Felón: La Feria

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Sr. López

Tía Macha ha de haber tenido nombre pero jamás lo supo este menda. Tía Macha era tía Macha y por mérito propio. Hija única, heredó largas tierras y mucho ganado allá por los años 30 del siglo pasado, se negó a que sus tíos se hicieran cargo y le dijo a su mamá: -Voy a fajarme las naguas, tú no te preocupes –y se las fajó. Decían que debía vidas; que domaba potros y hombres; que caporales y peonada, bajaban la vista cuando les hablaba; que al vender ganado hacía valer sus tratos con un apretón de manos o de gatillo; que cada uno de sus cinco hijos tuvo su propio papá… y que bajo sus amplias faldas, cargaba dos revólveres, uno en cada pierna. Cosas que contaba la abuela Elena con tía Macha oyendo, plácida, sin negar nada. Ya muy vieja vendió todo y a sus hijos heredó dinero a partes iguales. Decía la abuela que le dijo: -Por la tierra se iban a matar, así mejor –y encima sabia.

Hay quien quiere y no puede. Hay quien no quiere aunque pueda. Hay quien ni puede ni quiere. Y hay quien quiere y puede. No es muestra inicua de ingenio rascuache. Viene a cuento porque el país (no es cierto pero se oye bien), se hace esas preguntas sobre doña Sheinbaum, quien el próximo martes 1 de octubre, asumirá el cargo de Presidenta de México.

¿Quiere doña Sheinbaum?, claro que quiere. ¿Puede doña Sheinbaum?… ¿puede qué?… ¿gobernar el país?… sí, sí puede, tendrá todo el poder nada pequeño de la presidencia. Requete puede. En circunstancias normales, se entiende.

Y esas circunstancias normales no parecen estar presentes porque lo normal desde 1940, cuando la transición Cárdenas-Ávila Camacho, era que el Presidente saliente, se eclipsara en el periodo que iba de la elección a la toma de posesión del entrante. Y luego, callados y sin andar de metiches, no por elegancia y buenas maneras, sino por no descomponer el ambiente político y evitar turbulencias que a nadie beneficiaban y hasta ponían en riesgo al que había dejado La Silla.

No riesgo de que mataran al saliente (y ya salido), sino que lo mandaran muy lejos, eso sí, como le pasó a Luis Echeverría, que quiso meter las narices en el gobierno de José López Portillo -su entrañable amigo desde la primera juventud-, y sin contemplaciones, lo mandó como de embajador en Australia, Nueva Zelandia y las islas Fiji (no había más lejos).

El actual Presidente que ya se va (y por majadero no ha desalojado Palacio Nacional, para que su sucesora pueda ir llevando sus cosas), por supuesto quiere que doña Sheinbaum gobierne el país pero no del todo. Son claros los indicios de que el inolvidable (por malas razones), López Obrador pretende que su sucesora administre la cosa pública, a condición de que lo haga con apego riguroso a todo lo mucho que ya ha dispuesto para su periodo. Pero no quiere que lidere la actividad política del país desde el cargo y el partido, que es de él, solo de él.

Morena es de López Obrador no solo porque es su creación, sino porque en ese movimiento-aparato político disfrazado de partido, no se mueve la hoja del árbol sin que él lo permita. Por eso puso a Luisa María Alcalde Luján como nueva presidenta de Morena a partir del 1 de octubre, porque no debe usted olvidar que la señorita Alcalde aparte de admirar sinceramente a López Obrador, es hija de Bertha Luján Uranga, quien a su vez fue secretaria general de Morena de 2012 a 2015; presidenta de Morena de 2015 a 2022; y antes, cuando López Obrador fue jefe de Gobierno del entonces D.F. titular de su Contraloría General (¡lo que habrá sabido la señora!); así las cosas, la presidencia del movimiento en manos de fieles-fieles.

Pero como el lenguaraz de Palacio, no confía en nadie, colocó a su hijo Andrés Manuel López Beltrán, al frente de la poderosa Secretaría de Organización de Morena, desde la que se controla toda la estructura política nacional del movimiento y en la que se aprueban y otorgan candidaturas a cargos de elección. Esto es: la operación política no quedó en manos de la señorita Alcalde (ni de doña Sheinbaum), sino en las de su hijito de él. Y eso no es algo que haría un Presidente saliente, si de veras pensara retirarse completamente de la política, como tanto dice.

Este nombramiento a favor de un hijo de Presidente en la estructura del partido en el poder, no se había visto nunca, ninguno se atrevió a tanto y es tan pero tan peculiar que desató de inmediato la especulación de que ya desde ahora el papá lo perfila como candidato a la presidencia de la república de Morena para el periodo 2030-2036… todavía no se inicia el gobierno de doña Sheinbaum y ya empezó la precampaña a la presidencia en Morena. ¡Qué bonito es lo bonito!

Los analistas y los que dicen que le saben a estas andanzas, aseguran que doña Sheinbaum la tiene muy difícil porque llega al cargo sin partido, sin Congreso y sin 24 gobernadores, todos alineados con el inminente residente en Palenque. ¿De veras?, pues no.

Todo depende de si doña Sheinbaum quiere ser “la muchacha” de Palacio, cuidando la casa para el hijo del patrón. No lo será. Ya en La Silla y con el herramental del poder a su disposición, no le costará nada de trabajo, disciplinar gobernadores (siempre a la pepena de presupuesto), y menos, meter en cintura a diputados y senadores morenistas y partidos asociados porque esos lo que mejor hacen es doblarse… y del partido, movimiento o lo que sea Morena, con soltar a las tribus internas y dejar que se hagan garras.

En olvidada entrevista del 29 de mayo de este año, con Jan Martínez Ahrens, del diario El País, doña Sheinbaum respondió a la pregunta “¿Cómo será su liderazgo si gana (la elección)?, y respondió de bote pronto: “Será distinto”; luego agregó doña Sheinbaum que “López Obrador es insustituible”, sí, pero aclaró: “(…) inventan cosas como que (…) voy a estar a la sombra de López Obrador (…) no es cierto (…) quien va a gobernar soy yo”.

Los que la conocen dicen que la señora no se anda con bromas. Quiere y puede. Ojalá y vaya en serio, sería el fin del pérfido proyecto personal de este felón.

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