Lumbre

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LA FERIA/Sr. López

Tío Neto (Ernesto), medía metro y medio, con zapatos de tacón cubano y plantillas. Era gordito, con carácter de flan y muy buena persona, todo mundo lo quería. Una vez estaba que no lo calentaba ni el sol porque iba a verse con el nuevo dueño del local en que tenía su bonetería, desde hacía 30 años, que le quería triplicar la renta. Pero se enteró Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, y le dijo que iba con él, que le ayudaba a arreglar el asunto. El tío, apocado como era, aceptó. Y Pepe logró el milagro: el tipo aceptó no subir un peso de renta, nunca. Claro, Pepe fue acompañado de sus amigos de la “porra” de la Prepa 5, que espantaban al Cuerpo de Granaderos. A grandes males…

A reserva de que todos nos aprendamos bien el Himno Nacional, para caso de apuro, convendría que el gobierno federal recuerde que los EEUU nunca han sido nuestros amigos (están bien correspondidos), y que a partir del próximo 20 de enero, con el Trump ya en la Casa Blanca, las cosas se van a poner mucho más difíciles.

No es cosa de adivinar, el Trump ya anunció algunos nombramientos relacionados con México, que no auguran nada bueno. Son un ramillete de gente muy dura y convencida de que somos una amenaza para su seguridad (tantito, sí, la verdad, no lo ande contando).

Pero aparte de patrióticas declaraciones y antes de que se le ocurra a la abuelita Presidenta, envolverse en la bandera (sugerencia de buena fe: que le echen chapa a las puertas de los balcones de Palacio, no vaya a ser), se sugiere que nuestro gobierno se tome mucho más en serio a quién ha elegido el fétido Trump, como su embajador en nuestro país: Ronald Douglas Johnson.

Ron Johnson -ya en confianza-, es militar de larga carrera (en 1971 empezó en la Guardia Nacional de Alabama y luego en 1984, pasó al ejército formal, hasta 1998), miembro de las Fuerzas Especiales, los Boinas Verdes, jubilado con rango de coronel.

El año en que se jubiló del ejército, 1998, se integró a la CIA, pero no como espía callejero, no: representó a la CIA ante el Director de Inteligencia Nacional, fue el Enlace de Ciencia y Tecnología para el Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos y en el Comando Sur de los Estados Unidos, que coordina la política militar yanqui para América Latina.

En 1984, don Johnson, como comandante de Destacamento en el 3er Batallón, 7º Grupo de Fuerzas Especiales (Boinas Verdes), participó en la invasión de Panamá (y arresto del presidente Noriega). En 1990, fue a los Balcanes como oficial senior del equipo de la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y Unidades de Misión Especial, para capturar a criminales de guerra. También participó como oficial superior en operaciones paramilitares de la CIA en varias partes del mundo incluidos Afganistán e Irak. Es un tipo duro, veterano de guerra con vasta experiencia en “guerra no convencional”.

Antes de ser nombrado, Embajador en el Salvador, en 2019, con el encargo de meter en cintura a las bandas criminales y disminuir la inmigración ilegal a los EEUU, ya había dirigido combates en ese país en el conflicto armado de 1979-1992.

Como Embajador en El Salvador, se le atribuye buena parte de la estrategia de mano durísima de Nayib Bukele, para pacificar su país. Algo debe haber de cierto porque don Bukele lo condecoró dos veces, una con la Gran Orden de Francisco Morazán y la otra con la Gran Cruz de Plata en El Salvador. Dejó El Salvador en 2021. Es miembro vitalicio de la Asociación de Fuerzas Especiales y Presidente Honorario de la Oficina de la Sociedad de Servicios Estratégicos. Gallo.

Este veterano en guerra no convencional, miembro de la siempre de no confiar CIA, con cero experiencia diplomática (a El Salvador fue a operar como lo que es, militar y espía), es a quien el bonachón del Trump, eligió -seguro con las mejores intenciones-, para embajador suyo ante México.

Ya veremos al Johnson este lagrimear cuando le cantemos el Himno Nacional. Ya lo verá.

Hay por ahí la idea equivocada de que como los EEUU ya no organizan golpes de Estado en América Latina (como hicieron en Guatemala, Brasil Dominicana, Chile, Nicaragua, Panamá, Colombia), se han vuelto una oficinita de chismes que se dedica a recortar periódicos para informar a la Casa Blanca. No.

Los EEUU siguen pensando igual que siempre han pensado: nada que amenace sus intereses puede prevalecer. Nada. Y no solo sus intereses comerciales, sino los políticos: todo lo que les huele a izquierda-marxista, los pone en alerta. Está en su genética de Estado.

En todo su aparato de inteligencia y en particular en la CIA están los profesionales de la desconfianza y la acción defensiva y ofensiva, sin miramientos, lo que incluye las “acciones encubiertas” que según ellos mismos son, “propaganda, guerra económica, acción directa preventiva, sabotaje (…) subversión contra estados hostiles, ayuda a movimientos de resistencia clandestinos, guerrillas y grupos de liberación (…)”. No se andan con chiquitas y en México han operado (y operan).

Si no fuera así no gastarían los EEUU lo que gastan en inteligencia (espionaje); el año pasado, más de 93 mil millones de dólares (1,860 billones de pesos, el 20% de todo el presupuesto federal de México, solo en espionaje). La cosa es seria no de poesía patriótica.

Se añade a esta ensalada de clavos, un recadito para doña Sheinbaum y su Batman García Harfuch: Chris Landau, quien va a ser subsecretario de Estado del Trump y ya fue embajador en México, declaró en una entrevista que “las detenciones espectaculares eran para los titulares de prensa y una de las fallas más grandes de la DEA en la guerra contra las drogas”.

Si la abuelita Presidenta se aferra a su estrategia de migración sembrando arbolitos en Centroamérica y de seguridad echando café de madrugada, las cosas van a agravarse, mucho. El Embajador que viene no quiere otros datos, quiere resultados y no va a sentarse con Juan Ramón de la Fuente a platicar de cuates. Viene un militar y espía, un tipo que con hace gárgaras con lumbre.

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