Sr. López
Tío Nildo (es en serio, no se burle, así le pusieron), tuvo a bien morir y en su testamento, Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, fue su heredero universal. El tío era rico, vivía como rico, gastaba como rico y Pepe, rechazó la herencia. Pasada la sorpresa, este menda le preguntó por qué había hecho tal cosa y lo explicó: -Me heredó por mula, dejó deudas que ni vendiendo todo lo que tenía se pagan -¡vaya!
Nadie sabe quién ganará la elección presidencial del próximo 2 de junio del año que entra, pero para que vea que este menda es sabio, le anticipo que será una mujer, en orden alfabético por nombre de pila: Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez. Sin tomar en cuenta las encuestas que en nuestro país suelen estar al mejor postor, no todas, claro (se exigen pruebas), los analistas menos desprestigiados (para no poner los más prestigiados), aseguran que es una moneda al aire: que no es cierto que Morena & Asociados, tengan el triunfo en la bolsa al igual que no es cierto que la oposición esté derrotada de antemano.
Del lado de Morena & Asociados hay una confianza ciega en su triunfo. Se equivocan. Para empezar porque su partido es un espejismo, todo Morena es un solo hombre, Andrés Manuel López Obrador, y ante la inminencia del fin de su mandato, crecerán las divisiones internas ya presentes. Luego está la evidencia de que no lograron el triunfo en 2021, estando su líder en la cúspide de su poder. Y también yerran al considerar que la popularidad (descendente) de su caudillo, basta para neutralizar la larga lista de tropiezos, pifias, disparates y errores del gobierno federal que constituyen un pasivo inmenso que lejos de liquidarse con la promesa de continuar con la “transformación”, aumenta la decepción de esa masa inmensa de los que no responden a las encuestas, “indecisos” les dicen. Se equivocan.
También se equivocan los que dan por descontada la derrota del partido en el poder. La oposición integrada en el Frente del PRI, PAN y PRD, da una en el clavo y ciento en la herradura, cuando confía en que es suficiente señalar los rutilantes fracasos y fallas del gobierno para conseguir la victoria en los próximos comicios. No alcanza. Y tampoco basta con las virtudes de su candidata, doña Xóchitl, ni con asegurar que si ganan, todo se corregirá, mientras en realidad los tres partidos están enfrascados en obtener el mayor beneficio en el reparto de las candidaturas a los otros muchos cargos en liza.
Los de Morena & Cía. hacen su campaña como “una procesión que carga por delante a un santo… San Andrés Manuel” (Plácido Garza, ‘dixit’), confiando en los portentos electorales que puede hacer su milagroso tótem, protector de su tribu que obrará el prodigio de transmitir sus poderes a su candidata muy amada, en quien tiene su contentamiento. Y así predican con fe de conversos los mandamientos de la ley de AMLO y se aferran a sus palabras como dogmas, porque él es el camino, la verdad y la vida, camino a Palacio, verdad engañosa y vida, la pura vida de nutrirse del erario. Y no se han enterado cómo ganó la presidencia su líder y guía: emocionando al respetable y haciéndole creer que era el bueno.
Los de la oposición no hacen campaña. Hasta el momento, es su candidata la que anda en esas danzas, pero así que se vea en serio el apoyo de los partidos que la postulan, no. Y podrían, claro que sí. Algo no cuaja en ese molde tripartidista. Y parece mentira que estén desperdiciando a una candidata que podrá tener muchas limitaciones para la jefatura del Estado mexicano, pero naturalmente emociona a la gente que es como se ganan las elecciones. Sí. Los programas y propuestas no calan en el ánimo del elector, lo que lo prende es que la gente crea, como logró López Obrador que creyeran en él, sin programa ni propuestas de gobierno, con promesas de enderezar los entuertos y limpiar la vida pública, así nomás, por sus pistolas. Pero ganó.
Así las cosas, que Morena quiera ganar la presidencia, se entiende, pero no tanto que la oposición también. Se explica su texto servidor:
Este gobierno va a entregar el poder dejando al país en la mera orillita del precipicio. Cinco asuntos: la inseguridad pública crecida y creciente; el cartucho de dinamita encendido de las finanzas públicas (como las calificó Carlos Urzúa, el primer secretario de Hacienda de este gobierno, que renunció al cargo para no prestarse a maniobras que han puesto al país en la ruta de una crisis de pronóstico reservado); el desorden criminal del sector salud; y la presencia de las fuerzas armadas en la administración pública, como nunca antes (nunca). ¡Ah!, y la corrupción inmensa de este gobierno.
Solo esas cinco cosas, harían pensar que lo mejor es dejar en manos de la candidata del Presidente, su atención, allá ella. Piénselo bien: para intentar resolver esos asuntos doña Sheinbaum tendrá que apartarse de los dictados de su mentor y no se podría oponer a ello su propio partido. Nada de abrazos no balazos. Nada de que se puede seguir gastando a lo puro maje y permitiendo que los programas sociales sigan siendo una fuente de enriquecimiento ilícito de unos cuantos vivos. Nada de seguir evadiendo una reforma fiscal por puro populismo y necedad. Nada de seguir improvisando en el sector salud y regresar el Seguro Popular (con el nombre que quieran). Devolver, así sea paulatinamente, al ejército a los cuarteles y sacarlos de la administración pública. Y la cereza del pastel: destapar la cloaca de la corrupción de este gobierno, no caiga quien caiga, eso es imposible, sin toquetear la figura presidencial, pero recordando el ejemplo de don Zedillo que metió a la cárcel (diez años), al hermano del todopoderoso Salinas, sin que pasara nada, es un ejemplo nada más.
Y mientras estuviera deshaciendo esos nudos doña Sheinbaum, la oposición desde el Congreso (porque eso sí deben ganar, sin eso el país se va al voladero), desde el Congreso, repito, la oposición marcando el ritmo al que la Presidenta debe bailar. Y eso sí se puede.