándalo, aparecen 283 testimonios recabados desde 2019, de los que 259 son de jueces y magistrados.
O don Zaldívar es el campeón mundial de la antipatía y tiene muchos enemigos gratuitos; o es el medalla de oro de la mala suerte y por pura mala pata, tanta gente lo quiere hundir. No lo sabremos hasta que las autoridades diluciden el caso. Pero lo cierto es que desde 1814, cuando se creó el Supremo Tribunal de Justicia, hoy Suprema Corte de Justicia de la Nación, nunca había pasado algo así, nunca. Tal vez haya habido casos de corrupción del titular de la Corte, bien puede ser, porque la pasta humana es lo que es, pero no se supieron. Y eso es algo que don Zaldívar cargará el resto de su vida: es el primer Presidente de la Corte que estuvo, está, en entredicho (si no resulta culpable).
No se puede dejar de mencionar una cosa que lastima: este gobierno de la 4T, al mando del Presidente de la república, lo que toca, lo mancha. Son ya demasiados asuntos turbios que salpican a muchos, a funcionarios de los tres poderes, empresarios, particulares, parentela y amigos de su parentela, que andan enredados en asuntos de corrupción. Y la respuesta siempre es la misma: no es cierto. Punto. Ahora con esto de don Zaldívar ya aclaró el Presidente que es un linchamiento. ¡Ah, bueno!… que nos disculpe, no lo volvemos a hacer.
La respuesta de don Zaldívar, ayer, fue que él y su partido Morena, van a denunciar formalmente a Norma Piña Hernández, ministra presidenta de la Corte, ante la Fiscalía General de la República (FGR), la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (Fepade), el Instituto Nacional Electoral (INE), ante Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI); y que también le iniciarán juicio político en el Congreso.
Ante la FGR, por delitos en contra de administración de justicia “porque -dijo don Zaldívar- es evidente la enemistad manifiesta que tiene la ministra presidenta Piña conmigo”, ¡ay, caray, que fea señora!; y también por ejercicio ilícito del servicio público, porque se supo todo y según él, era información bajo la custodia de doña Norma (aunque está en poder de no pocos en la Corte y en la Judicatura).
Ante la Fepade, por el delito electoral de uso ilegal de fondos para apoyar o perjudicar a algún candidato y el delito consistente en apoyar de cualquier forma a un candidato o perjudicar a otro candidato.
Ante el INE, por violaciones a la imparcialidad y equidad en la contienda; y ante el INAI por la filtración a medios de información de la denuncia y su aceptación, lo que viola su derecho de protección de datos personales.
Las denuncias que va a intentar el Zaldívar, prueban que está que trina y se le nubló el seso. La enemistad no es delito, la filtración a medios de la denuncia es imposible probársela; y los supuestos delitos electorales que le atribuye están tan relacionados con su caso como el ajedrez con la proctología.
El juicio político a doña Norma, sí lo puede y lo va a conseguir en la Cámara de Diputados donde tienen mayoría simple su partido y rémoras, pero se le olvidó que de ahí pasa a la de senadores donde se requiere de dos tercios para que el asunto progrese y no los tienen.
Una víctima de este zafarrancho es doña Sheinbaum, sujeta a su estrategia de que el Presidente sea su ventrílocuo. Ayer salió a defender al Zaldívar, diciendo que es una “persecución política, una venganza”. No señora, es denuncia y está en una instancia en la que no manda su señor, ¿qué va a decir si resulta culpable? Y doña Sheinbaum ahora quedó enfrentada a magistrados y jueces federales que ayer cerraron filas con Norma Piña.
Bueno, es su gusto cargar pecados ajenos.

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