Juan Carlos Gómez Aranda
Hace ocho días empezó a escribirse una nueva historia en México. Este capítulo se referirá al tiempo de las mujeres y hay seis años de por medio para medir el calado de las transformaciones destinadas a cumplir los sueños de los mexicanos: igualdad y prosperidad, desafíos que requieren un liderazgo firme y una visión clara por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, para dirigir al país hacia un futuro más próspero y equitativo.
Ser la primera mujer Presidenta de México marca un hito que pasará a la historia, pero sólo dejará una huella profunda si es capaz de sobreponerse a una larga tradición de machismo y misoginia. El nuevo régimen tiene reminiscencias del sistema de partido dominante, mayorías legislativas y preponderancia de gobiernos locales, y toca a la presidenta Sheinbaum centrarse en su ambiciosa agenda para hacer la diferencia. Resalta que la mandataria pidió licencia a su partido enviando un mensaje poderoso en época de capillas, anticipando que gobernará para todos.
Algunos especulan sobre posibles rupturas y enlistan las desavenencias presidenciales del pasado –del Maximato callista a las diferencias entre Vicente Fox y Felipe Calderón, de Lázaro Cárdenas a Manuel Ávila Camacho, de Luis Echeverría y José López Portillo, y de Carlos Salinas con Ernesto Zedillo–. En ese contexto, la Presidenta se encuentra con asuntos complejos, multifacéticos, como combatir la inseguridad pública, aprovechar las oportunidades económicas auspiciadas por el T-MEC, relocalizar la posición nacional ante los conflictos regionales o mundiales, el cambio climático y el equilibrio diplomático con Estados Unidos, entre otros.
La violencia y la inseguridad siguen siendo temas críticos y se requieren estrategias efectivas para combatir al crimen organizado y garantizar la seguridad, preservando los derechos humanos. Hay apremio por ver los resultados de la Estrategia Nacional de Seguridad, que se presentó ayer.
Al mismo tiempo, México atraviesa un momento de oportunidades económicas, aunque prevalecen retos profundos, como el combate a la pobreza, que deberá atenderse mediante políticas públicas que estimulen el crecimiento y la inversión, generando ingresos suficientes para atender las necesidades de la mayoría de la población.
Hoy mismo se discute en la Cámara de Diputados la reforma constitucional en materia de áreas y empresas estratégicas donde se buscará modificar el modelo energético vigente, que podría poner un freno a la necesidad de detonar las inversiones al ritmo que requiere la nueva administración. Expertos han alertado que, si el sector público requiere de la participación de recursos privados para contribuir a la generación y distribución que atienda la demanda de energía, los cambios que propone la reforma constitucional la inhibirían.
Será importante que los legisladores resuelvan la falsa paradoja de reformar o fortalecer el sistema eléctrico nacional. El reto es cómo hacer las dos cosas, en línea con las ventajas logísticas con las que cuenta nuestro país de cara al nearshoring, así como las posibilidades que brindan los acuerdos internacionales suscritos por nuestro país, lo cual hace imperativo no demorar las nuevas inversiones hasta la segunda parte del sexenio, que es el tiempo que llevaría la adecuación de un marco legal que genere certidumbre, realización de licitaciones y ejecución de los proyectos.
Como en otros campos, equilibrio es la palabra clave para favorecer el desarrollo económico con sustentabilidad, enrutar las inversiones privadas en conjunto con la inversión pública, fortalecer las instituciones y salvaguardar la soberanía nacional. Si persisten dudas, esperemos que las leyes secundarias las despejen.
CHIAPAS, CON EDUARDO RAMÍREZ, SIGUE TENIENDO MUCHO QUE APORTAR A MÉXICO
A 200 años de su federación a México, Chiapas tiene mucho que aportar a la Nueva Era con el gobierno de Eduardo Ramírez, quien el 8 de diciembre asumirá la gubernatura y se declara listo para seguir contribuyendo a la grandeza nacional, como lo ha hecho esta entrañable entidad con su importante sistema de presas, que aportan el más grande porcentaje de generación hidroeléctrica del país y puede hacerlo con su potencial eólico y solar.
Estas acciones pueden complementarse con proyectos como el de pequeñas hidroeléctricas en los más de 50 ríos y arroyos que descienden desde la Sierra Madre hacia la costa, además del majestuoso Usumacinta, que sigue esperando el aprovechamiento conjunto de México y Guatemala, quizá con turbinas subacuáticas, sin represas y total respeto a este río sagrado de los mayas y a la selva que lo circunda.
El estilo personal de gobernar, como decía Daniel Cosío Villegas, de Claudia Sheinbaum y Eduardo Ramírez permite tener optimismo; el liderazgo que les dieron millones de votos genera un vínculo de cercanía con el pueblo y confianza, que es la piedra Rosetta para entendernos todos los mexicanos y lograr la unidad nacional.