Bullying omnipresente: Galimatías

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Ernesto Gómez Pananá

Una guerra -cualquiera-, puede caracterizarse por dos razones: es la muestra superlativa de la violencia y es propia únicamente de la especie humana.
Pero y ¿qué es la violencia? Según el Diccionario de la Lengua Española es una acción en la que media la ira y en la que se utiliza la fuerza en extremo.
En semanas recientes, el mundo, el país y la tierra chiapaneca vivimos hechos de violencia preocupantes que no debieran de normalizarse nunca y que tienen un origen común.
Rusia Vs. Ucrania
En Europa, la humanidad atestigua en tiempo real la invasión rusa a Ucrania. Es necesario expresarlo sin ambages ni falsas neutralidades: Rusia invade al vecino por discrepar de su creciente cercanía a la Zona Euro y a la OTAN. Puede gustar o no la idea de Ucrania como miembro de la comunidad europea o puede simpatizarnos o no Zelenski, pero la incipiente democracia ucraniana es por mucho más genuina -y respetable- que el de un país dirigido por un presidente que lleva más de dos décadas en el poder. Las maniobras de Putin para perpetuarse en el cargo permiten entender mejor quién es. A través de la invasión a Ucrania, Putin busca recuperar poderío para Rusia y popularidad entre sus ciudadanos, a costa de un baño de sangre y de avasallar las instituciones de un país vecino. La violencia como vehículo para ambiciones políticas de largo alcance. A reserva de analizar más a profundidad el tema, parece claro que un personaje como Putin, forjó sus conceptos de violencia, guerra o respeto a la vida con límites poco claros desde la infancia. Ahí el origen. Ahí la posible explicación.
Gallos Blancos Vs. Atlas
Las imágenes se volvieron literalmente virales en minutos: los cuerpos de más de una decena de personas, varones todos, desnudos, tirados en el piso. Ensangrentados algunos, otros convulsionando. Parecía San Fernando, Tlalhuelilpan o San José de Gracia, pero por un balón.
Se habló de diecisiete muertes en un primer momento. Luego doce. Al día siguiente se habla solo de heridos. Las escenas no dejan por ello de ser espeluznantes.
La tarde de ayer se jugaba un partido de fútbol entre los Gallos Blancos de Querétaro y el Atlas de Guadalajara, era el minuto sesenta y tres cuando el partido se suspendió: decenas de personas invadieron la cancha para huir de la gresca que se había desatado momentos antes en las gradas. Familias y parejas, niños que tuvieron que quitarse la playera de su equipo ante el riesgo de ser atacados por la turbamulta del equipo contrario. La saña es impresionante; los “aficionados” del Querétaro, quienes suelen viajar con el equipo a los partidos foráneos, la llamada barra, la porra que formalmente surge para apoyar a un equipo, le ha provocado esta vez la peor derrota no solo a su equipo sino al fútbol, al deporte y a la sociedad misma: lo visto es inenarrable y vergonzoso, incluso si no hubiese víctimas fatales.
Los videos que circulan registran gritos, furia, rencor, emociones que extralimitan lo que acontece en la cancha. Difícil aceptar que los participantes en la gresca son simples aficionados al soccer. Ese nivel de violencia no surge de la nada. Viene de atrás, de la infancia, de la crianza en casa y en la cuadra -jugando fútbol-, con conceptos como respeto, violencia, paz o diálogo cuestionables y precarios.
Oxchuc Vs. Oxchuc
Este municipio de Chiapas elige a sus autoridades por métodos tradicionales -el término “Usos y Costumbres” siempre me ha parecido tan enfadosamente soberbio, prefiero expresarlo de este otro modo-. A finales del año pasado los electores no se pusieron de acuerdo y no pudieron elegir a sus autoridades municipales de forma ordenada. Varios meses de diálogo infructuoso y muchos muertos de todos los bandos. Igual que en Querétaro, las escenas fueron escalofriantes: todos contra todos, machetes, balazos, sangre. La ira y la convicción de que las diferencias se resuelven con la muerte de los adversarios.
Más allá de entender la lógica interna de grupos y caciques locales y las influencias externas -partidos y autoridades estatales por ejemplo-, habría que entender que este no es un problema de la elección pasada. Es un problema estructural, y mientras se intente resolver siempre en la coyuntura, seguirá repitiéndose. Desactivar la inestabilidad social y política en Oxchuc y en varios sitios más en el estado, pasa forzosamente por un trabajo de largo plazo en materia de construcción de paz. Educar a niños y niñas para asimilar que la violencia no es método de resolución de diferencias ni la muerte del otro la forma de ganar una disputa. Desde la casa y la escuela, en la crianza. Solamente así.
Oximoronas
Gertz Manero fue electo como fiscal general casi por unanimidad. No sale de un escándalo personal cuando ya entró en otro. Desde libros plagiados hasta rencillas con una adulta mayor -su excuñada- para cobrar una herencia millonaria. En medio, su colección de autos premium -122- y sus departamentos en Nueva York y California. Ahora los audios que le incriminan en tráfico de influencias a un nivel en el que en cualquier otro país del mundo, por vergüenza, el implicado renunciaría de inmediato. Me temo que la vergüenza no es lo suyo.

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