Los indefendibles: La Feria

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Sr. López

Tenga tantita paciencia, sigue una historia de hace unos 2,170 años, más o menos del 147 a. C, cuando la Roma Imperial dominaba la península ibérica, a la que dividían en dos partes que llamaban, Hispania Citerior (la más cercana a Roma, lado oriente de la península), e Hispania Ulterior (ulterior, lejana, el lado poniente).
Bueno, pues siendo indiscutible el dominio de Roma sobre toda Hispania, de repente apareció un tal Viriato, ibérico del lado Ulterior, descrito como grandote y fortísimo, que con guerra de guerrillas (las Guerras Lusitanas), traía asoleadas a las poderosas legiones del ejército romano que no sabían pelear así, que lo de ellos era el choque frontal contra su enemigo al que habitualmente hacían puré en una sola sesión de espadazos.
Pero don Viriato era vivísimo, bravísimo y muy valeroso, tanto que se le llamaba “el terror de Roma”. Lo que se sabe del tal Viriato es por los propios historiadores romanos antiguos, entre otros, Suidas, Eutropio, Orosio y Apiano, por si los quiere buscar en San Google. El caso es que cónsules y generales romanos iban y venían y nada que derrotaban al Viriato. Luego les dio por ofrecerle tratados y prebendas, pero el señor no oía razones.
Así las cosas y ya con 14 años de corretear a Viriato, hacer el ridículo y perder la vida muchos legionarios, el mismo Viriato sabedor de que la población se estaba hartando por lo prolongado de la guerra, mandó a tres de los suyos -Audax, Ditalcus y Minurus-, a negociar la paz con el cónsul romano Quinto Servilio Cepio, quien mejor les ofreció un muy buen soborno para que le hicieran favor de regresar a ver a Viriato y lo mataran de parte suya. Lo hicieron mientras Viriato dormía, clavándole un puñal en el cuello porque usaba de pijama su armadura (incómodo pero seguro). Y aquí viene lo bueno.
Los tres felones regresaron a cobrar su recompensa y dicen que don Quinto les salió con que ‘Roma traditoribus non praemiat’ (Roma no paga a traidores), y se fue muy contento a Roma a solicitar el aplauso del Senado y el homenaje del pueblo a los vencedores, pero lo mandaron a volar porque enterados los senadores romanos de cómo había estado el asunto, dijeron que la victoria sobre Viriato no resultó de noble lucha y combate sino de la traición y consideraron que lo que había hecho ese Quinto Servilio Cepio, era un deshonor para Roma. De ese tamaño eran.
Por eso y otras metidas de pata, el Quinto ese fue juzgado, condenado, le quitaron la ciudadanía romana, le impusieron una multa de 15 mil talentos (una fortuna), y se prohibió darle alimento a menos de mil millas de Roma -en millas romanas eso es más o menos, 1,400 mil kilómetros-, no se andaban con chiquitas. Murió don Quinto exiliado en Esmirna (por Turquía).
Y al revés, Roma permitió que a Viriato le hicieran un funeral tumultuario, propio de un Rey, con el ejército presente, 200 combates rituales, sacrificios de animales y una gran pira en la que se le incineró y a sus cenizas se le rindieron honores. Actualmente en España no son pocos los monumentos a Viriato.
A estas alturas usted se estará preguntando “¿y a mí, qué?”… no, nada, es una, otra historia sobre ese imperio que dejó su impronta en todo Occidente. Cuando menos Europa y América, no se entienden sin Roma. Y hay mucho que aprender de ellos, todavía.
Roma desconfiaba, despreciaba y no toleraba a los traidores. No los aceptaba bajo ninguna circunstancia. A aquellos que por su propio interés traicionaban cambiando de bando pasándose del lado romano, no era raro que los ejecutaran. En otra ocasión que no tenga usted nada mejor que hacer, le cuento otra historia de romanos, cuando rechazaron usar un pasaje que un traidor les informó para romper la defensa de su propia ciudad y el Senado respondió: Roma no gana así sus batallas (‘Non hoc modo Roma sua proelia vincit’), y mandaron a avisarle a esa ciudad sobre el punto débil para que lo fortificaran… y ante eso, esa ciudad abrió sus puertas “a tan noble imperio”.
Morena aparenta en su cortísima existencia (mínima en escala histórica), ser un partido político triunfador, poderoso y monolítico. No lo es.
Morena tiene un núcleo duro de izquierda militante, sí, pero es precisamente el que no tiene prácticamente ninguna influencia efectiva en la conducción del partido. También cuenta en sus filas con algunos otros que simplemente se cobijaron en ese ‘movimiento’ por falta de oportunidades en sus partidos de origen o por simple disciplina con los gobernadores de sus entidades. Pero es obvio que Morena mayormente se ha constituido sumando a sus filas una impresentable pléyade de tránsfugas, desertores, arribistas y traidores… no pocos de ellos muy destacados corruptos y corruptores.
Es una ilusión, un espejismo, suponer que de un manojo de infieles a militancia o convicciones, se obtendrá un sólido instituto político leal a algún ideario partidista. Su ley es el beneficio propio, no el del país. La vieja izquierda mexicana tuvo formaciones merecedoras de todo respeto e individualidades de quitarse el sombrero. Pero estos no, estos son oportunistas y trepadores, sin negar que como en todo, haya (hay) excepciones muy honorables. Pero ese barco se construyó con madera podrida y no resistirá la ausencia de su fundador y único soporte.
Su candidata a la presidencia de la república sí es una mujer de izquierda militante (izquierda universitaria, pensante, no radical, ni aferrada por ignorancia a cuatro frases de circunstancia), y señora muy inteligente, sin duda. Ojalá esté muy al tanto de que la dirigencia real de su partido y su dirigente indiscutible, la quieren rodear de fieles a ellos, no a ella. Ojalá porque su campaña por la presidencia tendrá más obstáculos internos que externos. Señora: el enemigo está en casa, sea implacable. No quiera ganar así, aceptando en su entorno más cercano a los que no le serán fieles.
Pero la lástima es que parece que doña Sheinbaum ya está acostumbrada a eso, a aceptar y vivir justificando a los indefendibles.

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