Carnaval de escándalos: La Feria

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Sr. López

En aquellos lejanísimos tiempos en que los señores daban cada día el gasto a sus esposas (tiempos ya idos, bendito sea Dios), tía Maruca discutía mucho con tío Lalo, para que le diera más porque hacía milagros para poner comida en la mesa para sus cinco hijos y ellos dos. Pero él se defendía diciendo que era “muy raro”, porque sus hermanos y sus tíos, le decían que ellos daban hasta menos gasto y en sus casas alcanzaba para todo. “Compras caro, regatea, verás que alcanza”, insistía el avaro, hasta que la abuela Elena aconsejó a tía Maruca: “no le recibas el gasto, que él compre el mandado o las mujeres de su parentela”. Santo remedio.
Ayer fue el quinto encontronazo entre el Presidente y el periodista Jorge Ramos, quien acudió a la mañanera para confrontarlo otra vez, con los datos oficiales de homicidios dolosos, secuestros y asesinatos de periodistas. Como de costumbre el Presidente dijo respetar su “punto de vista” pero que él tiene otros datos: “México es un país pacífico en donde hay crecimiento, en donde hay empleo, en donde hay bienestar”, dijo seguro, sin que se le moviera el copete.
Y sí hay otros datos: según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del inicio del sexenio a junio de 2023 vamos en un total de 160,594 “Defunciones por homicidios”; y esa es la cifra oficial (OFICIAL), más alta desde 1990 cuando el Inegi empezó a llevar registro.
Si esos 160,594 fueran el total de homicidios en todo este sexenio (falta el segundo semestre de 2023 y hasta septiembre de este año), así, con sus 160,594 fiambres, supera el sexenio completo de Peña Nieto (156,066); el de Calderón (120,463); el de Fox (60,280); y de Zedillo también (80,671).
Este sexenio con sus cifra de homicidios a año y medio de terminar el periodo, 160,594 (perdone la insistencia), es el peor en la historia del país (sin guerra). Hagan las comparaciones como las hagan, presenten las cifras como las presenten, son más homicidios. Punto. Lo demás es música de viento; ‘flatus vocis’, palabras vanas.
La cosa es peor: la estadística oficial miente y saben que mienten. El chiste está en clasificar de otra manera los homicidios dolosos (a brocha gorda, los intencionales), pasando unos fiambres a ‘homicidio culposo’ (los accidentales o por imprudencia, matar sin querer matar); si le gusta el detalle busque por su cuenta en el Código Penal Federal el artículo 302 y los que siguen. Aparte de otras clasificaciones que aparecen en los registros del gobierno, raritas por decir lo menos: “otros delitos que atentan contra la vida”, le llaman a una y a otra, “otros delitos que atentan contra la libertad de las personas”. La cosa es reportar menos homicidios dolosos y secuestros. Y también hay ‘subregistro’, cadáveres y secuestrados que no se cuentan, faltaba más, ni que fueran a resucitar o los fueran a soltar.
Causa en Común, Observatorio Nacional Ciudadano, México Evalúa y otras organizaciones ciudadanas, revisan la información oficial y encuentran cosas muy raras; según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del gobierno federal, a las órdenes del Presidente, claro), en 2023 respecto de 2018, último año de don Peña Nieto, reportó que “otros delitos que atentan contra la vida” subieron el 104.4%, más del doble, nadita, pero eso sí, dicen que desde el 2019, hay bajas históricas de homicidios dolosos.
Por cierto, el secuestro oficialmente ha bajado, pero como ahora algunos secuestros se clasifican como “otros delitos que atentan contra la libertad de las personas”, en esa buchaca han metido el 59.6% de los secuestros.
Mienten mangoneando las cifras y esperan que todos nosotros los del peladaje les creamos porque es el Presidente de la república en persona, quien presenta y defiende esas cifras según las cuales la estrategia de los abrazos repartiendo becas a los jóvenes va rebien y estamos felices, felices, felices. No les creemos y no estamos felices. El país es un lago de sangre… y llanto.
El agarrón del periodista y el Presidente, acabó como siempre, en nada. Diálogo de sordos… no… diálogo con quien se aferra a sus otros datos y le funciona, mire usted, que terminó la mañanera de ayer y el señor-Presidente se fue desayunar, tan fresco. Otra victoria sobre los periodistas que quieren hacerlo quedar mal y no pueden (claro-que-no-señor-Presidente). Y sí, siendo Presidente de la república puede aferrarse a sus palabras, sean o no veraces.
Hay que entender a quien solo con palabras se hizo con la presidencia de la república. No cualquiera, que habladores hay muchos. Él lo logró para su propia sorpresa. Y uno no sabe no puede saber, si ya se dio cuenta que no estaba preparado para triunfar, para ser Presidente de México, parece que no, pero quién sabe.
Lo cierto es que la vida es implacable. Las cosas discurren siempre por el carril de la realidad y ¡ay de aquellos que viven en la mentira, por la mentira, para la mentira! Esa es la crueldad del cargo de Presidente de México: el que quiere engañarse y creer que engaña, puede hacerlo durante su sexenio, le sobra poder para no hacer caso a nadie, para que sus subordinados mantengan cerrada la boca. Pero después… después pagan la factura.
Por supuesto, si gana doña Sheinbaum, ella no dirá ni pío, pero a la hora que le cueste capital político encubrir a los del actual gobierno federal, no pagará esas cuentas, ese saldo es ajeno. Impedirá el golpeteo directo a su mentor, claro que sí… pero ¿a sus hijos?… ¿a sus paniaguados?… ¿a quienes incurrieron en ilegalidades para obedecer al señor?… ¿a los empresarios que van a corretear por bandidos?… no hay trapo que tape tanto.
Aunque no todo se sabe, cuando es tanto lo que ocultar, se sabe mucho. ¿Cuánto tiempo calculará el Presidente que le va a durar la lealtad a sus actuales subordinados?… ¿cuánto tiempo le guardarán sus secretos?… ¿cuánto cobrarán por soltar la sopa?… va a ser un carnaval de escándalos.

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