No hay infierno: La Feria

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Sr. López

Tío Martín era macho pero macho en serio, como de película en blanco y negro, y aparte era tonto, tonto de escandalizar a un canario (solo los niños chicos le hacían plática… y se reían mucho). Por su lado, su esposa, tía Ana no era un genio pero era normal y parecía que se llevaban bien aunque ella tenía que capotear a su mandón y bruto marido. Ya viejita y largamente viuda, este menda le preguntó cómo había hecho para llevar la fiesta en paz y dijo muy sosiega: -Pues le daba por su lado y no le hacía caso, hijito –tan fácil.
La semana pasada se propuso (otra vez), disminuir el requisito de edad para ser diputado de 21 a 18 años y para ser senador, de 25 a 21. O sea, considerando las grandes ventajas que tiene ser chamaco, México no debe desaprovechar esa cantera de experiencia y conocimientos, de la reserva juvenil mexicana. ¡Ah!, por cierto, en la propuesta se plantea que para ser Gobernador de un Estado, la edad mínima sea de 28 añotes. ¡Padre!
Este menda desconoce los beneficios y conveniencia de que lleguen al Congreso o el gobierno de los estados, personas cada vez más jóvenes, y no se permite dudar de las bondades de la iniciativa que en esta ocasión presentó el partidazo de todos nosotros (Morena, no se distraiga). Dando por buenos los argumentos que por optimismo irredimible, supone uno acompañan la iniciativa, no se entiende que alcance solo a diputados, senadores y gobernadores, no, si conviene tener representantes populares más jóvenes, entonces es una barbaridad limitar la propuesta a esos cargos.
Sí, que no haya límites al bien de la nación, que no se desaproveche la sabiduría, ponderación, madurez, prudencia y experiencia, intrínsecas a la juventud, no, que cualquier persona que llegue a la mayoría de edad y por tanto a la calidad de ciudadano, pueda acceder a todo cargo de elección, Presidente de la república, alcaldes, todos de 18 años de edad. ¡Qué emoción!
Tome usted en cuenta que hay países en los que la edad para votar son 16 años y para ser parlamentario los 18. En la Unión Europea, por poner un ejemplo, para ser eurodiputado, la mayoría de los países lo permiten desde los 18 años, no así en Chipre, Eslovaquia, Irlanda y Polonia que es hasta los 21; en Rumanía, 23 años; y en Italia y Grecia, a partir de los 25 años.
Así que locura, locura, no es… o quién sabe, tal vez sí, tal vez sea una populachera manera, en no pocos países del mundo, de hacerle creer a la gente que disfruta de todos los derechos de la ciudadanía desde que llega a la edad mínima que diga la ley, que casi universalmente son los 18 años.
Hablando de nuestra risueña patria: para tener la ciudadanía mexicana, dice el artículo 34 de la Constitución, se necesita ser mexicano (claro), tener 18 años y un modo honesto de vivir… mmm… aparte, en los artículos 35 y 36 de la Constitución, se detallan los derechos y obligaciones de los ciudadanos, que no hay espacio para enlistarlos pero se insiste en lo del trabajo del que subsista el tenochca simplex y le suman que debe inscribirse en los cuerpos de reserva, para empuñar las armas en defensa de la patria, pero-claro-que-sí.
No supone su texto servidor que por ser joven se es tarugo o de plano incapaz para ejercer cargos de elección popular, no, para nada, de la misma manera que la edad avanzada no es garantía de nada, que hay por ahí viejos muy ineptos (usted ponga la palabra que rima con azulejo), sí, los hay: ni la edad ni los estudios quitan lo cretino.
Es igual, dejemos en remojo lo de la edad mínima y sin que vaya usted a imaginar que anda uno haciendo alusiones, tal vez convenga al país establecer algunos requisitos mínimos para poder acceder a cargos de elección popular.
Pensemos por ejemplo, que según la Constitución, para ser diputado o senador, se necesita ser mexicano, tener la edad, ser de la entidad que se va a representar o residir cinco años en ella, no ser soldado ni cura, ni alto funcionario del Ejecutivo ni órganos autónomos, ni ministro de la Suprema Corte… está bien, pero ¿cuáles son los requisitos?: ninguno, cualquiera puede ser legislador y eso es una barbaridad. Son más los requisitos para ser agente de tránsito que para llegar a la Cámara de Diputados y al Senado.
No se trata de poner requisitos que sean obstáculos a que lleguen a representar a su gente obreros y campesinos, no, pero sí impedir que ocupen curules personas sin la menor capacidad para con las responsabilidades de cargos tan importantes, porque de nuestro Poder Legislativo depende en gran medida el rumbo del país; de hecho y bien vistas las cosas: es más importante el Congreso que el mismísimo Poder Ejecutivo. El día que (ni Dios lo mande), llegara a Presidente un loco que se crea dueño del país, el Poder Legislativo lo mantendría dentro del aro.
Del Congreso depende aprobar o no el Plan General de Desarrollo de los presidentes lo que de entrada, podría impedir los desfiguros y atrevimientos de políticos aventureros (no nos vaya a suceder algún día infausto), así como abandonar obras o programas existentes y de probada eficiencia.
De los diputados depende la aprobación del presupuesto de egresos nacional, con lo que desde sus curules pueden traer marcando el paso al Ejecutivo… y también pueden y deben revisarle las cuentas, peso sobre peso.
Si a eso suma usted que son nuestros legisladores los que emiten las leyes y reforman la Constitución, se ve más a las claras que no puede, no debe llegar a legislador quien no aprobaría los exámenes para ser cartero.
Este menda siempre ha pensado que para diputado o senador se debería ser licenciado en Derecho, pero eso es imposible y perderíamos el talento de muchos que sin estudios aportan mucho y bueno. Entonces solo hagamos exigible que tengan un modo honesto de vida y que a la tercera vez que digan una babosada en tribuna, queden despedidos… no, no se puede, ni modo.
Y pensar que todo esto depende de la seriedad de los partidos políticos, que son los que los llevan a la curul… lástima que no hay infierno.

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