Los bomberos: La Feria

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Sr. López

Imagine usted que la casa de su vecino se está incendiando. Imagine usted que va corriendo a tratar de ayudarlo a apagar el fuego. Imagine usted que el vecino le mienta la madre por metiche y le dice que no se meta en su casa ni sus asuntos. Pues nada. Se regresa usted a su casa, sorprendido, claro, y ofendido, por supuesto.
Ahora imagine que la humareda del vecino le empieza a tiznar su casa y la lumbre ha crecido tanto que amenaza con pasar a la suya. Imagine que el vecino sigue necio en no aceptar su ayuda porque es su casa y en su casa manda él y solo él. Cuando las llamas alcanzan su hogar, el de usted… ¿qué hace?
Así está el actual gobierno de México con el de los EUA. Así está el gobierno de los EUA con el de México.
No se puede hacer como si no existiera el hecho de que la delincuencia organizada de México le causa problemas al país vecino (cien mil muertos al año por el fentanilo, son un problema), y nosotros en plan de que nuestra soberanía es sagrada y que si aceptamos la ayuda e intervención de los EUA (sí, intervención, en eso, en actividades policiacas y de inteligencia: intervención), si la aceptamos, mancillamos el himen patrio. Como que no.
Nuestro gobierno, más bien dicho, nuestro Presidente, ha dado muestra sobrada de su inclinación, por un lado, a las excusas y por el otro, a explicar con el pasado los problemas del presente. Y está bien, mejor dicho, estaría bien si su trabajo fuera de analista o historiador, pero está mal, muy mal, si su obligación es resolverlos o cuando menos, empezar a resolverlos.
La especialidad de este gobierno es eludir sus responsabilidades, sus obligaciones. Todo lo que está mal y lo que ha empeorado durante estos cinco años y pico, es porque se los entregaron así, porque los neoliberales son una birria, porque fueron 30 años de saqueo, porque había una mafia del poder, porque son problemas heredados, porque antes robaban más, porque antes no se sabía, porque Calderón, porque García Luna, porque… ¿cuánto gana Loret?
Sobre la delincuencia organizada, este Presidente planteó resolverlo con la estrategia (?) “abrazos no balazos”, acusando a los delincuentes con sus mamás y sus abuelos y “atendiendo sus causas”, que según él, son la pobreza (ofensa a los pobres), y que los jóvenes no tenían opciones, cosa que mágicamente se resolvía con becas y sembrando arbolitos.
Junto con esos disparates, sobre cómo resolver el intrincadísimo problema de la delincuencia organizada, su excusa para evadir su responsabilidad, es señalar a los EUA como causa eficiente del problema, entendiendo por causa eficiente, esa que hace realidad lo que era posibilidad (acto y potencia, pero no hay espacio).
Así, en la mentalidad de este Presidente, son los EUA los verdaderos responsables, porque compran, porque consumen, porque les lavan el dinero a los delincuentes, porque les venden armas. Y sí, es cierto, pero todo eso es parte de un mismo problema, del mismo problema que no reconoce fronteras. El Presidente no entiende que lo menos importante es el reparto de culpas, que se trata de poner remedio o al menos, de empezar a remediarlo.
Este menda siempre criticó el llamado Plan Mérida (Iniciativa Mérida), no porque sepa del tema, que no sabe, sino porque una ayuda económica irrisoria de los EUA a nuestro país, aparte de insultante, era insuficiente (para ni mencionar que nos mandaron equipo de segunda mano, no hay que ser). Pero el Entendimiento Bicentenario que este gobierno firmó con los EUA, cancelando el Mérida, es tantito peor, por ser un papel que ambos gobiernos firmaron sin decir que obedeció al chantaje mexicano con la migración y a la necesidad de Biden de presentar algún tipo de avance en eso, de cara a sus problemas políticos personales y a que los republicanos (y Trump), lo traen del rabo.
Como sea, el gobierno de los EUA ha dicho que los cárteles mexicanos de las drogas, son la amenaza más grande para la seguridad de su país. Y eso debería alarmar mucho a nuestro gobierno pero lejos de eso, su reacción fue suspender desde 2020, la inmunidad a los agentes de la DEA y limitar sus contactos con nuestros investigadores; por eso, cuando se supo que la DEA tenía ‘infiltrado’ al Cartel de Sinaloa para desarticularlo, nuestro Presidente dijo:
“Es una intromisión abusiva, prepotente, que no debe de aceptarse bajo ningún motivo. ¿Cómo van a estar espiando? No se pueden estar utilizando actos de espionaje (…)”.
Eso allá en los EUA se entiende de una única manera: protección a los delincuentes que por supuesto deben ser espiados. Acá, en cambio, se interpreta como defensa gallarda de la honra nacional y de nuestra soberanía… ¡padre!, somos soberanos, soberanos rehenes de la delincuencia organizada mexicana, ¡que se oiga esa banda! (se sugiere la Marcha de Zacatecas). Entendimiento Bicentenario… el chiste se cuenta solo.
Así las cosas, no hay remedio a la vista para contener la intervención del crimen organizado en las próximas elecciones, pero no hay que inventarse problemas, el interés de los delincuentes es estrictamente local, municipal, y no alcanza ni poco ni mucho el plano federal. No abramos la puerta a la histeria.
Y como sea, dentro de siete meses y medio, tendremos nueva Presidenta de México. Es de esperarse que sea la que sea, entienda que el principal problema del país es la inseguridad. Ningún problema nacional se resuelve con el país a merced de los delincuentes. No podemos seguir normalizando la matazón nacional ni que controlen partes del territorio nacional. Las estrategias de vacilón de este gobierno, deben abandonarse.
El siguiente gobierno federal para empezar a recuperar la seguridad pública y acotar los alcances territoriales del crimen organizado, debe buscar la más amplia colaboración de la primera potencia mundial, de la que sí somos socios comerciales y no se entiende que no sea lo mismo para cuestiones de seguridad que afectan a ambas naciones.
México está en llamas. Nos debe importar un comino la nacionalidad de los bomberos.

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