Sr. López
Tío Memo, de los de la rama materno-toluqueña del berenjenal genealógico de este menda, era un tipo bien plantado, inteligente, simpático y encima, muy adinerado. Tenía un solo defecto: era más celoso que Otelo. Su esposa, tía Olga, era una gran señora, más decente que la Teresa de Ávila, que se casó loca de amor por el tío, lo que le fue remitiendo por el constante acoso de él que a veces le decía: -Si me pones cuernos, Olga, te mato y me mato –hasta que la hartó y un día le dijo: -Una escenita más, una amenaza más y te hago fama de cornudo en todo Toluca… y aquí no se muere nadie -santo remedio.
El Presidente tiene varias obsesiones: ser el único que mande, el petróleo, Calderón, Claudio X. González, los complots, la historia (la de estampitas de papelería), Loret… y la más extraña: los golpes de Estado.
Ayer consignó El Universal que según la consultora SPIN, de Luis Estrada, en las mañaneras que van, ha dicho 167 veces “golpe de Estado”, “golpe de Estado técnico” y “golpe blando”. ¡Qué terquedad!
El martes pasado volvió a su manía, denunciando en su madrugadora que desde el Poder Judicial traman declarar la nulidad de las elecciones presidenciales del próximo 2 de junio, y preguntó: “¿Van a dar un golpe de Estado técnico?”
Lejos de este tecladista intentar explicarle al señor lo que es un golpe de Estado. No es de entendederas (como consta a la UNAM). Pero su miedo a semejante barbaridad es una grandísima tontera.
Lo dijo como reacción contra el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que el pasado 8 de febrero ordenó por unanimidad, llevar catálogo de todas las sentencias firmes y definitivas contra personas que hayan violado la ley electoral (incluido el Presidente), que puedan impactar en el resultado de los comicios del 2 de junio próximo. ¡Ah!, si alguien se acomidiera a leerle despacito la prensa: sen-ten-ci-as fir-mes y de-fi-ni-ti-vas… que pue-dan im-pac-tar en el re-sul-ta-do… ténganle paciencia.
Esa decisión del TEPJF no significa nada, si acaso que van a tener más a la mano las sentencias (que con y sin catálogo, tienen). Y su temor de que estén tramando declarar nulas las próximas elecciones, permite suponer que el señor de Palacio no conoce la ley (cosa que se entiende porque piensa que la ley es cuento y que en todo caso, él está por encima de la ley… como para qué la iba a estudiar y este su texto servidor apuesta doble contra sencillo que el Presidente no ha leído nunca las leyes electorales ni la Constitución, pensándolo bien: triple contra sencillo).
Las elecciones presidenciales (y las otras), pueden anularse, lo dice la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, en su Título Sexto, artículos 71 a 78 bis.
Las causas de nulidad van desde (la ley lo dice bonito), que las casillas se instalen a escondidas, celebrar los comicios en fecha distinta a la oficial, hacer perdidizos los paquetes electorales (ni se le ocurra decir ‘perdedizo’), contar mal los votos a propósito (o ni contarlos), y otras como no dejar votar libremente (o que el candidato no sea elegible, por ejemplo si es extranjero, obispo o militar, por ejemplo).
Pero para declarar anulada la elección de un candidato elegible, las irregularidades deben afectar al 20% de las casillas para el caso de diputados y senadores federales y al 25% para el caso de Presidente de la república.
Serán instaladas cerca de 170 mil casillas electorales. Para anular la elección de diputados federales y senadores, debería haber irregularidades muy serias en 34 mil y para las presidenciales en 42,500 casillas. Vistas así las cosas, para que se anule la elección presidencial, debe haber un despelote nacional generalizado. Nunca ha pasado. No pasará. ¡Ya!… sosiego señor, no están tramando nada. ¿O él qué está pensando hacer?
Como sea, es de mencionar que ayer, al día siguiente de que su Faro, Guía y Luz, dijo lo del golpe de Estado técnico, su candidata suya de él, doña Sheinbaum, le hizo segunda porque en eso consiste su campaña, en ratificar que ella seguirá sus pasos (¿como loba en celo?… no, lo de ella no son los arranques pasionales), y en su gira por Quintana Roo, respondió a los reporteros que sí, que ella ve igual la cosa: “Es una posibilidad para ellos, como ven que no tienen posibilidad de reconocimiento del pueblo de México, porque ellos están muy abajo en el conocimiento popular, entonces están buscando otras formas, porque quieren regresar al poder”; y arengó: “…hay que llamar a todos y todas a participar de manera masiva para que sean unas elecciones ejemplares”.
¡Señito!, ¡señito!, no diga esas cosas. Entre más gente salga a votar, menos chance tiene de ganar. Está muy estudiado: la raza cuando sale a votar masivamente, es para oponerse, con la excepción (esa sí histórica), de Zedillo en 1994, cuando la raza de bronce abarrotó las casilla (votó el 77.16 % del padrón), en rechazo al asesinato de Colosio, pero eso es otra cosa. El voto duro de Morena ronda el 17% del padrón, pueden jalar otro tanto y sumar el 34%, no más y ese fue su porcentaje en 2021, con el que Morena & Asociados, obtuvieron poquito más de 21 millones de votos y los partidos opositores (sin contar a RSP), sumaron 25 millones y medio, doña Sheinbaum, en buen plan, no convoque al voto masivo porque pierde.
Y vale advertir a todo tenochca simplex de otra cosa: la ley de impugnaciones, señala en su artículo 78 bis 2, que aparte de todo lo dicho, para anular elecciones las violaciones a la ley se consideran determinantes solo cuando la diferencia entre la votación obtenida entre el primero y el segundo lugar sea menor al cinco por ciento. ¡Cuidado!
Lo anterior es una razón más para de verdad, salir a votar todos y si no todos (porque siempre hay inútiles), salir una inmensa mayoría. No podemos en esta ocasión menos que nunca, jugar con la suerte. Se debe lograr una diferencia que impida el eterno clamor de fraude que sin duda usará como siempre el señor de Palacio.