Sr. López
Una de las sobrinas nietas de la abuela Elena, de allá de Autlán, era verdaderamente guapa de no creerse. Una vez la abuela, hablando de ella, dijo: -Pobrecita, ya se amoló… -este menda le preguntó por qué decía eso, y aclaró: -Sabe lo guapa que está y ve menos a todos los muchachos del pueblo… o se queda a vestir santos o va a rodar –rodó.
Es tiempo de campañas electorales, tiempo de ataques, mentiras y encuestas. A los ataques les llaman guerra sucia, todos los partidos se quejan y todos los partidos la practican. A las mentiras les llaman propuestas y compromisos, todo mundo sabe que quien gane hará lo que pueda o le venga en gana y dejará de hacer lo que quiera, las ofertas de campaña no son de obligatorio cumplimiento (sería interesante tipificar el delito de fraude social, consistente en ganar elecciones con mentiras… sí, cómo no). Y las encuestas, ¡ah!, las encuestas… casi todas, no son de fiar, se hacen al contado y no son efectivas porque son en efectivo. Son fuentes de optimismo infundado y pesimismo iletrado.
Ahora, nomás no se aquieta la polvareda que levantó la encuesta del diario Reforma del martes pasado, 19 de marzo, en la que doña Sheinbaum aparece con el 58% y doña Xóchitl con el 34%, una diferencia del 24% que se antoja imposible de remontar pues cada punto porcentual es casi un millón de votos; o sea, la fiesta se acabó, todo mundo a su casa, muchas gracias por su asistencia y el terco que insista en ir a votar, bueno, pues se agradece el gesto, pero la que ya ganó, ya ganó… eso quisieran. (Y por caridad cristiana no se menciona al señor Álvarez, al que obsequiaron el 8% de intención de voto… ni la burla perdonan).
En medio de la grita (así se dice), el alboroto y achuchones que provocó la encuesta del Reforma, pasó desapercibido otro dato que ofrece: solo un 34% del electorado ve posible que gane la oposición al régimen, cuando en diciembre pasado, siempre según el Reforma, el 48% de los tenochcas cívicos vislumbraban esa posibilidad. ¡Chispas! (por no poner carajo), o sea que en dos meses y medio, 14 millones de gallardos ciudadanos cambiaron de opinión, chulada.
Explica en buena parte la atención que recibe esta encuesta por ser del Reforma, pues ha sido un diario abiertamente opositor al régimen de estos transformistas patrios y se solicita de su atención, tomar nota:
Transformista es el travestido que según el diccionario es el disfrazado o encubierto con un traje y este régimen está disfrazado de izquierdista siendo conservador de los que huelen feo (hay de otros), por eso se coaligó el 20 de febrero de 2018, con el Partido Encuentro Social, partido abiertamente evangélico, pentecostal, no se le olvide (Juárez se revuelca en su tumba); y por eso porque no es de izquierda, este régimen rechaza a feministas y mujeres, en especial si buscan con las uñas a sus hijos desaparecidos, al tiempo que acepta el muy cuestionable enriquecimiento de súbitos empresarios nacidos por generación espontánea, parientes y amigos de los parientes más cercanos del aún huésped de Palacio.
Así que salvo excepciones que siempre y en todo hay, la afamada 4T queda en un muégano de transformistas y travestidos. Si duda, revise la lista de distinguidos priistas de triste memoria que incorpora a sus filas sin remilgos. Bartlett no se olvida, Ovalle tampoco.
De regreso a lo de las encuestas. Es sabido que se usan como estrategia de campaña, estrategia rara, porque cuando se sostiene que un candidato tiene asegurado el triunfo, es más que probable que disminuya el flujo de sus seguidores a las casillas de votación, “ya para qué, si ya ganamos”. Y suele suceder que los que apoyan al supuesto perdedor, se engallan y abarrotan las casillas. No es regla pero pasa.
Sin embargo, dar crédito a una encuesta del diario Reforma es de plano tener mala memoria. A riesgo de aburrirlo, le hago un recuento:
En las elecciones del año 2000, cuando ganó don Chente Fox con el 42.52% de la votación, el Reforma publicó ocho encuestas y en las ocho dio por ganador a Francisco Labastida; en la de noviembre de 1999, pusieron a Labastida 19.8% arriba de Fox. Todas sus encuestas fallaron.
En el año 2006, el Reforma publicó once encuestas, en ocho dio por ganador a López Obrador; en la previa al día de los comicios daban 36% de intención de voto a favor de López Obrador y 34% a Felipe Calderón. Ganó Calderón, por poquito, pero legalito. Igual las encuestas del Reforma fueron un rosario de desatinos.
En las elecciones del 2012, el diario Reforma hizo y publicó cuatro encuestas. En una, la de junio del 2012, dio por ganadora a Josefina Vázquez Mota, con 14% más votos que Peña Nieto y en las otras tres sí daba el triunfo a Peña Nieto, pero para calibrar lo confiable que es ese periódico haciendo demoscopia, en la de junio de 2012, Peña Nieto aparecía en tercer lugar y 12% debajo de López Obrador; pero en la de noviembre de 2011, a Peña Nieto le asignaron el 49% y a López Obrador el 26%… 23% debajo de don Quique Copete. De veras, no dan una, Peña Nieto ganó 6.6% arriba de López Obrador, con el 38.1% de los votos.
Las cuatro encuestas de Reforma en 2018, cuando arrolló López Obrador, acertaron al ganador, igual que todas las muchas otras encuestas que se hicieron. Lo obvio era obvio y más con un Peña Nieto que algo hizo que merece todos los respetos de López Obrador (a la fecha).
Igual, ahora se supone que todos los simpatizantes de doña Xóchitl, deberían darse por derrotados porque Reforma salió con su encuesta del martes pasado. Pues no. Si hay una encuesta en la que no se debe confiar es esa. Reforma da una en el clavo y ciento en la herradura. Y haría muy mal la candidata del Presidente, suya de él, si se confiara, cosa que no hará porque en primer lugar es señora inteligente y en segundo, ella sí sabe cómo va la competencia, que por algo desde Palacio no le afloja el Presidente al tema.
Y por cierto, en esa encuesta el Reforma aprovechó para poner la aprobación presidencial en el 73%… ¿ve?, ya ganaron.