Sr. López
Ha quedado dicho que en la rama materno-toluqueña del berenjenal genealógico de este menda, no había divorcios, si acaso separaciones, debidamente sancionadas por el señor obispo. Con la religión no se andaban con bromas. Pero siempre hay excepciones, como la de la sumisa tía Concha que un día, cuando su marido, tío Manuel, tipo muy mandón, macho mocho (la peor clase), le dijo: -Tienes que ser más decente, más fiel, más católica y más mi esposa -y con la simple lógica de que decente, fiel, católica y esposa no se puede ser más -se es o no-, lo mandó a volar. Discreto festejo familiar, con champaña y caviar (quesadillas de huitlacoche y sidra, la verdad).
La Patria (la señora de las portadas de los libros de texto gratuitos, de antes), atribulada, llorosa, mordiendo una punta de la bandera, se pregunta qué le espera con la inminente próxima Presidenta de México.
Hay quienes temen un ominoso futuro dada su asimilación a su mentor, su continuo repetir sus estrambóticas frases, su apoyo a todos sus disparates, su sonrisa de comer tostadas cuando lo ve, perdón, cuando lo contempla. Pero otros piensan que no, que es su estrategia para llegar al poder, que en cuanto sea presidencial su trasero y lo tenga firmemente aposentado en La Silla (con cinturón de seguridad y la banda, claro, la banda al pecho), entonces ella será ella y ya veremos lo que es bueno, que es científica, que es vivísima y que corregirá los extravíos del gobierno actual que -¡bendito sea el Buen Dios!-, termina en 25 días.
Puede ser cualquiera de esas dos cosas (o una diferente, así es la vida). Pero conociendo al taimado todavía Presidente, es de suponer que fiel a su enfermiza desconfianza, la nombró su sucesora teniendo a buen resguardo material para asegurarse su más rendida lealtad.
Cosas como información sobre los segundos pisos del periférico (que sigue clasificada por lo que este 24 de enero, MC solicitó desde el Senado que se abrieran los expedientes); de su paso por la entonces Delegación Tlalpan (colegio Rébsamen, 19 niños y siete adultos muertos, información clasificada por doña Sheinbaum, “como restringida en la modalidad de reservada”); la Jefatura de Gobierno de la CdMx (colapso en la Línea 12 del Metro, 26 muertos y cinco desaparecidos); y los secretísimos gastos en ante-precampaña, precampaña, campaña y periodo de transición (que cuesta, mucho).
Tenga la más absoluta certeza: don López Obrador no se va a su finca en Palenque -de tan acertado nombre-, sin robustos expedientes que le permitan, en caso de apuro, incendiar el gobierno de doña Sheinbaum. Y ella lo sabe. Aparte de que don López Obrador mantiene el control de su partido y de su Congreso, por si se ofrece.
Este junta palabras no sabe cómo será el gobierno de la señora, pero sí sabe que no veremos ruptura de la presidenta Sheinbaum con el expresidente. De ninguna manera. Eso no impedirá que haga los cambios graduales que le vaya imponiendo la realidad (desde los EUA, por ejemplo), pero nunca deslindándose de él ni achacándole la responsabilidad por las cosas que le reventarán en su gobierno, que ahí están y van a reventar.
Ahora que, si alguien tiene dudas de que doña Sheinbaum hace política como lo que es (licenciada en física), se le sugiere revisar algunas de sus declaraciones de ayer, al felicitar a los diputados por aprobar la reforma al Poder Judicial:
“Juntas y juntos, con el pueblo, construimos un México más próspero, democrático y justo (…) Más democracia, más justicia, más libertad (…)”. Y recordó que “la democracia es el poder del pueblo, como Abraham Lincoln definió: la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Bueno, la reforma al Poder Judicial nada tiene que ver con un México más próspero y democrático ni justo (espérese a que un Juez del Bienestar emita resoluciones). No puede haber más democracia, más justicia y más libertad, hay o no hay, faltaba más. Y NUNCA dijo Abraham Lincoln lo que ella citó. Habían de “tarjetearla” bien.
Don Lincoln dijo -el 19 de noviembre de 1863-, en su brevísimo y famosísimo discurso de Gettysburg: “Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la faz de la Tierra”. El gobierno, no la democracia, esa nunca la definió. Y habló de su gobierno, el de ellos, el de los EUA.
Y ya en estas, sería bueno que cuatroteístas misceláneos y la señora en particular, dejen en paz a Lincoln (a Juárez también), porque ese presidente de los EUA de ninguna manera es prócer ni ejemplo de casi nada.
Mire usted, la Proclamación de Emancipación de esclavos de don Lincoln, del 1 de enero de 1863, fue para los estados rebeldes en la Guerra de Secesión, no para los estados esclavistas del lado de su gobierno; el objetivo era debilitar económica y políticamente a los separatistas. Y los negros, que se apañaran, como él mismo se lo dijo a cinco que invitó a la Casa Blanca, en agosto de 1862: “(…) cuando ya no sean esclavos, todavía estarán lejos de ser puestos en igualdad con la raza blanca (…) ni un solo hombre de vuestra raza es considerado igual a un solo hombre de los nuestros”. (Publicado en The New York Times, firmado por John Stauffer). Lindo el Lincoln.
Otra, en su discurso del 4 de marzo de 1861, al asumir la presidencia, dijo. “No tengo ningún propósito, directa o indirectamente, de interferir con la institución de la esclavitud en los Estados Unidos, donde existe”. Lindo, le digo.
Y antes, en 1854, en otro discurso sobre el futuro de los negros en los EUA, dijo: “Mi primer impulso sería liberar a todos los esclavos y enviarlos a Liberia (pero) ¿liberarlos y hacerlos política y socialmente iguales?, mis propios sentimientos no lo permitirían (…)”.
En 1858, se pronunció en contra de los matrimonios interraciales y contra otorgar el voto a los afroamericanos. Y más pero se acaba el espacio.
Señores cuatrotero-claudistas, asesórenla bien, ella no se dedica a esto… ¿o qué, igual que su mentor no se deja, es dueña de la verdad y de la historia? Otro clavo.