No oyen razones: La Feria

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Sr. López

Tío Macro no salió de Autlán sino hasta ya cincuentón, allá a principios del siglo pasado. Siempre en su rancho, no tenía cabeza más que para su ganado y sus caballos que muchas satisfacciones le dieron (en los días de feria). Bueno, la cosa es que cuando visitó por primera vez Guadalajara, viendo circular los pocos automóviles de entonces (en 1906, en el país había 800 coches), dijo asombrado: -¡Qué bien educados!, ninguno zurra la calle –perdone, pero así dijo.
Cuando Harry S. Truman, asumió de presidente de los EUA, era todo menos un político experimentado, apenas tenía tres meses de vicepresidente cuando murió Franklin D. Roosevelt. Y así lo veían en su país: era el hombre más inadecuado para los retos que tenían encima: finalizar la Segunda Guerra Mundial en Europa y en el Pacífico, y luego, tratar con Pepe Stalin, en quien él confiaba.
Pero como Truman sabía que no sabía nada sobre cómo era la política en la entonces URSS bajo la dictadura del bigotón Stalin, escuchó a los asesores de la Casa Blanca y tomó muy duras decisiones en función de eso. Ganó en todos los frentes y logró contener la expansión del bloque soviético en Europa, Asia y África. Se dice fácil.
No se presentó a la reelección pues su popularidad era muy baja. Ahora es considerado en su país, como uno de los mejores 10 presidentes que han tenido. Su secreto: oír, delegar y actuar con apego a su rigurosa moral presbiteriana. ¡Ah!, terminó con la segregación racial en las escuelas, incluso custodiando con soldados a los alumnos de raza negra… se dice fácil.
¿A cuento de qué don Truman?, a cuento de la nula importancia de que un Jefe de Estado sea popular y la suprema importancia de que sepan de qué no saben y de lo que sí saben, que igual oigan consejo… y delegar, claro.
Algunos de nuestros políticos (usted escoja su favorito), no tienen la menor idea de cómo es la política en los EUA, ni cómo funciona el engranaje de la administración pública de la que aún es la primera potencia mundial, sin final a la vista.
Particularmente es brutal su desconocimiento sobre su aparato de inteligencia y el judicial. Lo de allá no se parece ni por los forros con lo de acá; su maquinaria de espionaje e investigación opera en mucho, con independencia de quién esté en la Casa Blanca (y no informan de todo), asegurando que los cambios políticos no alteren sus averiguaciones, siempre conducidas para beneficio de su país… y de sus inmensos intereses; nada más piense en su gasto en Defensa del año pasado que según datos del Congreso de EUA, fue de 857,900 millones de dólares, cerca del doble de todo el presupuesto federal de México. De ese tamaño es el imperio.
En cuestiones de inteligencia, nunca tienen prisa: espían, averiguan, sobornan y acumulan rimeros de información con paciencia de monjes de la Edad Media pero no raramente, con torcidas intenciones, claro. Son capaces de todo (y todo es todo).
Por su lado, su aparato judicial funciona muy raro, con leyes que pretenden extraterritorialidad, con argumentos que en el mundo civilizado, el del Derecho Romano, son insostenibles. Pero así son.
En México (en Palacio Nacional, para ser precisos), están pandos de gusto por la popularidad del actual Presidente (que es la misma que tenían Fox y Calderón a estas alturas, pero, a ver, explíqueles). Y eso no sirve de nada, de absolutamente nada. Ya se va, no estará en las boletas y se van a llevar una sorpresa. Nada más si los gallardos integrantes del peladaje les repiten la medicina de las elecciones del 2021, tienen perdidas las del 2 de junio próximo. No se entiende que no entiendan. Y no entienden.
Si su confianza son sus mapaches y los ríos de dinero ilegal que están gastando, se equivocan también; con ese criterio el PRI jamás hubiera perdido una. No lo ven. Allá ellos.
Y otra cosa que no ven es que el Presidente López Obrador está en peligro (nada de su salud, no se alarme): en los EUA lo consideran hostil a sus intereses. Mala cosa. Muy mala.
Hasta el 2022, más o menos lo veían con buenos ojos. Como a un líder latino suelto de boca pero nada más. El error inmenso de nuestro Presidente fue no acudir a la Cumbre de las Américas, en junio de ese año y su crítica a que los EUA vetaron la presencia de los líderes de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Eso hizo que 15 congresistas del partido demócrata, el de Biden, pidieran por escrito al secretario de Estado Antony Blinken, más presión sobre el Gobierno mexicano (!), diciendo de México y nuestro gobierno que “La corrupción generalizada en todos los niveles del gobierno, combinada con un sistema de justicia insuficiente han llevado a una impunidad casi total. ¡Zaz!
Aparte, dos senadores republicanos, Cruz y Rubio, se le fueron al cuello a nuestro Presidente, soltando insinuaciones de connivencia con el crimen organizado. Nuestro Presidente exigió pruebas (las andan buscando, no tenga pendiente).
Y esa parejita de senadores, recuperó la resolución del Parlamento Europeo en que se pidió a nuestras autoridades, protección para periodistas y defensores de derechos humanos.
Pero nuestro Presidente, como Gabino Barrera, reta a cualquiera y no oye razones. Su respuesta escrita (!!) al Parlamento Europeo, fue que se habían “sumado como borregos (sic) a la estrategia reaccionaria y golpista de quienes están en contra de su proyecto de Gobierno, la Cuarta Transformación”; no es cita textual pero eso le mandó decir: ¡al Parlamento Europeo!, a toda Europa, eso son ganas de hacer enemigos.
¿Imagina qué piensan de él en los EUA?, entérese, en palabras del senador republicano Marco Rubio, López Obrador es: “Un presidente que tiene palabras duras para líderes democráticamente electos en Estados Unidos, pero elogios para un dictador en Nicaragua, un narcotraficante en Venezuela y una tiranía marxista en Cuba”.
Todo necesita México, todo necesita el Presidente, menos andar bailando en la boca de los políticos de los EUA. El aparato de espionaje yanqui actúa por menos que eso. Y esos… no oyen razones.

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