Letra chiquita

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La Feria/ Sr. López

Tío Daniel odiaba a los dentistas y a los mecánicos. Su coche, un Chevrolet de la prehistoria, funcionaba por milagro del Buen Dios, hasta que la Divina Providencia se hartó y ya no arrancó. Intentó arreglarlo sin saber de mecánica y dándose por vencido, dijo a tía Elenita (su esposa, claro), que iba a ir por ‘Tomás’; ella sorprendida, le preguntó si en ese mecánico sí confiaba y él contestó: -Sí, es sastre -nunca volvió a andar el coche, que se fue deshaciendo estacionado frente a su casa… y acabó usando dentadura postiza, él.

Si la premisa es que la Presidenta es mucho muy inteligente y que toma sus decisiones con información y datos, la conclusión sería que la asesoran mal, al menos en cuestiones de derecho, que no son de las materias que domina (física, ingeniería de la energía e ingeniería ambiental, en las que es licenciada, maestra y doctora, respectivamente). El derecho es harto complejo y hasta los muy conocedores, discrepan en su interpretación y aplicación.

Debe decirse que no hay una definición de derecho, por todos aceptada. Pero, igual, imagine la complicación de una disciplina que tiene que ver con costumbres, normas que regulan a la sociedad y los derechos de cada persona. Nada fácil.

Por eso es universalmente aceptado que la gente y las entidades públicas o privadas, se sometan a lo que dicten los jueces, pero como en cosas del derecho la pita suele enredarse, también se acepta que lo resuelto por un juez pueda ser revisado por otro o por otros, hasta llegar a una instancia máxima que decide en definitiva y ante la que ya no cabe reclamación, queja ni recurso. Todo debe resolverse de manera definitiva e inatacable, aunque haga muina el que pierda el pleito.

Muy sabido es el encontronazo actual entre el Poder Judicial y el Ejecutivo, por la reforma que del primero se hizo en el Poder Legislativo, a trancas y barrancas, con una hilarante votación de diputados en un gimnasio, sin siquiera saber si estaban los suficientes ni si los que votaron, de veras eran diputados, para ya no insistir en la votación de senadores extorsionados, ni en la extraña, increíble velocidad con que los congresos locales la aprobaron, sin tiempo ni de leerla (¡dedos arriba!).

También se sabe que doña Sheinbaum se ha negado varias veces, públicamente, a retirar del Diario Oficial de la Federación, el decreto del 15 de septiembre pasado, el de la reforma al Poder Judicial, como ordenó un Juez y ratificó otra Jueza, incurriendo la señora en un obvio desacato, con la impunidad que le da el cargo, pues no encontraremos en los casi dos millones de kilómetros cuadrados de territorio nacional, a un ministerio púbico suicida que le abra su carpeta de investigación a la Presidenta de la república, digo.

Ayer, la Presidenta, en su matiné, dejó claro que el Poder Judicial es una birria, pero, curiosamente, no adornó su exposición con una lista de jueces denunciados ante la Fiscalía General ni ante el Consejo de la Judicatura, ni ante nadie. Son una mugre, de pena ajena, pero no hay denuncias de delitos. Lo dice la señora y punto. Bonita cosa.

También dijo la Presidenta que las acciones de inconstitucionalidad presentadas por partidos de oposición, no proceden porque los partidos, según ella, “no tienen personalidad jurídica para esto”. ¿Ve?, la asesoran mal, el fundamento legal está muy clarito en el artículo 105, fracción II, f, de la Constitución federal y en la Ley Reglamentaria de ese artículo, en las fracciones I y II. Los partidos políticos sí pueden emprender acciones de inconstitucionalidad contra leyes electorales, por supuesto que sí.

Pero quedemos claros, a la Presidenta le explicaron mal la ley, le leyeron lo de las controversias constitucionales cuando esto son acciones de inconstitucionalidad, que los partidos sí pueden iniciar. Y la dejan hacer el ridículo, aunque -todo debe decirse-, era para que ella sospechara que algo anda mal (porque no es creíble que tantos jueces se estén equivocando tanto). Allá ella… no, allá el país, ya sin estado de derecho.

Y ya en el extremo cómico del asunto, ayer dijo la ya pronto hospedada en Palacio (no se ha cambiado), que va a llevar el asunto ante el Poder Legislativo, para que le digan si procede o no lo que ordenan los jueces.

No, señito, no, eso es llevar al niño enfermo al notario en lugar de al médico. Debe llevar el chisme a un tribunal colegiado, los gallardos tribunos no tienen nada que ver en esto, aunque, claro, le van a decir lo que quiere oír, eso sí, pero seguirá en desacato y quedará el registro de que eligió no honrar su juramento al asumir el cargo: cumplir y hacer cumplir la ley, primera vez en que un Presidente (ni Victoriano Huerta se atrevió), de manera pública, se opone a respetar la Constitución. Créale a este junta palabras: a los que la asesoran, les importa un pito su paso a la historia, con semejante mancha.

Mientras, el INE está paralizado por 225 amparos -tres ya suspensiones definitivas-, que detienen el proceso electoral de juzgadores. En el INE no andan con ganas de ser multados, inhabilitados o encarcelados, si desobedecieran a los jueces, por lo que aparte de ir al Tribunal Electoral a perder el tiempo pidiendo que les ordenen seguir con el proceso, ya han presentado 175 recursos ante tribunales colegiados… bueno, a ver que les dicen los jueces, porque no es de esperar que le digan al INE que se puede bailar la huaracha en los derechos de los jueces, protegidos por convenios internacionales a los que México está obligado.

Como argumento final, muy en el plan de Luis XIV (el Rey Sol), que mandó grabar en la boca de sus cañones: ‘ultima ratio regnum’, último argumento del rey (o del reino, al gusto), la Presidenta volvió a decir eso de que su elección hace válida la arremetida contra el Poder Judicial: “El 2 de junio, se recibieron casi 36 millones de votos a favor de esta reforma, frente a 16.5 millones de votos en contra”… ¡vaya!, eso nos pasa por no leer en las boletas electorales la letra chiquita.

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