Ni para malo es bueno: La Feria

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Sr. López

Antes y más en Toluca, la gente no se divorciaba, se separaba y separados estuvieron 40 años los tíos Luis y Sara, bajo el mismo techo, sin hablarse, cada uno en su recámara, cada uno comiendo a diferente hora. Un infiernito porque él era un batracio que le hizo muchas a la tía, pero muchas. Tuvieron un solo hijo, Luis Chico (antes de separase, digo), que estudió Derecho y luego se casó. Así, ya muy viejo y más enfermo que viejo, el tío citó a su hijo en una Notaría para poner a su nombre todo lo que tenía, que no era poco, porque quería asegurarse que ni un peso recibiera tía Sara. Luis Chico no abrió la boca, pero terminados todos los trámites legales, procedió en la misma Notaría a escriturar todo a nombre de su mamá: –Ni malo sabe ser mi papá -comentó una vez Luis Chico.
De veras, no se vale… cuando ya le íbamos tomando el gusto al modo de gobernar del Presidente, resulta que se nos va. ¿Por qué nos deja?, que no sea gacho, el peladaje nacional estábamos esperando que eso de que se jubila el 1 de octubre, fuera una mentirita más, otra, ¿qué tanto era tantito?… ahora, quedaremos huérfanos, sin papá de la Patria.
En serio, ya con el cerebro blindado para no sufrir por cómo toma sus decisiones (aeropuerto de Texcoco no se olvida); ya con los oídos curtidos por sus casi 1,300 mañaneras sin contar sus declaraciones espontáneas (porque él es muy espontáneo, viera usted, tanto que a veces mete la pata, poquito, pero la mete: “México se fundó hace 10 mil años”, dijo en mayo de 2019, aunque luego explicó: “Es un tema de antropología, los seres humanos habitan América desde hace cinco, diez mil millones de años”… ¡Cristo!); ya todos con ánimo para seguir viéndolo tirar nuestro dinero; ya felices-felices-felices de que nos diga solovinos (perros), fifís, conservadores, enemigos del pueblo (de nosotros mismos, imagínese), y cómplices de la mafia del poder (no, no de la de ahora, de la de antes, no se pase de listo); ya así, flojitos y cooperando… se nos va en siete meses y tres semanas (y cuatro días, todo cuenta).
Hay golpes que la vida da sin compasión… uno esperando que entre sus iniciativas del lunes, el Presidente filtrara pasecito corto al Congreso para que remataran de cabeza (parados de cabeza), con una reinterpretación de eso de que no se pueden reelegir los presidentes, pues claro que no, pero la Constitución no lo prohíbe cuando quien llegue al cargo sea un titán, un coloso, un Prometeo protector nuestro; un Moisés que desde Macuspana hizo el éxodo por la democracia para liberar al pueblo bueno de la esclavitud de la falsa Constitución con que los neoliberales nos ataron a la corrosiva división de poderes y al yugo del aspiracionismo, ese maldito desear dos pares de zapatos, enemigo de la austeridad republicana (aplican restricciones: huéspedes de Palacio Nacional y parentela, exentos).
Si el Congreso fuera consciente de la talla de este nuestro salvador, por aclamación le hubieran exigido hace ya mucho (oportunidad perdida), que continuara al servicio de la Patria, los años que él considerara necesarios para implantar para siempre la Transformación nacional, no la cuarta porque la suya no tiene igual, porque las otras tres (Independencia, Reforma y Revolución), se consiguieron a balazos, no como la de él por la sola fuerza de su palabra, Palabra, perdón.
Y precisamente, como tal grandeza de nuestros legisladores no era de esperarse, este visionario Presidente, sabedor de que no sería obligado al sacrificio máximo de continuar conduciendo el destino (trágico), de la nación, el lunes pasado nos legó su Nuevo Testamento Político, reconduciendo a la patria con 20 iniciativas de reformas constitucionales y legales, por la senda de la salvación que él (y solo él), conoce y que si fuéramos tantito humildes, aceptaríamos entre alabanzas: ¡hosanna, hosanna en las alturas!, bendito sea el autista que viene en nombre del señor, o sea, de él y para su glorificación. No nos lo merecemos, verdad de Dios.
Así, el Congreso de la Unión no parece que vaya a aprobar todo el paquete de reformas porque no aprecian esta oportunidad de oro de entrar a la historieta nacional, como los siervos del señor (y su familia, no los hagamos menos); y en todo caso, no le van a aprobar todo sin tocarle una coma, como debe de ser, como a él le gusta. Es su viacrucis, su pasión y muerte (política), sin resurrección (reelección ‘a posteriori’, que algunos del Olimpo de Palacio, acarician como posibilidad: echar masas a la calle ya con doña Claudita en el cargo y doblar al Congreso que esperan sea de ellos… sí cómo no).
No vale la pena detallar aquí esas 20 reformas, hasta la saciedad lo ha hecho la prensa nacional; tampoco insistir en que no le van a aprobar que demuela nuestro marco legal constitucional para que México quede librado a su voluntad.
Solo se menciona para calibrar que el Presiente no ha perdido el toque, que su iniciativa muy vociferada de que todos los trabajadores (formales) se pensionen con el 100% de su último salario, es mentira, no es cierto; la iniciativa en el Transitorio 2, aclara: “El salario a que hace referencia el párrafo tercero del artículo 123 de esta Constitución es de dieciséis mil setecientos setenta y siete pesos con sesenta y ocho centavos (…)”. ¡Tengan su pensión! (esta expresión se acompaña de gesto obsceno de una mano contra la otra y un dedo… bueno, ya sabe).
¿Por qué miente el Presidente?… pues sin querer él lo dijo ayer, porque son tiempos electorales. ‘Tá bueno saberlo.
Lo que sí debe decirse es que el Presidente al presentar sus iniciativas en un acto privadísimo, encerrado en el antiguo recinto parlamentario dentro de Palacio Nacional, se aisló de la nación que conmemoraba en el Teatro de la República en Querétaro, la promulgación de la Constitución de 1917, mandando un mensaje involuntario de victoria improbable, de derrota posible.
Presidente que cede el escenario cede el poder. Ninguno lo ha hecho antes. Hay quien ni para malo es bueno.

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