Chiapas agraviado (Primera parte)

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José Antonio Molina Farro

“Para que no se pueda abusar del poder es preciso que el poder detenga al poder”. Montesquieu.
¡Qué tiempos estos! La sensatez está en receso. Sobrecogimiento ético y escalada de calificativos denigratorios, cascada de invectivas, desprecio altanero a la ley, la muerte acechando a periodistas reconocidos, impunidad a la barbarie, actos anticipados de campaña, acarreos impúdicos, traficantes de la pobreza y la ignorancia. Una reforma electoral que, en aras de una disciplina perversa, ahogó cualquier asomo de reflexión y discusión y se aprobó de manera vergonzante por la mayoría en la Cámara de Diputados, sin leer siquiera la iniciativa y en flagrante violación a la Constitución. También el Senado de la República aprobó, con cambios mínimos, el “Plan B” de la reforma electoral. El viejo autoritarismo congresional exhibe esplendorosamente su forma más prosaica. Desmoraliza y entristece. Lo penoso es que no debe asombrar, pues ha ocurrido históricamente en otros gobiernos en los ámbitos federal y estatal. Quizá y sólo quizá, con mayor respeto a las formas. Vamos a lo nuestro.
Chiapas. Hay motivos para el orgullo y también para la vergüenza. Gobernantes que dejaron huellas imborrables por su obra material, social y cultural, y otros verdaderos sátrapas que hicieron de la función pública un recinto de rapacidad. Su impronta fue la represión, neurosis, megalomanía y disonancia cognitiva. Tartufos del escenario y oscuros e intrascendentes unos, otros en la estridencia de sus escándalos de frivolidad ocurrencias y derroche. No importa, pese a todo ya se van, se dijo, y nada pasó, cobijados en el manto de la impunidad y la complicidad.
Es deseable que quienes aspiran a la grande prioricen la meritocracia, pues la manera más honrosa y eficaz de tener seguidores es poner el amor patrio por encima del amor propio, proteger y rodearse de hombres y mujeres de mérito, en un saludable entrevero generacional, pues la realidad es más compleja que los prejuicios simplificadores. Hacer a un lado a los protegidos muy costosos que tienen la cola demasiado larga y las alas demasiado cortas.
Duele decirlo, pero una buena parte de la sociedad vive en su zona de confort, indiferente en tanto no se toquen sus sacrosantos intereses. Lo dijo Pedro Ángel Palau: “La ignominia de quienes teniéndolo todo no pueden permitir que quienes nada tienen vivan un poco mejor”. Indiferencia, egoísmo y miedo a las tenazas del poder político.
Rutilio. El 12 de diciembre del presente el gobernador Rutilio Escandón anunció que en estos cuatro años en Chiapas se crearon más de 16 mil nuevos empleos, y se generó una inversión privada de 7 mil millones de pesos mediante la instalación de 176 empresas. Además, uno de los cinco estados donde más ha crecido la inversión extranjera directa, con importantes logros en turismo y modernización de obra pública. También subrayó una disminución de la pobreza laboral. Esta información se enriquecería si en el portal de transparencia se diera a conocer la metodología y memorias de cálculo para medir el impacto real de las políticas públicas en el crecimiento, la seguridad, el empleo decente, la productividad, los niveles de ingreso, la cultura y la sustentabilidad ambiental, entre otros. Esto último porque nunca faltan los negacionistas que combaten el todo para instalarse en la nada; subestiman y niegan cualquier logro gubernamental. Aventuran: ¿pues de qué país se está hablando? Seamos positivos y sin mezquindades demos por válida la información. Bien haya por estos logros de amplio beneficio comunitario.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué no despegamos? los avances palidecen, con la simplona respuesta de la magnitud de los rezagos. En los diferentes gobiernos con bombo y platillo se informa sobre grandes avances, “como nunca antes, bla bla bla…” Y los indicadores apenas se mueven. Como una fatalidad histórica vemos que los avances de ayer son los rezagos de hoy, y los avances de hoy son los rezagos de mañana. Así lo demuestra la dolorosa realidad de la mayoría de nuestros paisanos. Ahí están los vergonzantes primeros lugares en marginación, analfabetismo y pobreza a nivel nacional.
Recordemos al ex Secretario de Hacienda Arturo Herrera, allá por 2019: fue contundente. “El PIB per cápita de la Cd. de México es casi siete veces mayor que el de Chiapas. De las 32 entidades federativas hay 31 que en diversos niveles han venido creciendo en los últimos 28 años, sólo hay una entidad cuyo PIB per cápita no ha crecido: Chiapas, esto es, los habitantes de esta entidad viven en condiciones más difíciles que a mediados de los 90”. Y sí, hoy los chiapanecos ganan en promedio menos de tres mil pesos mensuales. El 27% de los jóvenes entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan, y ocupamos el lugar número 30 en esperanza de vida. Último lugar en competitividad y lugar número 30 para la apertura de una empresa, número 20 en registro de propiedades y noveno en permisos de construcción. La aportación al PIB nacional es de 1.48%, cuando en 2003 fue de 1.98%. Para 2017 los ingresos por impuestos locales fueron tan sólo de 1.4%, y de 23 impuestos posibles sólo se cobran cinco, aunque también hay que decir que las entidades del país donde más impuestos se pagan, no rebasan un total de ocho. Prefieren las mieles de gastar y no las hieles de recaudar. Es una constante en el país recaudar poco: el promedio latinoamericano es 17% del PIB, en México apenas 13.8%.
Pobre Chiapas. El politólogo Juan Carlos Cal y Mayor escribió: “Pobre Chiapas” y sustentó su diagnóstico con datos duros, irrebatibles, que desmienten el “optimismo retórico del gobierno…la creciente cantidad de recursos públicos que se han invertido en los últimos treinta años no han logrado abatir las condiciones de pobreza, por el contrario, se han agudizado”… “¿Qué ofrecen los políticos aspirantes a gobernarnos?”… Remata: “¿Tienen idea de la dimensión y complejidad de los problemas y de cómo resolverlos o sólo piensan en administrar nuestros conflictos?” Tiene razón. El fondo de su argumentación es impecable. Desde hace muchas décadas hay un Chiapas agraviado por la pobreza, el desempleo, el subempleo, la informalidad, la corrupción y la impunidad, el atraso y la ignorancia. Y qué decir de las insultantes desigualdades regionales. Todavía más, somos una de las entidades con mayor desigualdad de capacidades institucionales entre municipios, (tecnológica, administrativa, fiscal, capital humano, rendición de cuentas, dotación de obras y servicios, cuidado del medio ambiente, etc.) En 2019 sólo tres estados registraron tasas negativas en el crecimiento del valor agregado, Chiapas, Campeche y Tabasco. (Continuará)

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