El despelote nacional: La Feria

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Sr. López

Si a usted le dan un mapa para ir a un lugar y sobre la marcha se lo cambian 720 veces y se lo tachan más de mil… ¿confiaría en que siguiendo esas señas va a llegar a donde va?; ¿lo seguiría usando como guía?; tendría que ser muy crédulo o tal vez, muy prudente, porque es lo único que tiene y por malo que sea es mejor que nada. Depende, pues.
Se lo comento porque el sábado pasado fue el cumpleaños 105 de la Constitución de 1917, hoy vigente (antes tuvimos otras: la de 1814, 1824 y 1857). Sí.
Una Constitución viene a ser algo así como el proyecto de una nación; a brocha gorda, es la ley superior a todas, en la que se define el sistema de gobierno, se explicitan los derechos y libertades de la ciudadanía y se limitan los poderes e instituciones del gobierno; a veces se incorporan a algunas constituciones normas generales para algunos sectores de la vida de la nación de que se trate (seguridad, educación, salud, trabajo, campo, etc., a veces).
Nuestra Constitución recién salida del horno, ya contenía contradicciones y problemas, reflejo de la realidad política de ese momento en que el país estaba todavía oliendo a pólvora y sangre, porque las constituciones NO son punto de arranque sino finalización de procesos políticos (pacíficos o armados), que establecen los acuerdos a que están todos dispuestos a sujetarse para conducir su país.
Como sea, nuestra Constitución en 105 años se ha reformado cerca de 720 veces y de sus 136 artículos, 114 se han modificado más de mil veces. No es ningún ejemplo de nada por más que los que saben insistan en que las constituciones se modifican… y sí es cierto, mire usted unos pocos ejemplos:
Para abrir boca: los británicos no tienen Constitución; tienen un compromiso firmado hace 807 años, en 1215, por el rey Juan I, la ‘Carta Magna’ (de donde copiones mal informados llaman así a las constituciones… de veras, ni idea); Juan I en esa carta aceptó que su autoridad estaba acotada por el Parlamento. Se gobiernan con leyes que va haciendo el Parlamento, según se les va ofreciendo. Y la Carta, ahí sigue, sin taches.
La enmarañada Constitución italiana actual se decretó el 27 de diciembre de 1947, y siendo como son los italianos de alegadores y gritones, la han cambiado 12 veces y en 2013, para hacerle una reforma más para corregir la improductividad e inestabilidad institucional en que viven, el primer Ministro, Enrico Letta, nombró un comité de 35 académicos para estudiar la enmienda. Académicos para elaborar la propuesta… académicos. Igualito que acá.
Los franceses tienen su Constitución desde 1958. Le han metido mano 24 veces, pero por cosas siempre ajenas a ellos, como la integración a la Unión Europea, la aceptación del Tribunal Penal Internacional o a regañadientes, cuando la descolonización. Por gusto, no.
La ‘Grundgesetz’ (Ley Fundamental) de Alemania se emitió en 1948 (estaban recogiendo su tiradero de la Segunda Guerra Mundial), y en estos 74 años, ha sido modificada 60 veces o poco más, pero los alemanes son seriecitos y cuando la hicieron la presentaron como ‘provisional’ y la fueron adaptando conforme a las exigencias de las migraciones posteriores a la guerra, la reunificación de Alemania y la integración a la Unión Europea, entre otras cosas, no por darle gusto al mandón de turno, eso ni se lo imaginan.
En Portugal hicieron su Constitución en 1974, cuando en terminó la prolongada dictadura de António de Oliveira Salazar (48 añitos estuvo trepado; Franco decía ‘solo Salazar sabe mandar’ y dicho por Franco es un gran piropo); total la promulgaron el 2 de abril de 1976, y a la fecha la han modificado siete veces (siete).
La más antigua de todas las constituciones vigentes, es la de los Estados Unidos -de 1787- y ha sido modificada en 235 años mediante ‘enmiendas’… 27 veces.
Irlanda ha reformado su Constitución 27 veces; Bélgica 13; y en España dos veces pues allá dicen con orgullo: ‘ni se mira, ni se toca’.
A la vista de lo anterior ya se podrá usted imaginar cómo ven a México desde el extranjero. No es serio reformar la Constitución 720 veces en 105 años, aparte de las más de mil modificaciones a más del 80% de sus artículos.
Y si supieran en el extranjero, la razón de tantas reformas, a lo mejor propondrían en secreto a la ONU una misión de salvamento jurídico de este país que así y todo es una de las primeras 15 economías del mundo; que así y todo, progresa (con los baches que no raramente padecemos, por obra y gracia de las metidas de pata de algunos presidentes, algunos, no todos); porque la verdadera razón de que nuestra Constitución sea un Frankenstein es que en esta nuestra liberal, democrática y federal patria, el Presidente es lo más parecido a un rey absoluto, aunque cada vez menos, gracias a los órganos autónomos que los maldecidos ‘neoliberales’ establecieron y el bendecido transformador de la patria quiere anular.
Por esta nuestra realidad es que no es aconsejable por el momento (años), promover la idea de hacer una nueva Constitución porque, le insisto, sería necesariamente reflejo de la situación política y tal como estamos no sería difícil que quedáramos peor… imagine un Congreso Constituyente con los Noroñas de estos tiempos. No, mejor nos esperamos, no hay prisa.
Y no hay prisa porque esta Constitución como está no estorba, ahí por su cuenta revise cuantas puntadas y ocurrencias de gobiernos anteriores y de este, el de la cuarta transformación, se han ido al archivo muerto porque la Constitución las impide. Y no hay prisa porque aunque usted no lo crea, no son tan poquitos los legisladores que se toman en serio su trabajo, de todos los partidos incluido Morena (le dije que no iba a creerlo).
Y tampoco hay prisa porque lo que hay que corregir de urgencia no depende del Poder Legislativo sino de los partidos; son los partidos políticos las llantas ponchadas del carro nacional. Eso es lo que urge, porque sin partidos políticos serios y responsables, nos espera en 2024 el despelote nacional.

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