Sr. López
Tío Tacho (Eustasio), era mentiroso de tiempo completo por conveniencia y por gusto. Claro, toda la familia lo sabía con una excepción notabilísima: tía Tencha (Hortensia), su esposa, a la que 25 años de matrimonio no le habían enseñado nada y le creía todo a su embustero de cabecera, hasta que un día la evidencia la venció, más bien la joven señora que la visitó con fotos de ella en su boda con Tacho, y más fotos de ella con él y los tres hijos chiquitos que tenían. Tía Tencha, enloquecida de ira lo recibió esa noche con gritos que ni en ópera de Wagner… y con santa calma, tío Tacho, tomando una maleta, sin alzar la voz le dijo: -Es tu culpa, mujer, por crédula, a mí ni me digas –y salió a recuperar lo que pudo de su ropa, previamente lanzada a la calle por la tía. Y tan tan.
La política, no como doctrina, no como ideología, sino como actividad, es el oficio más noble por ser su objeto la gente, la sociedad (aunque hay quien discute sobre la inexistencia de la sociedad -doña Margaret Thatcher ‘dixit’-, afirmando que en su lugar lo que sí existe es cada individuo y su relación con los demás, cumpliendo deberes y ejerciendo derechos, pero esas son florituras ajenas a los alcances de su texto servidor).
Vista así la política, como actividad, resulta de lo más importante que quienes se dedican a hacer política, los políticos, sean gente honorable… y ya torció la puerca el rabo. Ya casi son términos en desuso el honor, la honorabilidad, la honra.
No estorba recordar que la honorabilidad es la cualidad de la persona honorable, reza el diccionario. Es honorable el digno de ser honrado, respetado, por ser gente de honor. ¡Qué enredo!… bueno, ya en estas, agreguemos que el honor es la cualidad moral y ética que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.
Cualquiera diría que de los políticos solo nos debería importar que cumplan con sus deberes respecto de los demás, de la sociedad, pero, no, porque no es posible que quien no se respeta a sí mismo, respete a los demás. Y ese no respetarse a sí mismo incluye, entre otros vicios de la moral y la ética (que no son lo mismo), el engañar a la gente sabiendo que se la engaña, no en los casos extraordinarios en que mentir sea obligado para evitar males mayores, sino mentir para salirse con la suya, para encubrir errores, para evadir responsabilidades. Mentir como método, como estrategia de gobierno, siempre sale mal. Siempre, tarde o temprano, porque la verdad es muy necia (advirtiendo que frecuentemente, toda la verdad no sale a la luz, pero sí lo suficiente para que el político embustero acabe en el basurero de la historia).
Hay quien (Luis Estrada, de SPIN), lleva la cuenta de las mentiras o afirmaciones engañosas, ambiguas o difíciles de comprobar, de nuestro actual Presidente sin que nadie pueda saber si es cierta esa cuenta, pero la hacen pública y reportó don Estrada el 24 de diciembre del año pasado, cuando se celebró la mañanera número mil, que en sus primeros cuatro años de gobierno ya iba en cien mil mentiras (100,000, para que luzca la cifra), superando ampliamente a otro famoso mentiroso, el fementido Donald Trump que en todo su gobierno (de cuatro años), dijo 30 mil 573 mentiras, según el registro del prestigiado diario Washington Post; no en todo nos iban a ganar.
Ahora mismo, el Presidente sostiene que se avisó con oportunidad a la población sobre el huracán Otis y que la ayuda y apoyo oficiales están fluyendo. Sin dejar de agregar que es la prensa opositora y corrupta la que está magnificando los daños y minimizando las acciones de su gobierno.
De lo que no se puede dudar es de que tres navíos de la Marina Armada han llevado ayuda al puerto (el buque de Guerra Anfibia Arm Papaloapan A-411; el José María Morelos II; y el buque multipropósito Arm Libertador Bal-02), consistente en material médico para atender la inminente emergencia sanitaria y alimentos -leche en polvo, frijol, harina de trigo, latas de atún y aceite comestible-, junto con 100 mil barriles de diésel, para abastecer las plantas generadoras de energía eléctrica de los hospitales públicos, insumo indispensable y que significa vida o muerte de algunos pacientes. Está documentado y no se le puede negar al Presidente la oportunidad de ese apoyo… a Cuba (entre el 26 y el 28 de julio de 2021), tanto que Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior de Cuba, puso un ‘X’ (tuitazo), diciendo, “No estamos solos”. ¡Qué bueno! El apoyo a Cuba con combustible se repitió en agosto de este año. ¡Qué bueno!, no es uno díscolo, pero Acapulco también tiene puerto… ¿se lo habrán informado al presidente?
Tampoco es cosa de negar que los buques ARM Papaloapan y ARM Libertador zarparon con mil 729 toneladas de víveres que incluyen despensas, artículos de higiene personal, ropa, casas de campaña, medicamentos e insumos médicos como cubrebocas, además de un contenedor con hospital móvil, coordinados por un equipo integrado por la Secretaría de Salud, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina, bajo las directrices de la Coordinación Nacional de Protección Civil… rumbo a Haití, el 27 de agosto de 2021. ¡Sí se puede! (Y Acapulco también es puerto, perdone la insistencia).
Y si la Marina Armada no puede prestar alguno de sus buques por tener compromisos contraídos con anterioridad, Acapulco también tiene aeropuerto. Recuerde que el gobierno federal pudo el 15 de febrero de este año, mandar por avión a Turquía, cien toneladas de ayuda humanitaria, entre otras cosas, alimentos, cobijas, colchonetas, casas de campaña, generadores de luz, insumos médicos, insumos de higiene personal y ropa, a lo mejor sería buena idea repetir la dosis con Acapulco y ya en esas, organizar un puente aéreo. Es una idea.
Lo que tampoco se puede dudar es que hay gente que no tiene llenadera y claman por ayuda en Guerrero, más ayuda, ¿cuál ayuda?… y solo para que conste, no se vale dudar de la palabra presidencial. Todo tiene límites.