Tuxtla Gutiérrez

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José Antonio Molina Farro

“Los lobos no se muerden, se respetan”.

Benito Juárez.

La empresa calificadora HR Ratings, de acuerdo a El Economista, periódico especializado en temas económicos, la capital de Chiapas mantiene un adecuado comportamiento financiero. Aumentó la calificación de “HR A” a “HR A+”, esto es, el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez ofrece seguridad aceptable para el pago oportuno de obligaciones de deuda y mantiene bajo riesgo crediticio ante escenarios económicos adversos, pero refleja además “una férrea disciplina financiera”, con un adecuado control del gasto corriente que se mantiene desde el inicio de la actual administración. Sintetizando, el Ayuntamiento recibió la administración con amenaza de riesgo alto y hoy mantiene un bajo riesgo crediticio. Un logro nada menor si consideramos el desastre financiero heredado por administraciones pasadas. Vale subrayar que las evaluaciones de las calificadoras de riesgo, son un importante referente para los inversionistas nacionales y extranjeros, al igual que la infraestructura, la calidad de los servicios y la seguridad.

El orden administrativo, la disciplina financiera, el respeto a la ley y servidores públicos eficientes y honestos,  son el basamento de las políticas públicas municipales que han permitido  avances importantes en materia de servicios y sustentabilidad ambiental, así como una sana convivencia con la promoción del deporte y la cultura. La participación ciudadana y la denuncia pública han sido importantes catalizadores para brindar mejores servicios. En la percepción ciudadana refrendada en un voto de confianza para su reelección, el   presidente municipal es un político que sabe gobernar, sabe escuchar y  también rectificar, atiende a las críticas de buena fe y se aleja de los aduladores de adentro, que sólo le dicen al jefe lo que éste desea escuchar. Oportunistas que triunfan manejando el ego del poderoso. Espíritus rutinarios inhabilitados para los altos ideales. Tampoco es un presidente municipal con vocación de pontífice y apóstoles dispuestos a decir amén. Es conocida la sentencia de Warren Buffet: “Contrata a los que saben y déjalos trabajar. Si no, contrata a los más baratos para que hagan lo que digas”. En el Ayuntamiento se contrata por méritos, se les deja trabajar, pero con una permanente evaluación de desempeño.

Una política económica para ser eficaz requiere de un aparato técnico administrativo eficiente, un alto grado de credibilidad ciudadana en las estructuras del gobierno, rendición de cuentas de quienes ejercen el poder, y un gobierno fuerte y legítimo. Carlos Morales va más allá. Hago una referencia al analista José Luis Valdés Ugalde, “La naturaleza sicológica y emocional del conductor de los destinos de millones de seres humanos, es determinante para obtener resultados óptimos”. Si bien es válido que los gobernantes se rodeen de personas afines, con las que se comunique mejor y en las que pueda confiar, en esta administración municipal los vínculos emocionales pasan a un segundo plano, cuando se trata de dar resultados traducidos en beneficio colectivo. Esa es la mejor prueba de gratitud y lealtad a quien les dio la oportunidad de robarle un trozo a la historia. Quien no funciona se va. Cero tolerancia a la ineficiencia y la deshonestidad. Los tiempos de Tuxtla, exigen acciones enérgicas y políticas públicas en constante revisión, innovadoras e imaginativas. Tiempos nuevos en recipientes nuevos. Enrique González Pedrero escribía. “Vino nuevo en odres nuevos. Si se vierte vino nuevo en odres viejos, revienta el cuero viejo y se derrama el vino nuevo”. De ahí la importancia de una generación de servidores públicos fuertemente comprometidos con el desarrollo de Tuxtla.

Quiero subrayarlo, el talón de Aquiles  de la administración pública federal, estatal y municipal ha sido, sigue siendo, la falta de coordinación interinstitucional y la poca o nula evaluación y seguimiento. Y es precisamente esa coordinación, evaluación y seguimiento lo que hoy se hace en la capital. Las tareas han sido varias, reconocer e integrar las interdependencias, fortalecer la unidad estructural y operativa de la administración municipal, construir las técnicas de prelación con planeación y presupuestación de recursos, y priorizar para incrementar la eficiencia en la asignación del gasto de inversión. Hay pues, la voluntad democrática de reinventar la política, desechando la vieja concepción de que política y administración caminan separadas. Ambas se complementan y forman juntas el núcleo de la legitimidad bien entendida. 

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