Sr. López
Como usted sabe, tío Agustín y tía Pepa, los papás de Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, eran un par de santos. En cierta ocasión en que la última de Pepe tenía muy ocupadas a las lenguas de doble filo (y de filo sencillo), de la familia entera, tío Armando les preguntó si de plano se daban por vencidos, si de veras no podían anticiparse a las trastadas de Pepe. Y tío Agustín dijo en su media de voz de siempre: -Ni que fuéramos adivinos –y sí, ni así.
El peor análisis político que se puede hacer sobre hechos por venir (también se hace sobre lo pasado), es aquel en el que primero se establece la conclusión y luego se acomodan a ese resultado predeterminado, la información y los hechos públicos. Pasa.
Otra cosa equivocada es confundir el análisis político con un acto de adivinación. No lo es. Quien analiza no predice el futuro que pertenece al mundo de la realidad, misma que no suele discurrir por los caminos de la lógica. Pero, igual, el deber de quien analiza, es obtener deducciones lógicas que respondan a la información disponible.
Un ejemplo: en las elecciones del 2018 no era previsible que López Obrador triunfara. La Presidencia estaba en manos del PRI. Los opositores a Morena gobernaban 27 estados (PRI en 15; PAN en siete; PAN-PRD en cuatro; y un independiente); y el PRI tenía (y tiene), estructura en los 300 distritos electorales. Con esa información, era una reverenda tontería concluir que iba a ganar con todo en contra. Y ganó.
¿Qué pasó?… que nadie podía prever que el Peña Nieto iba a dejar a su suerte a José Antonio Meade, supuestamente su candidato; y que varios de los gobernadores priistas iban a pactar con su opositor más visible, financiando su campaña con largueza. El Presidente lo hizo -con o sin acuerdos inconfesables-, a cambio de asegurar una plácida expresidencia, los gobernadores por impunidad a secas. Como sea, el que iba a perder, ganó y muy holgadamente, porque tampoco era visible el enorme descontento social en las clases medias.
Sin embargo, había algunos que sostenían que iba a triunfar López Obrador muy a contrapelo de los datos duros. ¿Cómo?… pues unos porque tenían acceso a información privadísima y otros porque tienen olfato político y lejos de hacer razonamientos deductivos lógicos, con su experiencia son capaces de conjeturar entre la nube de datos convergentes y contradictorios o simples indicios, lo que va a suceder y aciertan, no como un acto de adivinación, sino por su don de asimilar la circunstancia, gracias a su propia experiencia que se hace intuición, tan importante porque permite sin necesitar razonamientos lógicos, percibir la situación clara e instantáneamente (como dice el diccionario).
Aun así, el que analiza tiene la obligación de sujetarse a la información dura y hechos visibles para llegar a conclusiones. Y cuando esas conclusiones son del conocimiento de un verdadero político, las pondera y considera, pero no se sujeta a ellas, que para eso intuye lo que habrá de suceder. Y no le atina, acierta.
Todo esto a cuento de los comicios del 2024, de la elección presidencial. La lógica indica que habrá de triunfar Morena. Para empezar, Morena tiene firmemente la presidencia de la república, actuante en lo electoral como nunca se había visto. Tiene el gobierno en 23 estados (dos en coalición), que equivale al 72% de la población total del país. Tiene un ejército de operadores que han trabajado a favor de su partido todo el sexenio, 18 mil 299 “Servidores de la Nación” y por si le parecen pocos, equivalen a casi 61 en cada distrito electoral, con un costo mensual de 177.5 millones de pesos, 2,130 millones cada año, pagados por la Secretaría del Bienestar (ningún partido tiene semejante cantidad de dinero ni hueste y mucho menos operando desde el inicio de esta administración).
Encima de eso, Morena tiene cuanto más dinero le haga falta, sin límites, sin considerar que junto con sus partidos rémora, según el proyecto de presupuesto del INE, en 2024 recibirá la bonita suma de casi 4,500 millones de pesos (sus opositores juntan entre todos, poquito más, 4,600). Y el Presidente está haciendo lo posible por reducir ese presupuesto para apergollar a los opositores, que a su partido no le va a faltar lo que necesite y en estas andanzas lo que se pueda comprar con dinero es barato, cueste lo que cueste.
Vistas así las cosas, es que el Presidente sigue terco en montar a doña Sheinbaum como su candidata de él a la presidencia de la república, porque ella sinceramente lo admira y es de izquierda en serio. Si usted está absolutamente seguro de su apuesta, le pone cuanto dinero tenga. Ya luego la realidad dirá si se equivocó.
Y doña Claudita no la tiene fácil. Ya en campaña los del Frente que aglutina PRI, PAN y PRD (y tal vez MC), no le van a perdonar una… y tiene varias, como lo del Colegio Rébsamen que se tradujo en la muerte de la muerte de 19 niños y 7 adultos; o la caída del tramo de la Línea 12 del Metro que costó otros 26 muertos y más de cien heridos, con un antecedente muy gordo, porque los que dicen que saben, aseguran que en Palacio Nacional, tienen el resumen de comunicados de Grupo Carso fechados desde 2019, al gobierno de la CdMx, presidido por doña Sheinbaum, en el que avisaban de la urgencia de dar mantenimiento a la Línea 12 y que lo harían ¡sin costo!, y extrañamente, no hicieron caso. Imagine, de ser cierto el rumor, que explotara semejante bomba en plena campaña.
Como sea, se las están guardando a doña Sheinbaum. En esto, no hay buenas maneras ni respetos humanos. Es muchísimo lo que se juega.
Así las cosas, después del bajón que el señor de Palacio dio a Zoé Robledo, que gastó muy buen dinero en promoverse como candidato a gobernar el estado de Chiapas, tampoco sería una gran sorpresa que el Presidente decidiera dejar a doña Claudia en la cuneta, lo que sería una gran noticia para don Adán Augusto, aunque falta ver hasta dónde está dispuesto Ebrard, que les puede abollar la corona del triunfo seguro.