Sr. López
Tío Alfredo trabajaba como mulo y levantó un almacén, tienda de granos, aperos, géneros, medicinas, escopetas y perfumería fina (servía para despintar puertas, así de fina), que era una mina de oro. Aparte, en su casa era el amo absoluto y traía marcando el paso a tía María Luisa y sus nueve hijos. Ya viejo, una mañana amaneció paralizado de medio cuerpo y media cara y sus últimos años los pasó en el patio de su casa, sentado con una cobija en las piernas, una boina en la calva y babeando. Diario iban sus hijos a que les diera órdenes sobre el negocio. Nadie le hacía caso pero eso sí, se murió mandando.
La parranda legislativa del Senado de la madrugada del sábado pasado, alimenta un tremendismo que la describe como “noche negra”, a la par que algunos afirman que el régimen de Andrés Manuel López Obrador avanza rumbo a la dictadura o cuando menos a un ‘maximato’ para mangonear el destino nacional mientras viva.
Lo de la “noche negra” es de risa en un país caracterizado por la inmensa (por más indebida que fuera), influencia del Presidente en el Congreso. Y hasta lo de “indebida” está por verse, pues parece lo más natural que cuando un político y su partido asumen el poder, hagan hasta lo imposible por realizar su proyecto político, faltaba más. Puede ser que lo molesto sea la insistencia de este Presidente en alardear de que en este país se hace lo que diga su dedito.
Y sí, es un Presidente hablantín, bravero e irrespetuoso que notoriamente improvisa algunas de sus decisiones y encima es indiscreto, anticipa sus intenciones y públicamente da órdenes a los legisladores de su partido, abollándoles la dignidad. Pero sus adversarios políticos en lugar de mesarse los cabellos, ya podrían ir en procesión a la Basílica del Tepeyac a agradecerle a la mami de Dios, que gracias a su modito no le salgan las cosas por su manía de hacerlas a trancas y barrancas, sin respetar Constitución ni leyes. Así es él, le gusta presumir músculo, sentirse el macho alfa nacional. Cada quién.
Pero hay quien cree que este Presidente hace y deshace conforme a su real gana. No es así. Hace y deshace en lo administrativo del Poder Ejecutivo, con poca pulcritud legal, debe decirse, pero frente al entramado que forman la Constitución y los tratados internacionales que México ha firmado y tienen la misma fuerza legal que la propia Constitución, poco ha podido, más bien nada.
Sin entrar en detalles, aparte de los palos que le ha puesto el Congreso en iniciativas de reformas constitucionales (INE e industria eléctrica), la Suprema Corte se ha bailado el zapateado tabasqueño (parecido al huapango), en sus intentos de hacer charamuscas con la Constitución: no le han pasado una.
Para tranquilizar a los que se preocupan de más, le recuerdo que la Suprema invalidó la reserva automática de información (secreto), de las bases de datos del Sistema Nacional de Información; en Ley Nacional del Uso de la Fuerza, invalidó el uso de fuerza ‘epiletal’ (neologismo infame), que permitía neutralizar manifestantes con alta probabilidad de dañarlos gravemente; en la Ley Nacional de Extinción de Dominio, canceló la facultad de las autoridades para incautar bienes cuyo origen está en investigación; también mandaron a la basura la ampliación de mandato del Ministro Presidente, don Zaldívar; lo mismo a la prohibición a los ex funcionarios por 10 años, para trabajar en la iniciativa privada; igual declaró inconstitucional castigar con prisión preventiva los delitos fiscales como amenazas a la Seguridad Nacional; y mandaron a volar la militarización de la Guardia Nacional y más, pero repito, no hay espacio (por cierto, el ‘Plan B’ contra el INE va camino de la trituradora de papel).
Lo anterior debiera tranquilizar a cualquiera. Estamos muy lejos de un régimen autoritario-dictatorial por más que el Presidente todos los días aparente que su palabra es la ley cuando no tiene trono ni reina. Habrá quien diga que tener que estar recurriendo a la Corte es un mal síntoma y sí, puede ser, pero este gobierno puso a prueba la solidez de las instituciones y el marcador no lo favorece. Los de los tiempos del PRI imperial sabían cómo y sabían que entre menos se notara, mejor. Los del PAN no sabían cómo ni les interesaba porque no se propusieron violar la Constitución, mañosos.
Dicen algunos que dicen que saben que falta lo peor de este gobierno. Este menda no lo duda porque no es difícil que le falte lo peor a este gobierno. Por más manoseos que puedan hacer a las leyes, con la Constitución no van a poder (ni con los enredos legales que tienen con los EUA por violar el T-MEC), además, si la Corte le aguantó varios ‘recargones’ cuando estaba en plenitud de poder el Presidente, ahora que va de salida (se va, se va… se fue), con más ganas y si algunos de los duros de la 4T (duros de sesera), incitan a sus huestes a ejercer violencia física contra ministros de la Corte o legisladores federales, cosa muy de dudarse, el problema será para la corcholata favorita del Presidente, porque el orden público en la CdMx, depende ella, doña Claudita.
Y conviene recapacitar en la fuerza electoral ‘invencible’ de la 4T. En 2018 obtuvieron 30 millones 100 mil votos; en 2021, la elección intermedia, Morena y socios sumaron 21 millones, casi un tercio menos que en 2018 mientras los partidos opositores (PAN, PRI, PRD) sumaron 23 millones, dos millones más que el invencible.
Lo que es cierto es que el Presidente no va a cambiar su modo de ejercer el cargo, ya no tiene edad para cambiar en nada, y que seguirá encendiendo ánimos y fuegos que no necesita. Nadie olvida sus ataques a sectores completos de la sociedad, como la clase media o las mujeres y ahora ya alebrestó a la comunidad universitaria y académica por su absurda ley de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación y al mismo tiempo se exhibió en Palacio nacional el Día de Trabajo, con lo más granado del albañal sindical que padecen los trabajadores del país. En resumen, su peor enemigo.