Sinsentido: La Feria

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SR. LÓPEZ

Tío Neto, del lado materno toluqueño, era un señor esférico, del mismo alto que ancho (y era de buena estatura), con ojeras negras como una noche preso, buena persona pero campeón olímpico de la gula y mundial de la necedad. Toda la familia sabía que era diabético, él lo negaba; varias veces acabó hospitalizado, con melaza en vez de sangre. Una tarde después de comer como náufrago en casa de los abuelos, don Armando, que era de pocas palabras, le dijo: -Te vas a matar comiendo, pero no en mi casa, última vez que te invita Virgen –ya sabe, la abuela Virginia, la de los siete embarazos; tío Neto siguió comiendo sus chongos zamoranos (tercer plato), los hacía la abuela: ¡incomparables! No mucho después, una tarde, llamaron de su trabajo a tía Maruca, su esposa, para decirle a qué hospital lo habían mandado después de comer todo el día merengues; ella llamó al sanatorio y le dijeron que fuera a recoger el fiambre. Necio.

Varias veces, desde 2006 y también en 2017, 2018 y 2019, el entonces candidato a la presidencia y luego Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pidió y propuso, regresar el ejército a los cuarteles, sacarlos de las calles, prescindir de su apoyo en la lucha contra la delincuencia organizada.

El 6 de febrero de 2012, subió un video a Youtube en el que se comprometía, si llegaba a Presidente, a retirar las fuerzas armadas de la lucha contra la delincuencia organizada en un plazo de seis meses.

El 29 de marzo de 2017, desde Saltillo, Coahuila,  afirmó que Felipe Calderón “convirtió al país en un cementerio con una guerra absurda, que ha dejado hasta ahora 210 mil asesinatos. En 10 años, 210 mil asesinatos, y más de un millón de víctimas de la violencia (…) nuestra propuesta es ya no seguir con la estrategia, por razones humanitarias y regresar a las Fuerzas Armadas a los cuarteles, retirarlos de la calle”.

El 30 de enero de 2019, ya siendo Presidente en funciones, declaró:   “No se han -sic- detenido a capos porque no es esa nuestra estrategia. Ya no es la intención armar operativos contra capos, lo que queremos es reducir la inseguridad atendiendo las causas (…) ya no hay guerra, oficialmente no hay guerra porque nosotros lo que queremos es paz”.

En febrero 15 de 2020, escribió un tuiter: “No se debe combatir el mal con el mal. Es mejor enfrentarlo con justicia y siguiendo la sabia recomendación de nuestros antepasados: «Haz el bien, sin mirar a quien” (pic.twitter.com/iKQlkcw76C).

El mismo 15 de febrero: “(…) el uso de la fuerza tiene límites, básicamente es para la legítima defensa”, dijo el mandatario a los integrantes de la Guardia Nacional según video que compartió en sus redes sociales.

También ese día y en el mismo evento, en Tepatitlán, afirmó nuestro Presidente que  las instituciones policiales no pueden enfrentar por sí mismas la crisis de inseguridad y por ello necesitan de las fuerzas armadas; agradeció que en un hecho de voluntad política, el Congreso de la Unión haya facultado al Ejército y a la Marina para que participaran en labores de seguridad pública; y consideró que “era irracional que en el pasado las fuerzas armadas se mantuvieran al margen en los trabajos de seguridad, sí necesitamos de las Fuerzas Armadas, que cuiden la integridad de nuestro territorio, la seguridad del Estado”. Y enfatizó que en las circunstancias actuales de inseguridad en México, “es importante contar con el respaldo de los 230,000 soldados, los 65,000 marinos y ahora con los cerca de 80 mil elementos de la Guardia Nacional”… a confesión de parte.

Pero quedemos claros: ahora resulta que antes de esta administración nuestras fuerzas armadas no participaban en la lucha contra la delincuencia organizada. ¡Alabado sea el Señor!

Y más: en ese fatídico 15 de febrero pasado, en ese inolvidable evento en Tepatitlán, le explicó a los de la Guardia Nacional ahí presentes: “Tenemos que ser respetuosos de los derechos humanos. Los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto (…)”.

Pues… con todo respeto, señor Presidente de la república, Lic. Andrés Manuel López Obrador, Jefe de Gobierno y de Estado, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, a este menda no (NO), le merecen ningún respeto los delincuentes, mucho menos los secuestradores, los tratantes de personas, los feminicidas, y absolutamente nada de respeto, ninguno, cero, absolutamente nada, los que abusaron sexualmente, torturaron y asesinaron a Fátima la niñita esa, que ha hecho apretar las mandíbulas al país entero y hasta sentir cómo resbalan lágrimas de impotencia y rabia.

Duro trabajo de nuestros cuerpos policiacos investigar estos horrores; peor el de los jueces que deben mantener la cabeza fría para impartir justicia, sin abusar de los márgenes de la ley.

Impotencia la de uno, de a pie, porque no puede hacer casi nada; rabia porque lo último que espera oír de nuestro Titular del Poder Ejecutivo, es que esos crímenes que erizan el cabello, están relacionados con un modelo económico, con un gobierno que se fue hace más de un año, y peor aún, que se permita declarar que se está aprovechando y magnificando el horror de tales barbaridades, que se está “zopiloteando”, que en el argot de la política gandalla, significa que alguien saca provecho personal de tragedia ajena… y los feminicidios no son ajenos a nadie.

Y así, la nave va, nada permanece en la memoria, todo pasa, las cicatrices se dejan de ver. Y si duda, recuerde que en el año pasado, compromiso presidencial, se iban a ahorrar 500 mil millones de pesos, porque no habría corrupción… bueno, pues según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), esos 500 mil fueron realmente 5 mil 942 millones de pesos, 43% más que en 2018, tiempos de Peña Nieto, y estas cosas obligan a recordar a Macbeth, el de Shakespeare (acto 5, escena 5): “Y después ya no se escucha más. Es un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, sin significado alguno, meras palabras”.

Así no, señor Presidente, así ya nada tiene sentido, todo es un sinsentido.

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