CIRO CASTILLO
Recuerdo perfectamente una reunión de medios de comunicación con la cúpula del PRI en el municipio de Comitán, cuando ni siquiera se definía candidato a la Presidencia de la República ni a la Gubernatura de Chiapas. Corría el año 2016.
El encuentro fue en un lugar a la salida del municipio “cositía”, y éste fue encabezado por Enrique Ochoa Reza, entonces dirigente nacional y Arturo Zamora Jiménez, quien ocupaba entonces el cargo de Secretario de Organización y hoy es Secretario General.
Los priístas traían una sonrisa de oreja a oreja. Decían, recuerdo bien la conversación con Zamora Jiménez, ex senador por Jalisco, que mantendrían al PRI en Los Pinos. Se les notaba hasta sobrados, soberbios.
Sabían, en el caso de Chiapas, que el ahora ex gobernador, Manuel Velasco Coello les estaba jugando “a las chuecas”; sin embargo, aún así creían que ganarían la gubernatura y la Presidencia de la República.
Hoy es el mundo al revés. Las cosas no salieron como quizá las pensaron. Hoy son oposición, pero una oposición pequeña y debilitada. Hoy están “con la cola entre las patas”.
EL COMAL LE DIJO A LA OLLA
Retomo la situación del PRI, porque precisamente el hoy Secretario General, criticó el “autoritarismo” de Andrés Manuel López Obrador desde que asumió el poder.
Opinó que López Obrador, mediante su partido político, Morena, hace uso de su mayoría en el Congreso de la Unión y realiza embestidas contra la oposición, a fin de aprobar leyes…”
Y qué pensaba don Arturo Zamora. Lo mismo hicieron ellos durante los primeros 70 años que tuvieron el poder en sus manos y aún cuando regresaron a Los Pinos después de 12 años de panismo.
Y cómo se aprobaron las “grandes reformas” como la Energética y la Educativa.
Quizá el PRI no tenía una mayoría aplastante, pero sí echaba mano de sus “aliados” para hacer lo que se le venía en gana.
Si no cómo es que Enrique Peña Nieto logró “sacar” las reformas que ya hubieran querido Fox y Calderón.
El CEN del PRI advirtió del “riesgo que corren las instituciones mexicanas y el Estado Derecho”, y criticó que el Ejecutivo invite a “acostumbrarnos” a lo que está sucediendo en México.
Quizá las decisiones y las políticas que está implementando López Obrador no gustan a todos, es cierto. No todos los mexicanos pensamos igual.
Sin embargo, tampoco lo que el PRI hizo durante 70 años y en los últimos seis gustó a todos. Basta con preguntar a los más de 50 millones de pobres que creyeron que “a lo mejor” con el regreso del Tricolor las cosas mejorarían, pero les volvieron a fallar.
Se queja el PRI de que el nuevo gobierno morenista está faltando al “pacto federal” y pone contra la pared a los gobernadores, pero también habría que recordar que por “soltar mucho la rienda” los mandatarios estatales se convirtieron en verdaderos “virreyes” en las últimas décadas.
Ahí está el caso de los Duarte de Veracruz y de Chihuahua, que resultaron escandalosos. Y sin ir más lejos: “Sabines y Velasco” en Chiapas en los dos últimos sexenios no fueron precisamente unas hermanitas de la caridad.
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