LA FERIA/Sr. López
Estaba tía Lita (Carmen, Carmelita), en la cocina y oyó a tío Javier, su marido, hablando meloso por teléfono en la sala (cuando en las casas había solo un aparato negro, de la Ericsson, uno y nada más), sigilosa, se acercó a la puerta y puso mucha atención: “sí mi amor”… “te llevo un regalito”… “claro que quiero verte”… “vamos a donde quieras”… tía Lita era de genio muy vivo y tío Javier no supo que se desmayó por la cazuela de barro que ella le rompió en la cabeza; luego sí supo que su señora esposa, tomó el aparato y después de gritar “¡¡¡quién eres, zorra!!!”, le contestó su nietecita muy asustada. Rigurosamente cierto.
Sugiero a usted, nomás no se vaya a enojar ni a pensar mal de la señora progenitora de este menda (sí tuvo), promover un movimiento nacional en respaldo a la propuesta de ayer de la señora Presidenta. Hay que retacarle el Zócalo con masas enfebrecidas: ¡Claudia, no estás sola!… ¡Pre-si-den-ta!… ¡Pre-si-den-ta!
Sí, damas y caballeros tenochcas, que nuestra líder (?) sepa que cuenta con nuestro apoyo irrestricto (¡agh!… el fétido idioma oficial), a su instrucción de ayer: que se investiguen los nexos del expresidente Ernesto Zedillo con el narcotráfico. ¡Zacapoaxtlas, a ella!… un nuevo 5 de mayo los espera… ¡Palacio es primero! (lo de la patria ya pasó de moda).
Va el antecedente, brevísimo (pero veraz). Antier, un abogado de nombre César Gutiérrez Priego dio a conocer la grabación de tres conversaciones telefónicas de hace 29 años, de 1996. En una, supuestamente, conversan la esposa del entonces presidente Zedillo y Jesús Amezcua, del Cártel de Colima; la voz del hombre no se escucha, la de la mujer no es posible identificarla; la plática es ambigua, no se entiende de qué hablan. En la segunda conversación, dice el abogado que platican dos narcos, hablan de sus cosas no muy a las claras. En la tercera se oye a un supuesto narco hablar con una mujer que no se sabe quién sea, pero le decía “tía”.
Dijo César Gutiérrez que dará a conocer otras diez grabaciones y advirtió: “(…) evidencian el esquema de corrupción de la entonces familia presidencial. Si algo me llega a pasar a mí o a mi familia, responsabilizo a Ernesto Zedillo Ponce de León”. ¡Órale!
Lo importante es que al día siguiente, ayer, la señora del segundo piso, en su madrugadora (que empezó tardecito porque recibió un telefonazo de su admirador, el tal Trump), un reportero oportunamente, por su propia iniciativa, le preguntó sobre esas grabaciones y (redoble de tambores, hay momentos en que se siente que está uno presenciando un momento histórico), contestó la dama del bastón de palo:
“(…) Tiene que investigarse todo esto que se hizo público ahora, es importante, que se investigue, porque, repito, hay mucha hipocresía en el conservadurismo, mucha. Y es importante que se conozca toda esta información y que se investigue”.
Deje usted de lado la alusión al “conservadurismo”, que acomoda en el asunto igual que si hubiera dicho que hay mucha hipocresía en la lucha libre. Lo que importa es que dijo tres veces que se investigue y que es importante lo dijo dos veces.
Estamos claros: son grabaciones de conversaciones telefónicas de hace 29 años en las que no se sabe quiénes hablan ni se entiende de qué hablan. Pero como ese César Gutiérrez Priego dice que es la esposa del Zedillo hablando con narcos, pues… que se investigue, es importante, “todo eso que se hizo público ahora”.
Así las cosas, por respeto y en apego al modo de razonar de la Presidenta de la república, es de suponer que también será importante (dos veces), que se investigue (tres veces), otro asunto, que no es una grabación, digamos, peculiar, de un abogado que en su casa deben conocer muy bien, no, sino un documento oficial del gobierno de los EEUU, emitido y difundido públicamente, el 1 de febrero de este mismo año, que a la letra dice:
“(…) las organizaciones mexicanas del narcotráfico tienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de víctimas estadunidenses. Esta alianza pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos y debemos erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles”.
Le exigimos a la bastonera nacional que investigue a Zedillo, aunque haya dicho, ella misma, solita, sin presiones ni amagos: “No es tanto un tema penal, es un tema de qué opina el pueblo de México y que se conozca lo que ocurrió”. ¡Chin!… bueno, pero que se sepa y que opine el pueblo (no sé usted, pero este menda, cada vez que un político dice “el pueblo”, se pone en guardia).
Pero también le exigimos que investigue la acusación directa, oficial y por escrito del gobierno de los EEUU. Si un chisme mal hilvanado de un abogado merece una investigación, cuantimás la gravísima imputación formal de un gobierno, de ese gobierno.
Al día siguiente de la acusación de la Casa Blanca, doña Sheinbaum, aplicando el primer mandamiento de la Ley de Macuspana (versión mejorada de la de Herodes), respondió: “Rechazamos de manera categórica las calumnias vertidas desde la Casa Blanca (….)”.
¡Ah, no!, ¡eso sí que no!, si va a investigar a un expresidente por esa vacilada de pena ajena, de grabaciones telefónicas de hace 29 años y dudosa autenticidad, con más ganas debe ordenar la investigación por ese DOCUMENTO OFICIAL de hace cuatro meses del gobierno de los EEUU.
Los EEUU nos impusieron aranceles y como doña Sheinbaum respondió como respondió a esa grave acusación, el 4 de marzo pasado, Howard Lutnick, secretario de Comercio de EEUU, tuvo que aclararle: “No es guerra comercial, es contra las drogas”. ¡Zaz!
Algo pasa en Palacio. Por un lado, dan crédito a chismes con intenso tufo a calumnia y por el otro mandan a volar al gobierno de EEUU… señora, lo dicho, no sabe escoger enemigos. Y el tío Sam es el enemigo perfecto.