Sr. López
Eran dos hermanas, primas de la abuela Elena, la de Autlán. Una, según ella, más bonita que sacarse la Lotería… y lo sabía; la otra era normal tirando a gordita, simpática, eso sí. Resultó que un día, un ranchero vecino de ellos, acompañado de su hijo mayor, fue a pedir la mano de una de las ‘niñas’, y todos pensaron que iba por la hermosota, pero no, el doncel quería a la gordita: -A ella quiero porque no quiero vivir preocupado –dijo el chamaco según la abuela. Sabio.
A ver, demos por buena la encuesta del 29 de mayo del Reforma: doña Sheinbaum tiene un 55% de preferencias de voto, con un 20% de ventaja sobre doña Xóchitl. O sea: ni organizando un baile en Chalma, tiene esperanzas la oposición de derrotar al oficialismo cuatrotero. Bueno.
Pero, hagamos cuentas (sea paciente). En el listado de electores hay casi 98.5 millones de ciudadanos que pueden votar. Pero no votan todos. El promedio de votación en elecciones presidenciales es el 62.26%; y en el 2018, año de gloria para ya sabe quién, votó el 63.42% de los que tenían credencial del INE.
Hagamos de cuenta que este próximo domingo va a las urnas el mismo porcentaje de cívicos tenochcas, que en el 2018, el 63.42% (puede ser más, puede ser menos, ojalá sea mucho más). Ese porcentaje de electores equivale a 62 millones 468 mil 700 votos (en números redondos, 62.5 millones). No se enrede, el total del listado son 98.5 millones, el 63.42% de eso, son los casi 62.5 millones de votos.
Si -según la encuesta del Reforma-, optara por doña Sheinbaum el 55%, eso serían 34 millones 357 mil votos; digamos 34.4 millones.
Así las cosas, doña Sheinbaum sería presidenta del país por decisión de casi 34.4 millones de gallardos integrantes del peladaje nacional, lo que pasmaría a propios y extraños, porque ella, con su cara seria como de proctólogo, no siendo lideresa de masas ni delirio de multitudes, sacaría más votos que su mentor. Sí, en el 2018 López Obrador obtuvo 30.1 millones de papeletas a su favor (30’113,483 por si es usted El Preciso). Cosa más grande… pero de no creerse. Si
Sí, es de no creerse… porque no es creíble. Tengamos en cuenta que en el 2018, millones de integrantes de la clase media (y de los de arriba), votaron por López Obrador, pero se desencantaron, como probó que en las siguientes elecciones federales, votaron por Morena & Asociados, ya solamente 21 millones. En tres escasos años de gobierno escaso del Redentor de la Patria, perdió poco más de nueve millones de votos.
Mala cosa, porque en el 2021, ya votó por Morena & Cía., solo el 42.78% de los que fueron a las casillas y de mantenerse ese porcentaje en los próximos comicios, doña Sheinbaum obtendría 26 millones 737 mil 500 votos, póngale 27 millones (el 42.78% de los 62.5 millones que votarían, según dijimos arriba).
Así tenemos, por un lado, 34.4 millones de votos a favor de doña Sheinbaum, una cifra increíble; y por el otro, los 27 millones que resultan de la actual posición de Morena & Cía., en el ánimo del electorado… y con esos 27 millones de votos, no le alcanza a la candidata designada por Palacio. Aunque, claro, siempre es mayor el número de votantes en las elecciones presidenciales.
No intenta este junta palabras hacer un vaticinio. No. Son legendarias las pifias de su texto servidor cuando se ha puesto en plan de vate (de adivino, segunda acepción del término según el diccionario). Además, la lógica y la razón, no es raro que no coincidan con la realidad, tan imprevisible, si no, pregúntele al Cruz Azul (no era penal).
Entonces hagamos otro análisis. Si durante este sexenio, el señor de Palacio se ha bailado el jarabe tapatío en las clases medias y en todo lo que él denomina “aspiracionistas”, junto con intelectuales, científicos y académicos, pensemos si todos ellos o al menos el 55% de ellos, estén ansiosos de poder ir a votar por la candidata suya de él, del Presidente. No parece muy probable (como parecen probar los nueve millones y pico de votos que perdieron en el 2021).
Pero la cantera de votos de Morena, asociados y el transformador patrio, son las clases pobres, como dejó muy claro en su mañanera del 4 de enero del año pasado, cuando dijo:
“(…) ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya se sabe de que –sic con ganas de vomitar, pero así habla-, cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos (los pobres), no así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad (…) no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Bueno, señor Presidente, señora candidata del señor: no les alcanza. Según el Coneval (https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Documents/MMP_2018_2020/Pobreza_multidimensional_2018_2020_CONEVAL.pdf), en el año 2020, la gente en pobreza y pobreza extrema, es el 43.9% de la población del país. Digamos el 44%, da lo mismo.
Sin necesidad de torcer las cosas, ese 44% incide en la misma proporción en la lista de electores. Si como afirma la encuesta del Reforma, vota por doña Sheinbaum el 55% de todo el electorado que ejerza su voto, el voto con el que van “a la segura”, el de los pobres y miserables, sería un 24.2% de la votación, más o menos 15 millones de votos (el 24.2% de los 62.5 millones de posibles votantes). Palacio, tenemos un problema.
Un problema gordo pues si doña Sheinbaum hiciera un milagro y lograra votos de clases medias para arriba, a qué cantidad puede llegar desde su piso de 15 millones ante los 62.5 millones que se puede estimar que votarán. Por eso cada voto por el tal Máynez es un desperdicio y por eso, la coalición opositora debe promover el voto masivo que es letal para doña Sheinbaum (y no lo sabe, por eso ella también lo promueve), pues entre más gente vote, más chiquito se hace el voto duro por Morena.
Otro dato ya de salida: Morena & Cía., gobiernan en 1,010 municipios; y la coalición opositora, en 1,312. Que no cante victoria la doñita, sí tienen un problema. La moneda parece que no está en el aire.