Desparasitar el Congreso: La Feria

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Sr. López

Tía Tencha estuvo casada con un batracio de cuyo nombre no hay que acordarse, que no solo era malmodiento sino que se la vivía insultándola con un amplio repertorio de denuestos de toda laya, de preferencia los más soeces. Su hijo mayor, cuando cumplió 14 años, le dijo: -Mamá, dime, lo quieres dejar o prefieres que lo mate -y la tía, considerando que su hijo era de los de Autlán, escogió dejarlo y lo dejó, para sorpresa del batracio que sin mentir decía que jamás le había tocado un pelo. Nomás faltaba.
En teoría un régimen democrático es aquél en que el gobierno se sujeta al marco legal del país y se somete a los contrapesos al poder previstos en el mismo. En teoría.
En la práctica, junto con lo anterior, la democracia funciona si se respetan, la prensa libre, las organizaciones civiles de activistas y los políticos opositores al régimen en el poder.
Todo lo anterior (y lo que haya olvidado su texto servidor), se debe respetar igual y simultáneamente. No es democrático un país en el que no se respetan poquito algunas partes de la ley o se persigue quedito a la prensa y los opositores. La democracia es como la virginidad, no se puede ser “bastante virgen”, “casi virgen”, “poco virgen”, “medio virgen”, no -se es o no se es-, y la democracia es plena o no es.
En los tiempos que corren, acá en esta nuestra risueña patria, los tenochcas simplex estándar en sus dos variantes, la minoría informada y la inmensa mayoría que sin informarse intuye la realidad (no se sabe cómo), pareciera que estamos acostumbrados a que desde el poder se diga cualquier disparate o se intente cualquier cosa, sin que a nadie se le mueva el copete. Ya nada nos escandaliza (o casi nada: “el INE no se toca”, acuérdese).
El Presidente de México hace lo que nadie que sea Jefe de Gobierno, Jefe de Estado y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, ha hecho jamás en la historia de nuestra especie: hablar diario ante la prensa (es un decir, son más bien pocas las veces en que van reporteros de veras a hacerle alguna pregunta). Y en ese vendaval de babas se entremezclan temas graves con frivolidades, verdades con mentiras, alabanzas e insultos, los primeros a sus afines, los segundos a cualquiera que no piense como él o se oponga a sus propuestas.
Es difícil saber si la sociedad tolera tanta barbaridad por indiferencia o sabedora de lo poco eficaz que ha sido el Presidente a la hora de intentar imponer sus ideas al país entero, pero eso no lo hace democrático, si por él fuera, ya hubieran desaparecido los órganos autónomos que tanto estorban a algunas de sus decisiones; si por él fuera, la Suprema Corte ya emitiría resoluciones previa consulta a él; si por él fuera, toda la información financiera de su gobierno no sería auditable; si por él fuera, serán ilegales todas las organizaciones civiles… y tantas cosas más, si por él fuera.
Ahora mismo está caliente en la prensa eso de que Morena en la Cámara de Diputados, va a iniciar juicio político en contra de Alberto Pérez Dayán, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y presidente de su Segunda Sala, en la que le-ga-li-to, se declaró inconstitucional la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que otorgaba preponderancia a la Comisión Federal de Electricidad sobre las empresas privadas.
Los diputados de Morena de cuyo nombre no hay que acordarse, que proponen ese juicio político, lo hacen con risibles argumentos que no tiene asidero legal. Bueno, allá ellos. Pero solo siendo un tenochca pre-destete, se puede uno imaginar que lo hacen sin la autorización previa del que manda, el señor de Palacio (Andrés Manuel López Obrador, no se distraiga), o seguros de que le dan un gustazo, en plan de quedar bien, pues.
Si plantear ese juicio político contra un Magistrado de la Suprema Corte, no se los ordenó su mero patrón a esos legisladores (no se ría, no sea llevado), entonces le atinaron, porque el Presidente ha manifestado su conformidad:
El viernes pasado, el Presidente en su cotidiana madrugadora, dijo que esa resolución demuestra que “no tienen remedio” y se siguió de frente y sin retoque, insistiendo en que es necesario renovar ese poder porque ahí predomina la corrupción. Para no poner palabras en su boca se lo transcribo:
“Imagínense, ayer comentamos aquí lo que hacen los del Poder Judicial, los de la Suprema Corte del Derecho que es bastante porque de la Justicia no, no. Que sacan ahí un documento diciendo que tienen fundamentos legales y el amparo, no tienen remedio, no, por ahí no hay ninguna posibilidad, eso está mal, predomina la corrupción y hay que renovar ese poder”.
No es un desatino, es un golpe a la estructura de la democracia en el país, que el Titular del Ejecutivo acuse al Judicial de que no tiene remedio, que está mal, que predomina la corrupción y hay que renovarlo (léase, ponerlo a sus órdenes… ¿si sabe que ya se va, verdad?).
Legalmente no tiene ningún futuro ese pretendido juicio político, ya se enterarán esos diputados si alguien les lee el artículo 110 de la Constitución: los diputados por mayoría simple aprueban que el Senado haga el juicio y ahí tuerce la puerca el rabo, porque se necesita que dos tercios de los senadores estén de acuerdo y Morena con todo y sus asociados, no tiene esos votos (aparte de que sería una salvajada digna de Ortega el de Nicaragua, juzgar a un Ministro por aplicar la Ley de Amparo, el artículo 56, para que no batallen).
Como sea, preparémonos para más escenas, ‘sketchs’ y pastelazos de esta tragicomedia en su sexto y último capítulo, que esa es la intención: mantener la atención del respetable en los malabares del Presidente mientras nos hacen el truco electoral el 2 de junio.
Lo cierto es que en nuestro país hay no pocos que ponen duda el talante democrático de este Presidente y su movimiento, Morena, y para vergüenza de todos, lo mismo se dice en el extranjero. ¡Caracho!, si íbamos bien.
Votar el próximo 2 de junio es más importante que nunca, pero votar bien y desparasitar el Congreso.

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