Galimatías/ Ernesto Gómez Pananá
En días recientes, se supo del asesinato de Bernardo Bravo Manríquez, productor de limón en la zona de Apatzingán, Michoacán, y líder de los limoneros de esa región. El empresario fue encontrado a bordo de su vehículo, asesinado con el tiro de gracia y huellas de tortura, días después del llamado que hiciera a sus colegas empresarios para resistir la imposición de precios, el cobro de piso y el coyotaje por parte de los grupos del crimen organizado que controlan desde hace muchos años la entidad e imponen su ley narca en prácticamente cualquier actividad comercial.
El asesinato de Bravo Manríquez no es la primera tragedia de ese tipo en su familia. Su padre, Don Bernardo Bravo Valencia, fue privado de la vida en circunstancias similares y por causas idénticas: haber opuesto resistencia al avasallamiento de la delincuencia organizada en la región. Dos generaciones truncadas por la misma violencia. Dos árboles de limón podados a balazos. Insisto, una tragedia.
A los pocos días de la muerte del productor limonero Bravo Manríquez, la prensa mexicana reportó otro caso similar, este en la región citrícola de Veracruz, donde, por causas idénticas, Javier Vargas Arias, productor naranjero, fue también ejecutado. A manos de quienes hoy, se ha dado en llamar, son “generadores de violencia”: personajes cuya vergonzante tarea es la de extorsionar, amenazar, robar, asesinar e imponer sus deplorables hábitos en cada vez más amplias zonas del país. En este caso le tocó —una vez más— a Veracruz, entidad que pareciera enrachada: al ligero desbordamiento del río Cazones y, antes, al “lamentable infarto” del que muriera la maestra jubilada y chofer de aplicación Irma Hernández Cruz, le sucede la ejecución del empresario Vargas Arias. No omito en esta alusión al caso precisar que tanto la maestra como el productor citrícola fallecieron en la localidad Álamo Temapache, una región que, según algunos sectores de la prensa crítica, está controlada por la mafia regional veracruzana, aunque según otras versiones, es zona con alto índice de ataques… al corazón.


Limones y naranjas —ironía del destino— son frutos de sabor ácido.
Dicho concepto proviene del latín acidus (de acere, “que posee un sabor picante”) y nació nombrando el vinagre y la fruta verde, aquella que aún no madura. Lo ácido es la vitalidad punzante de lo vivo, lo que aún tiene fuerza, pero también advertencia.
Cuando alguna de estas dos frutas se malogra, suele decirse que está o se ha puesto “agria”, concepto que en su origen latín —acer, acris, acre— describe justo algo que se ha descompuesto. El yogur, por ejemplo, aunque principalmente nos parece ácido, en el fondo es un alimento que califica como agrio, como descompuesto, como lo que empieza a morir.
En esta serie de términos gustativos el tercero en cadena es “amargo”, término que deriva de amarus, un sabor que no escuece pero que permanece; no hiere, pero marca. El amargo es la persistencia de lo que duele.
Casos como los de Bravo Manríquez o Vargas Arias son ácidos como las frutas que producían: muerden. Son agrios porque el cuerpo social se descompone. Y son amargos porque nos revientan en el rostro una realidad de horror y violencia que urge detener.
México tiene hoy el sabor del cítrico en descomposición: ácido por su vitalidad herida, agrio por su corrupción extendida, amargo por su persistencia. Lo que antes fue verde y prometedor hoy fermenta en manos de quienes controlan la cosecha, la plaza, la vida.
¿En qué momento las cosas se pudrieron de este modo y el sabor amargo invadió nuestras vidas?
¿En qué instante lo ácido se volvió agrio y lo agrio amargo? ¿En qué punto el sabor de México cambió para siempre?
Oximoronas 1
En ciernes, un nuevo partido, de nombre “Construyendo Solidaridad y Paz”, cuyas siglas, no se rían estimados 20 lectores, son -absoluta y completa casualidad- CSP, iniciales si, de nuestra presidenta de México. Flaco favor le hace a la primera mandataria el señor que encabeza tan colosal epopeya, don Hugo Eric Flores, genio creador de tan cómica ocurrencia lambiscona que, como es de suponer, se financiará con recursos públicos.
Oximoronas 2
A México le urge hacer deporte. Bien por el ex goleador y exgobernador morelense, que hace espacio en su saturadísima agenda laboral para, dictaminar al ritmo de pádel. Nos pone el ejemplo. Talentoso patriota multitask.
Oximoronas 3. El PAN se relanza de la mano de los yuppies del Cártel Inmobiliario: Qué falta le hacen al PAN Don Luis H. Álvarez, Don Carlos Castillo Peraza, El Maquío. Hombres pensantes, y decentes.