José Antonio Molina Farro
“La humildad intelectual constituye la esencia del verdadero liberalismo”
Hayek
La evocación es inevitable. Aún más, exigible por sus orígenes. El pasado 15 de diciembre, la Cámara de Diputados aprobó con 477 votos a favor, cero en contra y cero abstenciones, declarar el año 2022 como “Año de Ricardo Flores Magón”. De él dijo López Obrador que “sin duda fue el dirigente social con más firmes convicciones…olvidado durante mucho tiempo por sus posturas anarquistas, pero de un anarquismo muy bueno, social, que aportó mucho a México”. De ahí que toda la papelería oficial estará membretada con su nombre, acompañada de la frase ´Precursor de la Revolución Mexicana´, en honor a los 100 años que se cumplen de su muerte. El anarquista y su hermano Enrique promovieron la huelga de Cananea y de Río Blanco, y la rebelión de Acayucan. Sostenían que la verdadera liberación de los oprimidos exigía la abolición del Estado y la propiedad privada. Un historiador dijo de él: “Agitar, sacudir el espíritu dormido de las masas, ora con la peroración del mitin o con la acción ya agresiva en el campo de la lucha. Sufrir por ello persecuciones, prisiones y la muerte misma: eso fue su vida”. Quizá la congruencia, las firmes convicciones, la voluntad de hierro y el espíritu de sacrificio de este personaje, motivó a las fracciones parlamentarias de ideologías antípodas, votar de manera unánime el calendario favorable al pensador y luchador social. Me referí a Hayek en el epígrafe, por muchas distorsiones e interpretaciones sobre su concepto de libertad. El premio Nobel la define en su obra capital “Los fundamentos de la libertad”, como aquel “estado de virtud del cual un hombre no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro u otros”, también la define como “independencia frente a la voluntad arbitraria de un tercero”. No niega al Estado liberal, al que define como un Estado de derecho en que se ofrece al individuo la seguridad jurídica de no estar sometido a la arbitrariedad del poder.
Pero vamos a algunas de las ideas centrales del también incisivo periodista, fundador del famoso periódico “Regeneración”.
La propiedad privada. ¡Nada de reformas! Lo que necesitamos los hambrientos es la libertad completa, base de la independencia económica. ¡Abajo el derecho de propiedad privada! Y mientras ese derecho inicuo continúe en pie, en pie continuemos y con las armas en la mano todos los proletarios. ¡Basta de burlas! Viva Tierra y Libertad.
¡Paz! ¡Paz! ¿Qué otra cosa quisiéramos los revolucionarios, si no la paz? Pero no una paz inicua basada en la sumisión de los de abajo, a todos los caprichos, a todas las explotaciones y a todos los abusos de los de arriba. ¡Sí, queremos paz! Pero la paz que resulta naturalmente, sin forzamientos, de la buena voluntad de todos los seres humanos de producir según sus fuerzas y aptitudes y de consumir según sus necesidades; la paz que nace del mutuo respeto; la paz fundada en la igualdad. Esa paz natural es la que deseamos. No la paz armada a punta de bayoneta.
Sin autoridad. La humanidad no necesita de jefe o de gobierno; antes, por el contrario, el jefe o gobierno, como sostenedor que es de la igualdad social, es el responsable directo de los males que nos aquejan, y por eso nosotros, al aconsejar a los trabajadores la expropiación de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transportación, aconsejamos igualmente que no se deje un solo representante de la autoridad, pues este es la defensora del privilegio y el verdugo de los desheredados.
Por la patria. La patria, proletarios, es algo que no es nuestro, y por lo mismo, en nada nos beneficia. La patria es de los burgueses; fue inventada por la clase parasitaria, por la clase que vive sin trabajar, para tener divididos a los trabajadores y evitar, o al menos entorpecer por ese medio, su unión en una sola organización mundial que diera por tierra el viejo sistema que nos oprime. El pobre no tiene patria, porque nada tiene, a no ser su mísera existencia. Son los burgueses los únicos que pueden decir: “esta es mi patria”, porque ellos son los dueños de todo.
El problema del hambre. Consulten todos su conciencia y contesten a esta sencilla pregunta, ¿está resuelto el problema del hambre? Me contestaréis: no, el pavoroso problema del hambre está en pie; y agrego yo: por eso la Revolución está, también, en pie. Señores burgueses: ignorantes de cuanto sufre lo que despectivamente llamáis clase baja; ignorantes del infierno en que vive lo que con tanto asco llamáis “plebe”, os arrojasteis a una empresa que ahora os pesa haber fomentado. Se ha valido del pueblo para derribar a Díaz, y hacer lo mismo que ellos hicieron: acaparar todos los grandes negocios, comprometer al país con nuevas deudas, entregar las riquezas del país a los millonarios de todas las nacionalidades y someter a los trabajadores por el hierro y por el fuego, a aceptar salarios de hambre, a trabajar como bestias de carga, a sufrir todas las humillaciones, todos los ultrajes, todos los desprecios con que los amos y los capataces premian el sacrificio de los pobres.
P. S. Agradezco a mi entrañable amigo, a nuestro poeta universal Óscar Oliva, su oportuno recordatorio para referirme a este polémico activista social, honrado hoy día por el Ejecutivo y la representación nacional.