Sr. López
De tío Max (de los toluqueños), se decía que de niño en su casa, agotados regaños y castigos, acabaron por ignorarlo porque no hacía nada bien (ni ponerse calcetines iguales). De primero de Secundaria no pasó. De grande siguió igual, no conservaba ningún trabajo y casado duró un mes. Dominaba la extraña disciplina de hacer todo mal siempre… pero era el más popular en fiestas y reuniones, porque era simpático y contaba muy serio, anécdotas de él mismo que hacían a la gente retorcerse de risa. Murió porque confundió su medicina con la de su perro. Saliendo del cementerio dijo este menda al abuelo, “¡qué simpático era!” y don Armando, que no hablaba por ventilar la garganta, atajó: -Un inútil simpático -bueno, sí.
Hay dos expertos en psicología, Delroy L. Pauhlus y Kevin M. William (a quienes en sus casas, seguro los conocen, pero uno no tiene el gusto), que publicaron en el 2002 en la ‘Revista de Investigación de la Personalidad’ (‘Journal of Research in Personality’), de Holanda, un artículo titulado ‘La tríada oscura de la personalidad’ (‘The Dark Triad of Personality’), en el que estudian el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía, como los tres rasgos de la “personalidad oscura” que se caracteriza por relaciones interpersonales maliciosas con tendencias de comportamiento hacia la autopromoción, la frialdad emocional, falsedad y agresividad (copiado de Santa Wikipedia).
Es interesante. De veras. Entre otras cosas, su investigación se dirige al ámbito de la aplicación de la ley y la gestión empresarial. Sostienen que quienes más destacadamente padecen de esa tríada, tienen tendencia a despreciar la ley, provocar malestar social y si están en posiciones de liderazgo, a crear problemas graves en la organización que dirigen. Describen a los sujetos de este padecimiento triple, como personas que en sus relaciones interpersonales son insensibles y manipuladoras, poco compasivas, desagradables, no empáticos, poco satisfechos con su propia vida pero con marcada tendencia a creerse buenos.
Llama la atención que otros investigadores, anotan que aparte de la falta de empatía, esa virtud que nos permite identificarnos con los demás, compartir sus sentimientos y sufrimientos, los que padecen de esta tríada oscura, habitualmente son hostiles y ofensivos con quienes no coincidan del todo y siempre, con sus puntos de vista.
Sobre el narcisismo en estos sujetos, afirman que muestran marcada tendencia a la megalomanía, a sentirse superiores a los demás y por sobre el Derecho; creen que todo les está permitido; son verdaderos encantadores de serpientes y para rodearse de admiradores, son agradables, con una gran capacidad de convencer a otros de lo que ellos desean hasta que al paso del tiempo muestran su ansia de poder y al carecer de empatía no les es difícil ser poco escrupulosos en los medios que usan para conseguir sus objetivos. Usan a los demás sin ningún interés real en ellos, sin regatear el uso de una gran teatralidad. Sin embargo, su narcisismo los hace tener baja autoestima, lo que los hace muy sensibles a cualquier oposición y por lo mismo, procuran relacionarse con quienes consideran inferiores para reforzar su propia imagen y ejercer dominio pleno sobre los otros; nunca seleccionan a un subordinado por su capacidad sino por su falta de capacidad. ¡Vaya!
Sobre su maquiavelismo, son amorales, cínicos, niegan lo obvio y evidente y su falta de principios -que por otro lado, pregonan incansablemente-, les permite actuar sin importar las consecuencias y manipular a los demás como clave de su éxito. No distinguen el bien del mal si de conseguir sus objetivos se trata y mentir les es connatural.
De su psicopatía, la consideran el factor más peligroso de su personalidad, por ser una anomalía psíquica que altera patológicamente la conducta social del individuo. Consideran a los demás como objetos a usar y desechar a voluntad, no crean relaciones de compromiso ético ni moral, no suelen sentir ansiedad y curiosamente no conocen el miedo y son capaces de enfrentar situaciones de alto riesgo con serenidad. Se les considera los candidatos perfectos para acabar en prisión, pues no les importan las consecuencias de sus actos.
Se estudia mucho el cómo se conglomeran en una sola persona estos tres graves defectos psíquicos y psicológicos, y hay conclusiones preliminares que atribuyen su aparición y desarrollo en quienes las padecen, al menos en parte, a la situación socio-ambiental en la que se desenvolvieron durante su infancia y primera juventud, junto con una todavía inexplicada tendencia a creerse “elegidos” por un Dios o poder superior, lo que parece una etapa avanzada de su personalidad enferma.
Por otro lado, hay otros estudios de lo que se ha llamado el “Factor D”, que define la tendencia psicológica a situar los propios intereses, deseos o motivaciones personales por encima de cualquier consideración, ya sean personas o cualquier otro tipo de circunstancia. Asimismo, encierra a su vez todo ese amplio espectro de comportamientos malévolos caracterizados por la preferencia (preferencia, no se distraiga), a hacer las cosas mal, sobre los demás y sin tomar en cuenta opinión de nadie aunque signifique abuso o agresión, descalificación, persecución y disponer de bienes ajenos aunque sean públicos (el saqueo al erario, por ejemplo); y de esta manera, actúan por sobre la ley y el Derecho, que si oponen o impiden sus deseos los consideran obstáculos indebidos. Las personas caracterizadas por este factor D, encuentran siempre justificación a sus propios actos o simplemente los niegan aduciendo razones que no exponen.
Ya no recuerda su texto servidor por qué se le ocurrió escribir sobre estos enojosos asuntos. En fin. Sería por algo.
Por cierto, esos estudiosos concluyen, cada quien por su lado, tanto los que estudian la “tríada oscura de la personalidad”, como los que están desarrollando el estudio del “Factor D”, en que pronto serán valiosas herramientas para identificar y medir la maldad.