Tamalitos de chipilín: La Feria

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Sr. López

Platicar con tío Armando era muy divertido porque era un tonto muy divertido con la ventaja de que no se daba cuenta de las burlas que se ganaba. El pérfido primo Pepe se ensañaba tirándole de la lengua; una vez le preguntó si era cierto que había completado los diez Mandamientos y respondió: -Bueno… sí… yo sugerí el de no desear a la mujer del prójimo y les pareció bien -tan fresco.
Antier hubo un amago de escándalo porque supuestamente México no se había adherido a la ‘Declaratoria de bosques y uso de la tierra’, formalizada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 -la COP 26-, allá en Glasgow, Escocia.
De acuerdo con chismosos de la Cancillería, se adhirieron tardecito a la Declaración porque primero la analizó la delegación de México. Como sea, en la noche se entregó la adhesión mexicana. Asunto arreglado.
Lo bueno fue que ayer el Presidente aclaró el asunto: “¿Qué fue lo más significativo en ese encuentro?, fue la firma para sembrar árboles (…) ¿De dónde creen que salió esa idea?, de Sembrando Vida (…) están pendientes de que México no había firmado… si el programa lo propusimos nosotros”. ¿Y entonces, qué le analizaron?, de veras, se pasan de cuidadosos los de la Cancillería.
También dijo nuestro presidente que “(…) México es el país con el programa más importante de reforestación y no hay ninguna nación en el mundo (…)”. Bonito.
La Declaratoria esta de la COP 26, está dirigida a “promover la seguridad alimentaria, reducir la vulnerabilidad y construir resiliencia en áreas rurales, conservar bosques y otros ecosistemas terrestres”. No es solo para sembrar árboles, como Sembrando Vida.
Lo que nos debe dar gusto es saber que los más de 120 países que asistieron a la COP 26, se inspiraron en Sembrando Vida para redactar esta Declaratoria… aunque, mejor guarde la matraca:
21 años antes de Sembrando Vida, en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1997, se firmó el Protocolo de Kioto que incluyó la reforestación como parte del “Mecanismo de Desarrollo Limpio”. Y en 2000, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas instaló el “Foro de las Naciones Unidas sobre los bosques” (UNFF) con el objetivo de promover “la gestión, conservación y desarrollo sostenibles de todos los tipos de bosques”. Otra vez en 2001 en la COP 6 (celebrada en Bonn, Alemania), se acordó “otorgar créditos para la gestión de bosques y tierras de cultivo y reforestación”. En septiembre de 2008 se anunció el “Programa de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques”. En 1992, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo, “Cumbre de la Tierra”, se emitió la “Declaración por el consenso mundial en la gestión, conservación y desarrollo sostenibles de todos los tipos de bosques”.
Y en la COP 16, celebrada en Cancún, México, el 6 de diciembre de 2010, se definió que “la reforestación es la manera más fácil de luchar contra el cambio climático”.
Sembrando Vida se anunció a principios de la campaña electoral de 2018, para reforestar un millón de hectáreas con árboles frutales y maderables, 21 años después del Protocolo de Kioto. Habían de ayudarlo, digo, sus colaboradores.
Pero que no decaiga ese ánimo: no se le olvide que “México tiene el programa de reforestación más importante del mundo”, de hecho el pasado 18 de octubre en Palenque, Chiapas, el Presidente presentó Sembrando Vida a John Kerry, el representante del presidente Biden para los asuntos del clima, y anunció que a fin de 2021 el avance será de 817 millones de plantas y un millón 111 mil hectáreas en reforestación. ¡Áchis!, le digo que le echen la mano, ayúdenlo, no hay que ser:
El programa de recuperación forestal de Filipinas en los últimos cinco años plantó 1,500 millones de árboles, casi en doble que Sembrando Vida. Corea del Sur decidió reforestarse después de tanta guerra y llevan 11 mil millones de árboles (trece veces Sembrando Vida). En África ya sembraron 14 millones de hectáreas para contener al desierto del Sahara (catorce veces Sembrando Vida). Y en China le pusieron el alto al desierto del Gobi con lo que llaman La Gran Muralla Verde y llevan reforestadas 50 millones de hectáreas (45 programas Sembrando Vida).
Las comparaciones son odiosas, sí, pero Sembrando Vida, cuando llegue a sus objetivos, será mucho menor que otros programas de reforestación que hay en el mundo. Ojalá no se sepa fuera lo que nuestro Presidente anda diciendo acá entre nos.
Y con una advertencia: el Presidente anunció el pasado 10 de marzo que se va a investigar la presunta deforestación de 73 mil hectáreas causada por su programa Sembrando Vida en el sur del país, equivalente al promedio anual de área forestal perdida por el cambio de uso de suelo y por la tala ilegal de árboles en la región, según un reporte divulgado del World Resources Institute (WRI), en el que se afirma que nuestros campesinos han quemado esas 73 mil hectáreas de árboles para poder acceder a los 4,500 pesotes mensuales de Sembrando Vida. Puede ser mentira… ojalá sea mentira… debe ser mentira… por el amor de Dios ¡que sea mentira!
Dejemos lo de los cerros rapados para resembrar… ayer a las 6:32 pm la Agencia Reforma informó que se difiere para abril del año que entra la discusión de la reforma constitucional sobre la industria eléctrica. Según esto porque “los grupos parlamentarios de los partidos Morena, el Verde Ecologista y del Trabajo acordaron diferir al 15 de abril de 2022 la aprobación de la reforma eléctrica, una vez que se haya realizado la consulta sobre ratificación de mandato del presidente (…)”.
Eso es interpretar, difirieron porque difirieron, nada que ver lo de la revocación, y tampoco nada tiene que ver que ayer el embajador de los EUA, Ken Salazar, se reunió con “funcionarios” en Palacio Nacional y expresó serias preocupaciones de EUA por la reforma energética. Y esos sí que no son tamalitos de chipilín.

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