El «Somé» y la cosmovisión entre lo espiritual y lo terrenal

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EDG INFO
El «somé», palabra que proviene de la lengua zoque y significa «regalo», es una costumbre ancestral que ha sobrevivido desde tiempos antiguos, adaptándose al paso del tiempo y a las influencias culturales. Así lo describe el maestro y miembro de la Mayordomía Zoque del Cerrito, Juan Ramón Álvarez Vázquez.
Esta actividad ritual, aunque predominante en la cultura zoque de Tuxtla Gutiérrez, no es exclusiva de esta región. Se realiza en diferentes partes de México bajo distintos nombres. En Chiapas, por ejemplo, se conoce como «enrama» o «enrame».


El rito del somé, consiste en preparar varas de tres a cuatro metros de longitud, que se forran tradicionalmente con hojas de pescado, pero también pueden usarse de árboles como aguacate, caoba, zapote negro, ciprés, chicozapote, achín e incluso benjamina. A lo largo de estas varas, se cuelgan ofrendas con un simbolismo específico en su colocación. Al final de una procesión, las varas se colocan en un altar.
Entre las ofrendas destacan frutas de temporada como piñas, plátanos machos, sandías y melones. Sin embargo, el elemento central del somé es el «ponzoquí», una figura de pan sin levadura con forma de hombre y mujer, simbolizando la fertilidad, ubicado específicamente a la mujer del lado derecho y al hombre de lado izquierdo de la imagen. También se incluyen rosquillas y tortas adornadas con trozos de masa de diversos colores, según sea el caso.
También, se cuelgan a lo largo de las varas, algunos artículos de uso común, tales como vasijas, molinillos, piñatas, trastes o jarras, en fin, artículos que son empleados por las familias que guardan la responsabilidad de organizar las festividades relacionadas a un santo, virgen, o símbolo ritual o religioso.

LA BAJADA DEL SOMÉ
Juan Ramón Álvarez Vázquez, destaca que este ritual culmina a los ocho días con la «bajada del somé”, donde los productos se reparten entre los asistentes o familiares. Las frutas y los ponzoquís se dividen en pequeños trozos y se distribuyen como alimento o reliquia.
Dentro de la cosmovisión de esta actividad, se elabora un cuadro con las varas adornadas con verde follaje y el somé en la parte superior central, formando una especie de puerta. Según Juan Ramón, esta puerta simboliza un pasaje entre el mundo terrenal y el divino, un lugar ocupado por las imágenes religiosas al otro lado del portal, lo que hace indispensable guardar respeto hacia esta ritualidad.
(Con información e imágenes de Noé Farrera)

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