Infamia: La Feria

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Sr. López

Celso se llamaba un primo de este menda y era un desastre por donde se le viera: caprichudo, perezoso, sangrón y gordo como pelota por comer sin parar. Nadie lo toleraba; cada año lo cambiaban de escuela. Una vez, en una sobremesa, la mamá de Celso dijo que ya estaban haciendo la lucha para que primero, bajara de peso y ya luego lo demás, pero la Jefa de Disciplina del Centro de Adiestramiento en que domaron a su texto servidor (otros niños les decían mamá y casa), le dijo: -No, nunca vas a acabar… aprieta parejo -nunca apretaron, Celso siguió siendo un desastre, nunca se casó, murió solo. Ni modo.
En la vida de cada quien hay problemas inevitables, problemas irremediables y problemas que uno se busca. En los países, igual, hay problemas inevitables -terremotos, huracanes, pandemias-; problemas irremediables -como la delincuencia común, que existe desde Caín y recuerde que Dios en persona estaba vigilando-; pero en el caso de los países, lo inexcusable es cuando los gobiernos buscan problemas, los provocan o por no atajarlos, los empeoran.
No sé usted, pero el del teclado está hasta el copete de oír diagnósticos sobre México. Más o menos todos sabemos que las cosas van mal y más o menos todos, tenemos claras las cosas: inseguridad pública, salud, educación y los dos más exasperantes: falta de respeto a la ley del mismo gobierno y una corrupción rampante, estructural, que no se había visto antes en nuestra larga historia de deshonestidades. Las cifras delirantes de corrupción, de lo poco que se llega a saber, hacen palidecer de envidia a los ladrones de antes que ahora nos parecen si no caballeros cristianos, sí moderados ladroncitos.
Si duda, recuerde que hay cerca de un millón extra de viejitos pensionados en la nómina de la Secretaria del Bienestar, comparando con la cifra que reporta el Consejo Nacional de Población… y ese millón de ancianos fantasmas, representa tres mil millones al mes, 36 mil millones de pesos anuales casi imposibles de rastrear, porque se retiran en efectivo, sin firma de nadie; o lo de Segalmex, 15 mil millones de pesos de un trancazo; sin mencionar los astronómicos sobrecostos de las obras insignia del “señor” que ya se va; ni los peculiares “negocios” de los amigos de su parentela o los sobres de sus hermanos que son un chisguete frente a esta catarata de millones por aclarar.
Y aparte del hartazgo y saturación de evaluaciones y dictámenes sobre los males de la nación, cada día que pasa parece más una pérdida de tiempo el repaso de las pifias del actual Presidente, de sus trampas, mentiras, ardides, trucos, fracasos, fallos, caprichos, insultos, bravatas y desplantes. Ya se va. Este, ya se va. Ya sabemos qué hizo y que lo hizo mal. Lo que importa es quién sigue y que siga la que la gente decida, que tampoco es un misterio si recuerda uno que en las elecciones federales del 2021, Morena & Cía., juntaron 21 millones de votos, diez millones menos que en el 2018… y en los próximos comicios, el que ya se va no estará en las boletas, por si le preocupa su supuesta popularidad (que no es muy diferente que la de don Fox o Calderón, en su año de salida).
Así las cosas, el siguiente gobierno federal tiene que seguir el consejo de la domadora de este menda: apretar parejo.
Siendo nuestro principal problema la inseguridad, no se debe concentrar el esfuerzo institucional solo en eso. En México hay especialistas en tan inmensamente difícil materia y contamos con el apoyo que, a querer o no, nos tiene que dar el gobierno de los EUA, por ser problema nuestro que los afecta a ellos gravemente, no por buenecitos. Y más nos vale a todos, entender que no se va a resolver del todo lo del crimen organizado en los siguientes seis años.
Lo anterior no significa de ninguna manera que no haya aspectos de la inseguridad pública que se deben corregir pronto y con toda energía. Es inaceptable que ya a nadie se le mueva el copete al oír que la tercera parte del país, la controlan los criminales, territorio en el que entra o sale quienes ellos deciden, en el que cobran impuestos (derecho de piso le llaman), secuestran a quien les pega la gana, mangonean alcaldes, disponen qué se vende y a qué precio… y matan impunemente.
Este menda no tiene la menor idea de cómo se arregla semejante cosa, pero sabe que se puede, que contamos con verdaderos profesionales en la materia y que un nuevo gobierno federal que antes que nada y desde el primer minuto, deseche el inmenso disparate, insulto a la inteligencia de un molusco, de andar con abrazos a los malhechores, junto con un apoyo efectivo a los cuerpos policiacos y fiscalías de todo el país, hará una gran diferencia. No se puede aceptar que la tercera parte del país, la gobiernen los criminales. Punto. A cualquier precio.
Otra cosa que se debe notar desde el inicio del nuevo gobierno, es que se acabaron los cuentos con la corrupción. Sin desatar ‘vendettas’, sin cacería de brujas, sin revanchismo ni ansias de venganza, aplicando la ley pero aplicándola con la extrema severidad que exige la extrema situación.
A ver si entendemos: se pudrió la estructura federal y se gangrenó buena parte de los gobiernos estatales. El mal se ha extendido y ahora parece que corrupción solamente es robar, no, corrupción también es torcer las leyes, la indolencia, el abandono del deber y desatender los asuntos nacionales por intereses políticos. No se puede hacer la vista gorda ante las miles de tumbas de los niños con cáncer que murieron sin medicamentos entre dolores atroces. No pueden quedar impunes los 300 mil mexicanos que no debieron morir en la pandemia. Y otras varias cosas de similar calibre.
Y lo demás, todo lo demás que es muchísimo, que se haga al mismo tiempo, a su paso, sin prisa pero sin pausa. El gobierno federal tiene los recursos humanos y económicos si no sobrados, suficientes. Ha faltado voluntad política por estar en la gesta tonta de tratar de imponer a 130 millones las ideas de un señor sin ideas.
Y no se le olvide: no votar es infamia.

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