Oportunismo electoral: La Feria

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SR. LÓPEZ

Contaba la abuela Elena, la de Autlán, que hace muchos, muchos años, llegó al pueblo un joven médico con el último grito de la ciencia: las inyecciones. Montó un consultorio en plena plaza y le puso un letrero muy bonito. Pero allá todos iban a curarse con doña Julia o con don Tato, hierberos de confianza de todos, por lo que el joven médico pasaba el día papando moscas. Sin embargo, semanas después, la mamá de la abuela se puso muy mal y doña Julia se dio por vencida. A las desesperadas el bisabuelo mandó por el joven galeno, quien llegó su casa, la auscultó, supo qué tenía, la inyectó y regresó cinco días más a lo mismo. La curó y cobró una barbaridad de dinero; el bisabuelo pagó sin chistar preguntando qué le había puesto a su mujer, el joven médico le dijo y el viejo no abrió la boca, pero se fue a Telégrafos y le pidió a un compadre suyo de Guadalajara, que averiguara cuánto costaba ese medicamento. Informado días después de que el joven médico había abusado exageradamente, lo fue a visitar a su consultorio y le dijo que le vendía seis balas, el joven médico dijo extrañado que no necesita balas y el bisabuelo desenfundó el revólver, amartilló y apuntándole desde la cintura le dijo que entonces se las iba a regalar. Ante tan convincente argumento de ventas, el joven médico pagó las seis balas por el exacto importe cobrado por las seis inyecciones; el papá de la abuela le dijo de despedida: -Mañana lo espero, me cobra el tratamiento de mi señora y todos contentos –y ni tan contentos, el joven médico se fue de Autlán.

Miércoles 29 de julio, muy presente tenga usted, es la fecha en que la Cámara de Diputados del Congreso federal, aprobó una modificación a la ley de adquisiciones que permitirá la compra de medicamentos, vacunas e insumos para la salud, en el extranjero, sin licitación de por medio. Aplauso del respetable, festinación presidencial, algunos gritos destemplados de diputados opositores a esta reforma.

Así, se adicionó un párrafo quinto al artículo primero de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público (ahorita está en el Senado para su ratificación), que reza:

“Queda exceptuada de la aplicación de la presente ley, la adquisición de bienes o prestación de servicios para la salud que contraten las dependencias y entidades con organismos intergubernamentales internacionales, a través de mecanismos de colaboración previamente establecidos, siempre que se acredite la aplicación de los principios previstos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Muy bien… ¿muy bien?, no, muy mal. Muy mal porque debe usted saber, eso ya estaba previsto en la Ley de Adquisiciones vigente, que en su artículo 41 dispone que se pueden hacer compras y contrataciones hasta por asignación directa, cuando (fracción II):  “Peligre o se altere el orden social, la economía, los servicios públicos, la salubridad, la seguridad o el ambiente de alguna zona o región del país como consecuencia de caso fortuito o de fuerza mayor;” y más todavía, con lo dispuesto en la fracción V de ese artículo, que también permite comprar a dedo cuando: “V. Derivado de caso fortuito o fuerza mayor, no sea posible obtener bienes o servicios mediante el procedimiento de licitación pública en el tiempo requerido para atender la eventualidad de que se trate, en este supuesto las cantidades o conceptos deberán limitarse a lo estrictamente necesario para afrontarla;”

Como es de suponer, no tenemos leyes bobas y la que rige las compras y contratos del sector público por supuesto tiene previsto que haya casos de excepción, casos imprevistos, casos de fuerza mayor, para situaciones que pongan en peligro la seguridad nacional, el orden social, la salud pública. Imagine que por respetar un proceso de licitación se empiece a morir gente… no, eso no debe ser, lo administrativo no puede prevalecer sobre el sentido común, nunca.

Ante un riesgo real como el de la pandemia que hoy padecemos por el virus del Covid 19, no puede haber obstáculos administrativos que retrasen la pronta y más eficaz respuesta. No los había.

Extraña a este menda este arranque inútil de supuesta pulcritud, cuando el gobierno federal en 2019 y lo que va del 2020, ha adjudicado directamente el 74% (promedio) de todas sus adquisiciones, contratos, arrendamientos, etc., y encima, concentrando indebidamente todo en la Oficialía Mayor de Hacienda (cosa que, bendito sea el Dios en que cada uno crea, no quedó en la modificación aprobada antier, nomás faltaba).

Pero, igual, nuestro gobierno papalotea esto como un logro que prueba su más recta intención (¿de veras?), y se nos insinúa que esto permitirá la compra oportuna de las vacunas contra el Covid-19 que sean necesarias; un día van a escupir un pedazo de lengua a medio discurso, no se puede mentir tanto sin correr ese riesgo… y si no están mintiendo, si lo dicen en serio, si están convencidos, ya la amolamos porque entonces significa que ni siquiera leyeron la ley que modificaron y esa ignorancia culpable es grave.

Y ya en el terreno del humorismo involuntario, nuestros gallardos tribunos suponiendo que desataban las manos del gobierno para poder comprar con la prisa que la emergencia supone, le pusieron que la reforma vale para compras y contrataciones relacionadas con la salud “con organismos intergubernamentales internacionales, a través de mecanismos de colaboración previamente establecidos”… mmm… raro: antes de modificarla, no quedaba condicionado a nada, quedó peor, antes no había excusa, se compraba o contrataba lo que fuera necesario (aunque el proveedor estuviera en Marte)… y las averiguatas eran después, para verificar si la emergencia era real, si el precio pagado era el correcto, si la cantidad de insumos adquirida era adecuada, pero después porque primero lo primero: la salud pública.

Mal asunto que este gobierno actúe para la galería, pensando en popularidad y las elecciones de 2021, con criterio de oportunidad, de oportunismo electoral.

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