Sr. López
Elena, la abuela paterna, tenía la sabiduría de la vida de los que nacen con la cabeza en su lugar y han vivido la vida bien vivida, y no tenía pelos en la lengua. Un primo suyo mucho mayor que ella, entre más viejo más mandón y majadero se ponía con su esposa, y un día le dijo: -Ahora, como de varón ya no le sirves a tu mujer, la maltratas para sentirte muy macho… ten cuidado, la vas a hartar y ni calentar un café sabes –y así fue, acabó viviendo solo confinado a una mecedora, batallando con sirvientas que hacían lo que les pegaba la gana (y le robaban). Merecido.
Este menda todos los días se lee unos siete periódicos nacionales, no completos, no está loco, lee en la primera sección lo que toca a política y las columnas de opinión… tampoco todas, hay algunas eméticas (vomitivas, impúdicamente cuatroteras), pero sí la mayoría. Aparte ve tres noticieros en televisión (de Televisa ninguno, no le interesa saber dónde hay un bache o que un ciclista atropelló a uno en patineta… ¡ay, Televisa!, siempre medrando).
Se lo digo porque a últimas fechas, ha permeado entre no pocos de los tecleadores alejados del Edén de la nómina oficial, un tremendismo que llama a la desesperanza por las esperpénticas reformas constitucionales en curso, en particular la del Poder Judicial y pareciera que lo único que resta hacer, es pintar en las puertas del país: ‘Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate’, ‘Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis’, como según Dante dice el letrero a la entrada del Infierno. Será menos.
No niega este su texto servidor la atrocidad de deformar al Poder Judicial con las puntadas destructivas del todavía Presidente, inspiradas por el gusto de probarle a la Suprema Corte que es el macho alfa nacional y que todavía puede sostener con tiesura y rigidez la erección de su propio monumento de transformador patrio, confiando de más en el poder de su lengua, último recurso de una presidencia senil a la que restan 32 días de vida. No lo niega este junta palabras, pero duda que sea la definitiva ruina del país. No lo será.
Lo que sí será es que ¡otra vez!, se frenará el crecimiento del país, se trastocará nuestra incipiente pero real democracia y perderemos la irrepetible ocasión de recibir masivas inversiones extranjeras y todo a costa del respetable peladaje que al votar por doña Sheinbaum, no votó por violar los tratados que tenemos firmados con medio mundo (de comercio, con 50 países y regiones, más 30 acuerdos para la promoción y protección recíproca de las Inversiones con 31 países); no votó por restar certeza jurídica a los que traerían su dinero a México; no votó por mermar el amparo; no votó porque el gobierno no rinda cuentas; no votó por tener jueces de tómbola; no votó para que presidencia concentre todo el poder sin contrapesos; no votó para que ante el mundo quedemos como una facha de país que no cumple sus compromisos y ratifiquen que no somos de fiar. No, no votó por eso, votó por conservar las dádivas que recibe, no gratuitas y tan onerosas, por eso votó y también porque simpatizan con el majadero desparpajo del Presidente, la verdad.
Hay otros casi 40 millones que no votaron por nada, allanaron el camino a los que sin recato descaminan al país y ahora, sus sucesores, en nombre de su triunfo electoral, están decididos a imponer un proyecto, ajeno a la dura realidad que vivimos, con amplias regiones al mando de los criminales y tantos mexicanos tributando a ellos; esa realidad de los 200 mil homicidios y los 50 mil “desaparecidos”; esa realidad de niños (¡niños!), mujeres y enfermos, abandonados; y todo el país sin cobijo ante el huracán de babas presidenciales; esa realidad de las oportunidades perdidas que eso serán, de empecinarse en construir un segundo piso de un gobierno unipersonal, sin pies ni cabeza, que eso es lo que lega Andrés Manuel López Obrador, un gobierno de caprichos y desvaríos, de pifias y corrupción. ¡Labor cumplida!
Y esos indiferentes que no se toman la molestia de votar, creyendo posible su egoísta comodidad individual siendo ajenos a todo y todos, que prefieren la inercia sin participar, lo pagarán a contrapaso cuando se les vaya la vida corriendo frenéticos ansiando lo perdido (y a contrapaso -de ‘contrapasso’ en dialecto toscano-, es que la pena es igual que el pecado, como explicó en el siglo XIII el papa Inocencio III, en ‘De miseria humane conditionis’, como recordamos todos, claro).
Así, parece que ya no va usted a pensar que minimiza la situación este menda. Pero, créale, no es tiempo de extender el certificado de defunción a nuestra risueña patria. Falta mucho para que doña Sheinbaum pueda poner en práctica los designios de su mentor, el huésped de Palacio. Lo ha de querer mucho pero no tanto como para sabotear su propio gobierno.
Encima, ya es una realidad la oposición del mundo al festival de tropelías de la 4T, la ONU ya se opuso. Tienen fuerza de ley nuestros tratados internacionales. Los EUA ya fijaron postura oficial a través de su poderosísimo Departamento de Estado, reforzando lo declarado por su embajador en México… y todavía no nace el que se burle sin consecuencias del tío Sam. No son enchiladas.
Lo que estamos viendo es un mal fin de fiesta de un Presidente que tiene dos problemas que le preocupan mucho: que el próximo gobierno siga encubriendo la inmensa corrupción del suyo; y que el gobierno de los EUA no lo implique en el juicio del Mayo Zambada.
Lo primero lo conseguirá, doña Sheinbaum impedirá que salga pringado de los inmensos lodos que se van a ventilar; total, quedará de tonto y ya. Pero lo segundo no lo pueden controlar ni él ni doña Sheinbaum; en los EUA, el Poder Ejecutivo, tratándose de presidentes de otros países, por “razón de Estado”, mantiene dormidas algunas averiguaciones, no cuando son expresidentes… y el Departamento de Justicia, su Fiscalía, tiene ya mucha información y va a tener más, Mayo mediante, para al menos dejar claro ante el mundo que este Presidente fue gravemente omiso, impotente.