Ausencia: La Feria

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Sr. López

No admite bromas el pavoroso caso de los nuevos libros de texto gratuitos. Unos están muy alarmados porque el comunismo va a infectar a la niñez mexicana; otros por las pifias de su contenido; y también los que claman que no se respetó lo que dispone la ley para elaborarlos… porque no se respetó.
Lo del comunismo es exageración, más bien es la promoción de los ideales de la 4T (se solicita información); los risibles errores que sí contiene se pueden reparar (mandando hojas de fe de erratas para que los mismos niños las sustituyan… se van a divertir). Lo que no tiene regreso es la guaracha que se bailó Marx Arriaga (el Niño Héroe XXI), en la ley… pero algo se les ocurrirá. Y no sueñe, se van a distribuir y se van a usar en los 22 estados gobernados por el partido del señor que vive en Palacio que con amparo y sin amparo, hace siempre lo que quiere y su palabra es la ley.
Es curioso que tantas pasiones se desaten por los libros de la Nueva Escuela Mexicana que Arriaga anunció en la mañanera del 26 de julio del año pasado, muy en su papel de director de Contenidos de Educación Básica de la Secretaría de Educación Pública, sin fijarse casi nadie en que este neo Marx texcocano, carece de toda calificación no solo para rehacer los libros de texto oficiales, sino para ser parte de la SEP.
Don Arriaga estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y ahí mismo obtuvo su maestría en Teoría Literaria, para luego doctorarse en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid (filología es el estudio de las culturas a través de su lengua y literatura, para que no se vaya usted a impresionar); como sea, estudiar sí le gusta pero queda claro que no tiene ninguna calificación académica ni experiencia profesional para andar metiéndose a rediseñar los libros de texto gratuitos, porque antes de pertenecer a la cofradía del Santo Hueso, fue maestro más de 10 años en la mundialmente respetada Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (que fundó Luis Echeverría en 1973).
Don Arriaga en 2013, fue lector sinodal de la tesis de doctorado de una señora de nombre Beatriz Gutiérrez Müller. Luego el marido de la señora llegó a Presidente de la república y por mera coincidencia, porque para la nación habían pasado desapercibidas sus virtudes burocráticas, en marzo de 2019 la 4T le hizo justicia y apareció como titular de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, puesto que desempeñó hasta febrero de 2021, cuando fue removido (agradeciéndole muy cumplidamente sus altos servicios a la nación, pero-por-supuesto), después de algunas polémicas causadas por la maravilla de jefe que es y su incontenible afición a oírse hablar, como cuando declaró: “Admiro mucho su crítica literaria (de Beatriz Gutiérrez Müeller), admiro la manera en cómo trabaja, tanto ella como el Presidente, también a Paco Ignacio Taibo, son los tres referentes que tengo en cuanto uno debe ser como servidor público”.
Bueno cada quién es muy libre de escoger a sus héroes, campeones o luchador favorito, pero don Arriaga de veras no atinó uno. Cada quién.
Lo que debe decirse en honor a la verdad es que los anteriores libros de texto gratuitos no estaban como para salir a presumir al vecindario, aunque, claro, comparados con los que ahora se van a imponer en el país, eran de diploma y banda de honor. Como sea, el asunto realmente no deberían ser solamente los libros sino otra cosa más de fondo: la educación en México, la que tiene a su cargo la Secretaría de Educación Pública, es una birria.
No lo ande contando pero hace unos años, este menda impartió un par de materias en una universidad estatal, en los últimos dos semestres de la carrera de Comunicación y para su sorpresa, los estudiantes eran prácticamente analfabetos, con serias dificultades para comprender lo que leían (moviendo los labios, muy concentrados), y del todo imposibilitados para escribir a mano un párrafo de lo que fuera (a mano para que no copiaran y pegaran de internet).
Al principio, este su texto servidor hizo como que no pasaba nada, pero un día, sin previo aviso, hizo que los alumnos sacaran una hoja en la que iban a escribir el resultado de lo que anoté en el pizarrón: ¿cuánto es el 10% de mil?… recogí las hojas… por poco me da un infarto; luego empecé a hacerles preguntas: ¿quién fue Hidalgo?, ¿en qué siglo fue la Revolución Mexicana?, ¿qué se celebra el 5 de mayo?… y otras igual de difíciles. Debe decirse que no pocos de los alumnos eran inteligentes, muy inteligentes, y todos aceptaron de buen grado que invirtiéramos los meses que duraba el curso en empezar… de cero. De cero es desde hacerlos leer en voz alta. Muy triste.
México tiene un siglo empeñado en la educación pública. En 1922 se creó la Escuela de Salud Pública; se reinauguró en 1923 la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo; se creó la Escuela Secundaria en 1925. La UNAM obtuvo su autonomía en 1929 (lo que parece explicar al menos en parte su buen nivel académico). Algo estamos haciendo mal.
Carece de calificación el tecladista para siquiera intentar un diagnóstico o proponer alguna corrección de cosa tan compleja pero sí sabe que ahora vamos peor: este gobierno cuatrotero, disminuyó el presupuesto para educación y para escuelas normales; suprimió las Escuelas de Tiempo Completo; eliminó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. La coartada oficial son las becas para estudiantes que reciben directamente dinero, sin ningún control ni condición.
Don Gilberto Guevara Niebla, señor serio de izquierda respetable, que de educación sabe todo y si no todo, sí mucho, en su artículo “Regresión educativa” de abril de 2021, escribió: “Se descuidan los servicios educativos para concentrar dinero en los programas prioritarios del presidente (…) asumen un relativismo cognitivo (todo saber es válido, si es colectivo) y un relativismo ético (toda moral es válida, si es comunitaria) que conduce al nihilismo.
Señores de la 4T, urge su ausencia.

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